Currículums inflados, palabras infladas
Siempre es peor una palabra inflada, falsa con intención de falsificar la verdad.
09 DE AGOSTO DE 2025 · 21:30

En los medios encontramos estos días un currículo impresionante de la moralidad de la sociedad donde estamos. Fácil la moralina, pero eso no quita que se vea el plumero.
Siempre es peor una palabra inflada, falsa con intención de falsificar la verdad, que un currículum abrillantado, excepto que se haga con la intención de brillar. Como los espejos esos que deformaban la imagen. Y esas palabras falsas nos llaman a cada paso, si queremos oír.
¿Se acuerdan del bien que suponía el servicio público cuando la pandemia? Todos nos dijeron que, en cuanto pudieran, al sector público lo protegerían y fortalecerían. Todos. Todos descubren su currículum de palabras infladas. Mira, si no, la universidad, la sanidad pública… Aquí mismo, en Andalucía, por no ir más lejos (esos políticos suavones), que le impiden a la universidad pública de Jaén el grado en Ingeniería Biomédica, y se lo dan a la Loyola. Falsos, pero al descubierto, si queremos ver.
Para cualquiera que mire un poco en los libros de historia verá que eso de las falsificaciones es de siempre. Todo poderoso que tuviera el poder de pagar a un cronista, ya se aseguraba una imagen aseada y deseada para el futuro. También los había al revés, que te ponían verde a cualquier personaje. Que eso de las leyendas negras o doradas es como los cantes de Cádiz, de “ida y vuelta”.
Al poner esto me tengo que poner en el contexto cultural donde esto es seña de identidad. El papado (si es que estamos rodeados). Pero también ante la evidente copia del modelo que se ha instalado en el mundo evangélico. Siempre con el cuidado de que no es todo igual. Cualquier iglesia hoy te hace una página web y si ves solo la web te puedes encontrar con situaciones infladas que explotan si aprietas un poco. Seguro que conoces alguna, yo que no sigo redes conozco, que sabiendo dónde se reúne y cuántos miembros tiene, no más de diez con el pastor y su familia, parece en la web que estás delante del pueblo de Israel organizando la salida de Egipto. Crecimiento no se sabe si habrá, pero situaciones crecidas e infladas, no dejan de crecer.
Pero si inflar el número es ya miserable, inflar las palabras es mucho más miserable, por dañino. Y de eso, aunque no es de ahora, estamos llenos.
Nuestro Judas (nombre que se perdió con el hijo de perdición, aunque en su momento era normal), siervo de Jesús Cristo y hermano de Jacobo, ya lo avisa. Y lo avisa a gente que es la pura descripción de nuestro grupito: “Llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesús Cristo”.
Que la palabra de verdad, en manos de estos soñadores miserables, la pervierten con palabras de sus fantasías. Y de eso te encuentras en Roma y en caminos evangélicos que van a Roma.
Nos pone en alerta contra los que “son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho”. Estos son los “burladores, que andarán según sus malvados deseos… Que no tienen al Espíritu”.
Pero no irán más adelante. Les ha llegado su hora. Aunque se oculten detrás de lenguajes y lentejuelas, y pretendan tapar su identidad de hijos y siervos del mentiroso con doctrinas “sanas” y de defensas de nosequé, su maldad será descubierta en la congregación, que lo dice Proverbios.
¿De qué le sirve realmente, por poner un caso, a un misionero enviar a los responsables de su misión en su país, o donde sea, fotos (ahora vídeos) infladas de la gente que reúne? Inflan sus caminos, y en ellos caerán.
¿Cuántas iglesias “españolas” presumen de su crecimiento, cuando éste no es más que la llegada de creyentes extranjeros? Vaya, que han crecido con creyentes que ya venían creciditos. Por supuesto, tal cosa no es mala, al contrario. Presumir sí lo es.
Nuestro buen Usoz y Río es un ejemplo de honestidad. Nada de inflar que luego queda el interior vano, vacío. Rechazó, por ejemplo, la “información” falsificada de actos de la Inquisición en Madrid. El inflador se hizo famoso en medio mundo, y obtuvo sus ganancias, con episodios que no existían, ni siquiera el sitio donde “ocurren”. Rechazó igualmente la “información” que un misionero extranjero enviaba a su misión sobre el “éxito” de sus repartos de literatura. No te digo lo que hoy diría.
La palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación, rompe todas las farsas y derriba a la iglesia falsa y a sus edificadores de lodo suelto. Ya.
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