El peor enemigo de Napoleón

Ezequiel Barrera Ramírez

29 DE NOVIEMBRE DE 2011 · 23:00

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Sobre el gran genio militar francés Napoleón Bonaparte circulan muchas leyendas, algunas respecto a sus hazañas de guerra. Y, aunque muchos no lo crean, la derrota que sufrió en su campaña contra Rusia se debió a un curioso enemigo. Napoleón Bonaparte, que había dirigido importantes campañas exitosas, jamás se imaginó que su vergonzosa derrota frente a Rusia tuviera como culpable a los botones de estaño que tenían las casacas de sus soldados. Aunque los historiadores especulan sobre al menos diez razones que explican tal derrota, la verdad es que recientes investigaciones científicas han determinado que los botones de estaño fueron el peor enemigo de Napoleón. Resulta que el estaño es un metal plateado, maleable, que no se oxida fácilmente y es resistente a la corrosión. En temperaturas bajo cero, como en las que anduvieron los soldados de Napoleón en su campaña contra Rusia, el estaño se vuelve poroso. Al volverse poroso, comenzó a desprenderse de las casacas de los soldados, quedando ellos sin poder abrocharse y, consecuentemente, el frío penetró con más ímpetu en sus cuerpos hasta que poco a poco fueron cayendo muertos a causa de hipotermia. Así las cosas, Napoleón, que se encontraba indefenso ante este inusual enemigo, tuvo que suspender su campaña contra Rusia. Me parece muy interesante que Napoleón no previó que los botones de estaño serían su peor enemigo. En muchas ocasiones creo que a nosotros también nos pasa lo mismo. Igual que Napoleón, nos preocupamos de tener buenos planes y estrategias de guerra, y los recursos necesarios para triunfar en todos los aspectos de la vida laboral, académica, matrimonial y espiritual... pero se nos olvida que los pequeños detalles son los que determinan si conquistaremos la cúspide del éxito o si bajaremos hasta el lúgubre valle del fracaso. Probablemente nuestro peor enemigo no sean literalmente insignificantes botones de estaño, sin embargo nuestros grandes enemigos, que sin duda nos robarán el éxito, podrían ser el poco tiempo que dedicamos a la familia, el poco descanso que nos damos, el tiempo que perdemos en las redes sociales, el alejarnos de Dios, malgastar el dinero... en fin, todos aquellos detalles que, aunque parecen ínfimos, son capaces de determinar nuestro éxito o nuestro fracaso. También nos preocupamos de no cometer pecados escandalosos, pero se nos olvida que son los pequeños descuidos los que nos llevarán poco a poco a un punto sin retorno en el que, sin pensarlo, de pronto nos encontraremos embarrados del pecado que afectará nuestro testimonio y, sobre todo, romperá nuestra relación con Dios. Con razón la palabra del Señor nos dice: "Pesa más una pequeña necedad que la sabiduría y la honra juntas"(Ecl. 10:1 NVI). Ezequiel Barrera Ramírez- Estudiante de Periodismo y Teología - El Salvador

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