¿Quién vigila a los cristianos en China?

Ming pasa Biblias de contrabando y se reúne con creyentes en secreto para evitar las cámaras de vigilancia en China.

03 DE SEPTIEMBRE DE 2023 · 19:00

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En un callejón oscuro, Ming* guarda unas cajas pesadas en el maletero de su coche. 

Él sabe que las autoridades chinas no estarían a favor del contenido de las cajas; y es consciente de que, si lo descubren, probablemente será arrestado y enviado a prisión.

Ming saca su teléfono y escribe a su contacto. “Voy de camino al lugar antiguo”. Luego, apaga su móvil y extrae la tarjeta SIM. Al fin y al cabo, no quiere que rastreen su ubicación.

Lo que hace podría considerarse un delito según las autoridades chinas, a pesar de que lo que carga en su coche no es nada peligroso ni que vaya a destruir vidas: su cargamento ilegal son Biblias. Su misión es distribuir la palabra de Dios al máximo de personas posible con rapidez y discreción. 

Incluso en sus mensajes por teléfono, Ming es discreto, y utiliza códigos como “el lugar antiguo”. En la región de China de donde proviene, los teléfonos de los ciudadanos están rastreados, y sus redes sociales muy controladas, por lo que cualquier palabra incorrecta puede costarle la poca libertad que le queda.

Ming es muy consciente del peligro y ya ha sufrido en su propia piel las consecuencias de esta actividad ilegal. En el pasado, fue arrestado por involucrarse en la obra de Dios en esta zona tan severamente vigilada. 

Al cruzar la calle, Ming mira a un lado y a otro a medida que su respiración se empaña en el aire frío. No hay nadie en la acera. Parece no haber nadie cerca, excepto las cámaras presentes en todas las calles de China. Echando un último vistazo a su alrededor, se aleja adentrándose en la noche con su valioso cargamento a escondidas.

¿Quién vigila a los cristianos en China?

Una vigilancia constante

Ming lidera un grupo pequeño de manera clandestina, encontrándose con otros creyentes en lugares discretos para estudiar la palabra de Dios. Para él, era apasionante poder estar acercándose a Dios junto con otros hermanos. 

Ming creó una empresa con un grupo de creyentes, que sirvió además como tapadera para poder distribuir Biblias. El negocio prosperó durante un tiempo, pero un día salió todo a la luz: Ming y sus socios fueron detenidos. Milagrosamente, él fue puesto en libertad, pero sus compañeros no tuvieron tanta suerte. Así acabaron perdiendo todo el trabajo por el que Ming y el resto de los cristianos habían luchado tanto. 

“Fui absuelto de todos los cargos, pero perdí la compañía”, recuerda Ming. “Tengo sentimientos encontrados porque [sabía que iba a ser difícil sortear a la policía y tendría que] vivir con mucho más cuidado. También me siento fatal por mis amigos. Por difícil que sea de digerir todo esto, creo que era el propósito de Dios que no nos encarcelasen a todos, para que uno de nosotros pudiese volver y ‘arreglar el desastre’”.

Sin embargo, incluso fuera de la cárcel, Ming todavía está bajo vigilancia, obligado a mantenerse bajo el radar de las autoridades. Desde que salió de la cárcel, los agentes aparecen de repente y registran su casa sin previo aviso. Eso sí, aunque al principio sucedía cada dos o tres meses, actualmente lo hacen una vez al año. 

¿Quién vigila a los cristianos en China?

Además de sus problemas legales, la situación familiar de Ming se derrumbó. Él había enviado a su mujer y a su hija de vuelta a casa de sus suegros para protegerlas. “Vivía bajo vigilancia y debía proteger a mi familia”, dice. “A raíz de mi fe en Jesús, mi suegro me impidió ver a mi mujer y a mi hija. Ahora, está intentando que mi mujer y yo nos divorciemos”.

“Esta situación me dejó sin palabras, pero entiendo el por qué. Mi mujer no tiene voz en este asunto ya que mi suegro, un hombre de autoridad firme, es la cabeza de la familia. Además, no quiero que mi mujer y mi hija sufran”.

Nadie en quien confiar

La detención, la pérdida del negocio y el conflicto con la familia de su mujer le han pasado factura a Ming. Después de sufrir todo ello, ha perdido la confianza en la gente, ya que las denuncias entre los ciudadanos predominan en esta región. Encima, el gobierno promueve estos actos ofreciendo incentivos por información; es decir, animan a los vecinos a denunciarse entre ellos por cualquier posible mala conducta.

“No podía confiar en nadie”, dice Ming. “Me sentía inseguro y aislado. Tengo que tener cuidado al hacer amigos y ser capaz de identificar a las personas correctas con las que puedo compartir. Debo de estar muy atento porque puede que haya espías fingiendo ser cristianos, incluso dentro de las iglesias”. 

A pesar de todo, Ming está agradecido a Dios y a todos los voluntarios que le están acompañando en oración y leyendo la Biblia juntos, como el hermano Hao Ran*. “Es alguien con quien puedo relacionarme. Me visita regularmente y, durante años, ha sido mi mentor. Al menos dos veces al mes, oramos y estudiamos la Biblia juntos, y así avanzamos en la fe. Compartimos momentos felices y también complicados. Con el tiempo, hemos construido un vínculo de confianza, y sé que tengo un hermano que se preocupa por mí y nutre mi relación con Dios”.

¿Quién vigila a los cristianos en China?

Poco a poco, Ming está aprendiendo a confiar de nuevo, según Hao Ran. “Ming está firme en la fe, pero puedo asegurar que, en este proceso, ha sido mentalmente agotado”, afirma Hao Ran. “Desde el principio, era tan inseguro que no confiaba en nadie. Confío plenamente en que el Espíritu Santo se mueve en su corazón y por ello ha sido capaz de volver a confiar de nuevo, y estoy muy agradecido de conocerle. Actualmente, está empezando a liderar de nuevo un grupo pequeño. Por favor, orad por nuestro complicado país”.

La vida se vuelve tan dura para muchos cristianos clandestinos como Ming que acaban abandonando su fe en Jesús y deciden volver a sus vidas de antes. A pesar del riesgo para su propia vida y su libertad, Ming sigue compartiendo la palabra de Dios para que los cristianos puedan mantenerse firmes y seguir encontrando su esperanza en Jesús. “Pase lo que pase, yo sé que esa es la voluntad de nuestro Padre Celestial”, comparte Ming. “Nosotros le escuchamos y le seguimos y Él guiará nuestro camino”.

 

 

*Nombres cambiados por motivos de seguridad.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Rostros de la persecución - ¿Quién vigila a los cristianos en China?