Libertad en la prisión

Yvonne Vidal buscó por muchos años la felicidad, pero jamás imaginó que la encontraría en la cárcel.

05 DE FEBRERO DE 2025
09:25 CET
Yvonne Vidal, empresaria./ Cedida,
Yvonne Vidal, empresaria./ Cedida

Por muchos años, se podría decir que la vida de Yvonne Vidal estaba enfocada en “perseguir el viento”, una expresión hallada en el libro de Eclesiastés y atribuida al rey Salomón.

Su historia, como la de este gobernante, estuvo llena de lujos, ocultismo, amoríos, riquezas y un buen estatus social, sin embargo, nada de esto llenaba su vida.

Esa búsqueda ambiciosa por alcanzar la felicidad a través del dinero y el poder, la llevó a caminar por un infierno inesperado que poco a poco fue doblegando su autosuficiencia.

 

“Mi deseo era ser rica”

Yvonne Vidal es hija de migrantes españoles y creció en Inglaterra con una familia de tradición católica pero disfuncional. “Me iba muy bien; aunque mi padre bebía y era mujeriego, mi madre me sacó adelante con una buena educación bilingüe”.

Desde joven fue muy independiente, y a los 17 años de edad, ya tenía un trabajo a tiempo completo en la ciudad de Londres. “Mi deseo era ser rica, y estar lejos de mis padres y sus controles. Quería conducir coches de lujo, viajar, tener casas en varios países y emprender negocios”, explicó.

Yvonne puso su confianza en desarrollar una carrera profesional de éxito y lo logró. Se convirtió en Asistente Personal Ejecutivo para diversas firmas de abogados, banqueros, contables internacionales y productoras de televisión. Su vida laboral transcurría en el Reino Unido, España y EE.UU. “A los 25 años me marché de Inglaterra para encontrar suerte en España y empezar una nueva vida trabajando para la Embajada Británica en Madrid”, recuerda.

 

Hambre de amor

En paralelo, ella buscaba una relación amorosa, sin embargo, confiesa que solo obtuvo fracasos. “Yo siempre estaba buscando en hombres mayores la figura del padre, ese amor y protección, pero todo fue frustración”.

El anhelo de una relación especial era tan grande, que Yvonne empezó a involucrarse en todo tipo de actividad que “pudiera llenar su espiritu”.

Confiesa que, en sus momentos de mayor vulnerabilidad emocional, entró en “el ocultismo, el movimiento de la nueva era, cartas de tarot, hechizos, conjuros, reencarnación, astrología, clarividencia, brujería, hinduismo, yoga, Tai -Chi, horóscopo chino, budismo y la meditación trascendental”.

Narró que deseaba “manipular, intimidar y dominar situaciones”. Sin darse cuenta, comenta, se “había expuesto a una maldición pronunciada por violar el primer mandamiento de no tener dioses ajenos”, dijo.

Su vida continuó, y en cierta etapa, alcanzó lo que denominó “un matrimonio de fantasia” en los Estados Unidos. Consideró que, en ese entonces, estaba cumpliendo su sueño al “tener lo mejor de ese país y Europa” pero luego ese sueño se convirtió en pesadilla.

 

El mundo espiritual

En esa época, Yvonne era una mujer adinerada y sintió que su familia política la quería con sinceridad, sin embargo, descubrió que todo era por el interés monetario. “Habían hecho un pacto con Satanás (me lo confesó mi suegra en ese entonces) para dar con alguien como yo. Ellos practicaban brujería y rituales de tribus nativo americanas a los que fui expuesta”, comentó.

Al estar tan introducida en este “círculo familiar”, se dio cuenta que solo “querían controlarla”, denunció que la utilizaron para hacer trabajos ilegales y calificó su estadía allí como una especie de “secuestro”, al ser víctima de diversos tipos de manipulación.

Con ayuda de su madre, Yvonne pudo salir de este lugar (al que denominó como una especie de “secta”). Explicó que al final le “robaron todo, hasta el punto de caer en bancarrota”. Regresó a España e intentó por vía legal recuperar parte de sus bienes, pero esto fue en vano.  

De estar un tiempo en Madrid, Yvonne decidió mudarse a Málaga para tener un nuevo comienzo. Allí empezó una relación con el futuro padre de su hija Melisa. Explica que todo marchaba bien hasta que la tragedia tocó nuevamente a su puerta.

 

“Un segundo infierno”

Como consecuencia de sus actos ilícitos en Estados Unidos y Europa, cierto día, Yvonne recibió la visita de la policía secreta de Marbella mientras cuidaba a su hija, que en ese entonces tenía apenas 18 meses de nacida.  

“Desaparecí por 22 meses de mi hogar, estuve 10 meses en prisiones españolas luchando contra la extradición y después de un año, entré a varias cárceles de Inglaterra. Fui condenada por cargos de conspiración por fraude y blanqueo de dinero”, explica.

En las prisiones fue testigo de cómo abundaba la corrupción, la brujería y los comportamientos suicidas. “Era el infierno en la tierra, me sentía humillada, todo lo que construí, mi identidad, todo se derrumbó. Ahora solo era un número. Odiaba a Dios, quería morir”, dijo.

