Mi Palabra permanecerá
La Palabra que permanece es entendida por el receptor, es el agua fresca. ¡Anunciemos esa Palabra, en el “idioma” del corazón que refrescará!
24 DE AGOSTO DE 2025 · 16:45

Antes de que hubiera nada, ya la Palabra era todo para la creación. Y esa Palabra permanece. Incluso, podemos proclamar, para quebranto del papado: antes que la Iglesia fuera, la Palabra era, y por ella es la Iglesia.
Y en esas seguimos, y por esa Palabra no nos morimos de asco. Porque mira que da asco cómo la vomitan incluso los que la predican. Que no la pueden tragar, y nos dan el trágala de sus propias fantasías para que nos traguemos sus mentiras. El agua pura, fresca siempre, de fuente de agua viva, quieren que sea la excrecencia mental de cada maestrillo.
En esta conversación miro dos planos, superpuestos, pero a la vista. Lo primero la calamidad social que nos pisa. Incendios, amargura, desorientación de todos, especialmente los jóvenes, pero no solo… Mirando cada uno su propia parcela, al final se queman las parcelas de cada uno… La esclavitud voluntaria de la vivienda… La sanidad, la universidad, la escuela… Todo en llamas. Todo llama a que hubiera un mínimo de mirada política… Los sectores más “sociales” pierden el norte mirando dónde poner ella, él, o elle, cuando ni ella, ni elle tienen futuro ni esperanza… Se les quemó el programa, y los “ellos” de siempre aquí salen con banderas victoriosas…
Y el otro plano, ¡ay! es el de la iglesia “reformada” (por acotar un poco). Despreciaron el agua fresca, que brota a cada instante, y pusieron sus pozos ciegos, ciegos de narcisismo religioso, que les hace ver su excrecencia como gloria que pueden unir a los méritos de Cristo (esto es dogma en el papado, pero en el campo evangélico es de uso común, con nombres diversos).
Cuando alguien te grite: ¡Sed santos, porque yo soy santo… Sin la santidad nadie verá al Señor...!, y quieran que les sirvas con sus leyes y fantasías, mira bien, porque lo normal es que te estén diciendo: ¡Nadie verá al Señor sin mi santidad! A los tales, evita; que lo dice nuestro Pablo avisando en su último aviso a su colaborador fiel.
Y de estos, ¡ay! se ha llenado la cristiandad, de hecho, la cristiandad que vemos son ellos. Acotando, acotando, miro solo la parcela “reformada”, así entrecomillada para que quepan muchos.
Y es una mirada triste, pero, al mismo tiempo, gozosa (siempre la esperanza…) Triste, porque en medio del incendio social con las miradas puestas en las cenizas, se espera que en esa parcela “reformada” hubiera un discurso profético con algo de discurso profético. Pues nada. Sacando del pozo ciego con lo que alegrar la vida, dejando el agua fresca.
Con un discurso, eso sí, que se parece cada vez más al latín medieval. Sonido de palabras repetidas: soberanía de Dios, salvos por las cinco solas… pero que al final son recitaciones sin sentido.
La Palabra que permanece es entendida por el receptor, es el agua fresca… Es la Palabra en la lengua “vernácula”, la existencia dolida de cada uno. ¡Anunciemos esa Palabra, en el “idioma” del corazón que refrescará!
Esto es grave. Aquí en nuestra pequeña iglesia de Sevilla (aunque tenemos muchos repartidos en muchos sitios, mira, si no, este grupito), hemos pasado por esto, que entristece, pero alegra, y estamos en la alegría.
Hace sobre dos años, algo más creo, establecimos un convenio de colaboración con una iglesia de Irlanda. A veces te encuentras con iglesias que existen desde hace mucho tiempo, que pueden poner sus inicios en momentos muy relevantes de la historia. Parece que esas iglesias serán hoy una buena cosa. Eso esperas. Y espera que te cuente.
Esa iglesia (reformada y presbiteriana, con su estandarte convenanter y todo) aportaba la presencia de un pastor (español) educado en su seminario, y bajo su autoridad, que estaría predicando en nuestra iglesia. (Yo me eché a un lado para que hiciera con libertad.)
Los honorarios que esta iglesia retribuía al pastor, pues muy notables, los de un ministro, casi. (Aunque el carnet de Ferede pone para ellos “ministros de culto”.) Al final, un desastre. El pozo ciego. Tan salpicados estaban nuestros antiguos miembros, que hubo que echar mano del agua que limpia.
Y eso es lo gozoso. Nuestro Redentor, de un domingo para otro, limpió la cosa, y trajo a su casa de nuevo la Palabra. Él lo hizo, en contra de todas las lógicas humanas. Y ahora estamos gozosos de nuevo con esa Palabra que permanece. Nuestros jóvenes, reafirmados; nuestros mayores con alegría renovada. (Y yo de nuevo con mi gozo pastoral, a mis años, hasta que me muera; que lo dejé un par de años, y casi me llenan de excrecencia la mesa del Señor.)
Así va la cosa. Esa iglesia de Irlanda, que podía ser un referente, lo ha sido, pero de inmoralidad. La felonía de unos pone de manifiesto la inmoralidad de otros.
Que nadie en este medio se preocupe de estos términos. Una iglesia que acepta que su pastor, solo o en compañía de otro, falsifique una carta, que la remite a nuestra iglesia con nombre de la iglesia y órgano responsable de la iglesia de Irlanda, y que tras diez peticiones de que nos remitan el original, todavía lo estamos esperando.
Y que la última comunicación con ella es que ya no tendremos más comunicación, y guardamos para nuestro archivo esa “carta” sabiendo que es espuria, falsa, y que no te digan nada.
Pues, ya está dicho todo, y este es nuestro gozo: hemos visto la mano protectora, como siempre, de nuestro Redentor, que nos ha librado de los pozos ciegos. Y hemos podido comprobar, oler diría yo, el agujero de excrecencia de otras iglesias “reformadas” en nuestro suelo.
Este lenguaje hay que emplearlo, porque lo mismo con otro, los sinvergüenzas siguen mostrando su santidad. Y la sociedad, hoy en llamas, no debe recibir de la Iglesia que proclama la Palabra que permanece, otra cosa menor.
¡Que casi nos meten en el hoyo! Pero aquí seguimos, con más experiencia de las artes del que cambia la verdad, pero que con la Verdad sigue vencido y metido en el hoyo, su hoyo de inmundicia.
Su Palabra permanece. Y sus enemigos también, hasta que los liquide con ella. Tenemos ejemplos.
(Si alguien quiere discutir de esto, día, hora y sitio, aquí o en Irlanda. Eso sí, con gente de las iglesias, aquí y allí, que han sido privadas de una adecuada información.)
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Reforma2 - Mi Palabra permanecerá