Lea, la suplantadora

No tuvo en cuenta la fuerza de un amor que había significado para el hombre con quien estaba en cama siete años de trabajos sin salario.

11 DE DICIEMBRE DE 2019 · 08:45

La visión de Dante de Raquel y Lea, un cuadro de 1855 de D. Gabriel Rosetti. / Wikimedia Commons,
La visión de Dante de Raquel y Lea, un cuadro de 1855 de D. Gabriel Rosetti. / Wikimedia Commons

Titulo este capítulo Lea, la suplantadora, porque en realidad lo fue. Suplantó a su hermana en la cama con Jacob. Falseó la verdad. Intentó engañar al que ya era marido de su hermana Raquel. Usurpó la persona de la hermana. La estafó. No tuvo en cuenta la fuerza de un amor que había significado para el hombre con quien estaba en cama siete años de trabajos sin salario.

Presento la historia tal como la cuenta la Biblia.

Jacob, hijo de Isaac y nieto de Abraham, sale de su tierra y se dirige a Mesopotamia. Lo envió el padre para que hallara a una mujer que fuera de su raza y religión para tomarla como esposa. Allí encuentra a Labán, rico agricultor y ganadero, arameo de la estirpe de Abraham. Tenía dos hijas, Raquel y Lea. Joven y de corazón ardiente se enamora de Raquel. O lo parece. La pide por esposa al padre. El frio y calculador Labán le exige lo que hoy consideraríamos un imposible. Una barbaridad. Que trabaje para él siete años cuidando el ganado y sin sueldo alguno, gratis. Jacob acepta. Dice la Biblia que tan largos años “le parecieron como pocos días, porque la amaba”.

Cumplida la penitencia Labán organiza la boda. Una gran fiesta. Llega la noche. Jacob entra en su tienda con una mujer. El himeneo está rodeado de banderas triunfales. Pasa la noche. Llega la mañana y con ella la gran sorpresa: Jacob advierte que ha pasado la noche con Lea, no con la amada Raquel. Reconoce que el engaño ha sido urdido por el padre de las jóvenes. Este se excusa diciendo que en su tierra no es costumbre de casar a la hermana pequeña, Raquel, antes que a la mayor, Lea. Le aconseja que se alegre una semana con Lea y luego trabaje otros siete años por Raquel, aunque por ella había trabajado los siete años anteriores. Jacob acepta y Labán, por una vez, cumple, con lo que tenemos a un hombre casado con dos hermanas. ¿Fue culpable Lea? Sí, tan altamente culpable como el padre, hombre duro, artificioso y falaz. Lea era culpable porque se prestó al engaño y durmió con Jacob haciéndole creer que era Raquel. Actuó como una mujer delincuente al usurpar los derechos de la hermana.

Pensemos en Raquel. ¿Era consciente de lo que se tramaba? Debió serlo. Porque después del banquete de boda, caída la tarde, llegada la noche, tuvo que advertir que no era ella la que entraba en la tienda de Jacob. Quedaría durmiendo donde dormía cada noche.

¿Y Jacob? No era inocente. Encontró en Labán la horma de su zapato. El engañador de su hermano Esaú resultó engañado.

¿Engañado? ¿Siguió el juego? ¿sabía quién era la mujer que tenía en la cama? En mi libro El amor en la Biblia y en la mitología griega planteo algunas preguntas que la Biblia no responde ni yo tengo respuestas: Admitiendo que Lea entrara en la tienda con el rostro cubierto por un velo, ¿no se despojó de él en toda la noche? En aquella tienda, ¿no había ni un rayo de luz? ¿No pronunció Lea una sola palabra, ni un gesto que la delatara? ¿Permaneció sin hablar todo el tiempo en una noche de boda? Siete años viviendo junto a dos mujeres, ¿no logró Jacob identificar quién era una y quién era la otra? Cuando se queja a Labán por el cambio ¿era sincero su enfado o estaba interpretando una comedia?

No concedo a Jacob la inocencia. Si su amor por Raquel era intenso y verdadero, ¿por qué aceptó la oferta del suegro y permaneció una semana en luna de miel con Lea? Uno de los llamados padres de la Iglesia, Clemente de Alejandría, razonaba así en defensa del hijo de Isaac. “¿Qué otra coca podía hacer?”. ¿Qué? Haberse negado. O ¿es que un hombre que dice amar tanto a una mujer puede convivir en amor y sexo con otra durante siete días? ¡Una semana en luna de miel con la hermana de su amada! ¡Aquellos hombres!

Aunque la Biblia dice que Jacob amó a Raquel más que a Lea, con esta tuvo siete hijos. En el capítulo 35 del Génesis se dan los nombres de siete varones, pero se omite el de una mujer, Dina, violada por Siquem. ¿Por qué esta omisión? En cuanto a Raquel, cuando Dios intervino para que dejara de ser estéril dio a luz otros dos varones: José y Benjamín.

Por lo que leemos en Génesis 30, a la caprichosa Lea no le bastaban los siete hijos que había dado a Jacob. Quería más. “Viendo, pues, Lea que había dejado de dar a luz, tomó a Zilpa su sierva y la dio a Jacob por mujer” (Génesis 30:9). Con la sierva Jacob tuvo otros dos hijos. ¡Qué historias!

Decían los llamados padres de la Iglesia, escritores, teólogos y biblicistas de los cinco primeros siglos, que en la historia de las dos hermanas no estaba ausente el misterio. Lea, siendo desposada la primera, tiene el grado de primera esposa. Pero la historia insiste en que Jacob amaba más a Raquel que a Lea, de lo que se deduce que a Lea la amaba menos. ¿Menos y con ella engendró siete hijos? Entonces, ¿lo de Raquel era todo corazón y lo de Lea todo sexo? ¿Era Lea, primera esposa, algo así como una esclava sexual? 

La vida de Lea fue en gran parte triste. En tanto que de Raquel leemos que era mujer hermosa, Lea era menos agraciada. Tuvo que conformarse con ser la paridora de hijos y vivir en un trio en el que ella estaba limitada a los deseos sexuales del esposo, en tanto que éste dedicaba las caricias a su hermana y, hasta cierto punto, rival. De Jacob no puede decirse, como en el poema de Rafael de León, “yo tengo entre dos amores mi corazón repartío”. Este no era su caso. El corazón lo reservaba para Raquel y Lea debía conformarse con el sexo. Situación que ella tal vez no provocaría. Fue sacada por su padre de la tienda que habitaba, cubierta con un espeso velo y llevada por unas sirvientas a la tienda donde Jacob esperaba a Raquel. Lo que siguió no la exime de culpa, como he escrito en otro lugar, pero conocedora del amor que Jacob profesaba a Raquel tal vez creería que también ella podría ser amada por él.

Escritores católicos sostienen que Raquel es figura de la Iglesia fundada por Jesucristo y Lea figura de la sinagoga surgida en época del destierro del pueblo judío, cuando el templo construido por Salomón estaba destruido. No comparto estas interpretaciones. Las considero forzadas.

Según Génesis 29:31-35 y 35:22-23, Lea fue honrada por el pueblo judío como madre de seis tribus.

A su muerte fue enterrada “en el campo de Macpela, comprado por Abraham a los hijos de Het” (Génesis 49:31-32). En este panteón familiar estaban enterrados Abraham, Isaac, Sara y Rebeca. Para Lea, la muerte fue bienvenida porque puso fin a una vida de más sufrimiento que alegrías.

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