Al no poder más, Yvonne explica que clamó al cielo desde su celda, mirando la ventana y de rodillas con sus brazos extendidos gritó: “por favor, perdóname, me arrepiento de todo lo que he hecho en mi vida”.

 

La muerte de Yvonne

Después de ese arrepentimiento genuino, las cosas cambiaron en la vida de Yvonne. Ella no tenía ningún conocimiento de la Biblia, ni había asistido a cultos evangélicos, sin embargo, esto no fue impedimento para ser tocada por el Espíritu Santo.

“Esta experiencia solo puedo compararla con lo que le pasó al apóstol Pablo en Damasco (Hechos 9:8-14). Los cielos y la gloria de Dios se abrieron sobre mi como un rayo vivificante. Me tiró al suelo y con reverencia quedé postrada delante de su santidad”, señaló.

Ella explica que de tanto desear la muerte, finalmente esta llegó. “Me sentía sucia y avergonzada con mi naturaleza pecaminosa, pero su poder y santidad era tan impresionante, que empezó a limpiarme de mi pasado, mis miedos, mis problemas, mis angustias, todos mis pecados fueron quitados y reemplazados con gozo. Morí y luego fui resucitada de entre los muertos a una nueva vida con Cristo Jesús”, narró emocionada.

Libertad en la prisión

Yvonne Vidal, con su hija Melisa./ Cedida

“Loca” por Jesús

Después de esta experiencia, Yvonne repetía constantemente: “Gracias Dios, gracias Dios, gracias Dios”.

“La alabanza seguía saliendo de mi corazón. Yo estaba en éxtasis, la paz y alegría que me envolvió, estaba más allá de mi entendimiento, danzando y alabando”, recuerda.

Esta manera de expresarse fue tan constante, que incluso la trasladaron por seis semanas a un hospital psiquiátrico porque no comprendían su drástico cambio.

Siguió contando: “Dios estaba en mi cabeza, mi mente, mis pensamientos, y mi espíritu. Me decía: 'Hija mía, tu eres mía, sígueme en lo que te digo, yo estoy contigo'. Le respondí: 'lo que tu digas, yo te serviré hasta el final de mis días, sólo dime cómo'”.

A través de algunas actividades cristianas y logrando el acceso a una Biblia, la transformación de Yvonne seguía su proceso en la cárcel. “Le hice una promesa a El, que yo viviría por El lo que me queda en esta tierra. Yo estaba libre tras las rejas”, resaltó.

También contó que en su estadía en la prisión que fue usada por Dios para hacer milagros. “Los enfermos a quien tocaba se sanaban, los muertos fueron resucitados, los demonios, fueron expulsados”.

Tras estar tres años y medio en custodia, fue liberada -la justicia reconoció que su implicación en los casos por los que estaba siendo investigada Yvonne era una víctima de la trama corrupta que había tejido su familia- pudo reencontrarse con su hija y su pareja, sin embargo, posteriormente se divorciaron, entre otras cosas, por su incompatibilidad de creencias.

Libertad en la prisión

Yvonne, en su nueva vida tras conocer a Jesús./ Cedida

 

De vuelta a la cárcel

La recuperación económica fue muy lenta, sin embargo, poco a poco fue pagando sus deudas y saliendo de la bancarrota. Los primeros trabajos de Yvonne estaban enfocados en la limpieza de oficinas y casas, una labor que hacía con gozo y agradecimiento.

Al contrario de Salomón, Yvonne si tiró los ídolos de su vieja vida, arrojando a la basura todo lo relacionado con el ocultismo y renunciando a su antigua forma de pensar.

Su otra misión fue buscar una iglesia y servir. Eligió volver a las cárceles para la evangelización y gracias a esta incursión y el buen testimonio, Ivonne consiguió trabajo de intérprete en los juzgados.

En su ministerio carcelario, consiguió por varios años poder hablar con algunos prisioneros para aconsejarlos. “Dios está contigo porque yo estoy aquí para hablarte palabra de vida; no mientas, di la verdad siempre, la verdad te hará libre”, les decía.

Hoy en día, Yvonne se considera una Embajadora de Jesucristo en la tierra. Es empresaria, consejera, enseña sobre finanzas del Reino de Dios aquí en la tierra, es secretaria del MEP (Ministerio Evangélico en Prisiones), milira en el partido político cristiano FIEL y es miembro de “Costa del Sol Press Club” (periodistas extranjeros).

Dice que es una evangelista radical porque no anda con rodeos al momento de proclamar la palabra de Dios. “No hay tiempo que perder, yo sé lo que es estar 40 años con el enemigo”, dijo.

Finalmente, exhortó a entregar todas las cosas a Dios, incluyendo el pasado. “Él es un Dios de milagros y amor. Quiere que hagas las obras para las que te capacitó de antemano. No puedes volver al pasado, ¡pero El sí puede! La Biblia dice: 'Jesucristo que es el mismo ayer, hoy y por los siglos de los siglos', ¡Él puede entrar en aquellas situaciones de pecado y fracaso, borrarlas y darte un nuevo comienzo!”.

 

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Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Testimonio - Libertad en la prisión