Velero Santiago
Isla de Cozumel
A unos 50 kilómetros de Cancún, México
11 de mayo

El fantasma nos mira desde lejos, y nos deja en silencio, atentos a su contorno recortado en la noche recién despierta. No es hasta que nos encontramos a unos 100 metros, cuando apreciamos sus hilos y sus heridas negras. La luna brilla pálida, alta y mordisqueada en el cielo. El fantasma no se mueve, sólo crece en tamaño a medida que distinguimos me"/>

El fantasma

Velero Santiago
Isla de Cozumel
A unos 50 kilómetros de Cancún, México
11 de mayo

El fantasma nos mira desde lejos, y nos deja en silencio, atentos a su contorno recortado en la noche recién despierta. No es hasta que nos encontramos a unos 100 metros, cuando apreciamos sus hilos y sus heridas negras. La luna brilla pálida, alta y mordisqueada en el cielo. El fantasma no se mueve, sólo crece en tamaño a medida que distinguimos me

31 DE MAYO DE 2008 · 22:00

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Javier conduce el velero con suavidad, pues las aguas así lo permiten, y es como si todo estuviese preparado y dispuesto para una llegada tranquila a México. El faro de la isla, a la altura de Punta Molas, nos da una bienvenida fría, y a la vez inolvidable. Vuelven a quejarse nuestros huesos y la quilla del barco. Alcanzamos un punto de calor humano cuando nos acercamos al barco más cercano al fantasma, no excesivamente grande ni amenazador cuando puedes abarcar con la vista las dimensiones reales. Los fantasmas que dan miedo son esos pensamientos de los que cuesta desprenderse. Esas voces egoístas que nos impiden ver la realidad de frente y tomar partido. La presencia que el dolor quiere imponer en nuestras vidas. Empiezas a ver sombras y susurros inquietantes cuando te aferras únicamente a ti mismo. El otro barco apunta con unos potentes focos hacia el fantasma. Los reflejos de luz se filtran en las aberturas de piedra del espectro, cubierto de llagas verdes de alga. Dos hombres vigilan constantemente las formas que comienzan a aparecer más claras: una campana, un fragmento de tejado triangular de terracota blanca y roja, una puerta de madera podrida pero aún aferrada con fuerza al resto de la estructura. Cangrejos, erizos, corales, y roca volcánica rodean al espectro. - ¿De dónde lo habéis sacado? - Apareció hace meses, mientras buscábamos pistas… - las voces altas y proyectadas de Javier y el miembro de la otra embarcación se repiten a lo lejos, en el no-silencio marino. - ¿Buscan tesoros? - ¡No, llevamos años remontando los caminos de Francis Drake! - Sir, Francis Drake – musito. Javier sonríe. - Eso es lo mismo que buscar tesoros. - Era lo mismo… tenemos otras ambiciones… somos arqueólogos. Creíamos que Francis… Sir Francis Drake había pasado por aquí. - ¿Y qué han averiguado? - Que Sir Drake no pasó por aquí. - Bonita conversación. - Lo mismo digo. - ¿Y eso? - Pensamos al principio que era un navío, una carabela… cuando las aguas se limpiaron un poco, pudimos sacar este fragmento que veis aquí… nos quedamos sin fondos, y ahora no podemos avanzar… mientras tenemos que esperar aquí, mientras el resto del equipo busca financiación… - Espero que encuentren algo bueno… - Esto es bueno… pero hay quien no lo ve igual… nosotros nos fiamos de su valor, no hay que olvidar que se asentó en una parte ya hundida de la isla, y a partir de aquí comienzan a aparecer nuevos restos mayas… probablemente se usaran parte de los antiguos restos para edificarla. - Se corrió un gran riesgo… demasiado cerca del mar. - Exacto. Es del siglo pasado. No se pudo completar su construcción… la parte de madera se ha perdido, igual que su interior. - Buenas noches, señores. - Buenas noches. Nos alejamos hacia el puerto, y agitamos nuestras manos a modo de despedida hacia los dos arqueólogos, y hacia el fantasma, una vieja iglesia en medio de un mundo diferente que un día la consumió.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tierras - El fantasma