Propósito de enmienda
Arremangada, ceñida por este 2007 que nos da la bienvenida me dispongo a abrir bien los ojos, deseosa por descubrir todas las sorpresas que me aguardan.
11 DE ENERO DE 2007 · 23:00

Antes de comenzar un nuevo año y justo en el ocaso del anterior, suelo hacer balance personal para ver como me han ido las cosas durante la travesía pronta a concluir. Casi siempre estoy tentada ha dejarme llevar por la emoción del momento, golpeada por la incesante musiquilla navideña que se propone difuminar las imperfecciones para hacerme ver que el año cercano a ser extinto ha sido perfecto. Soy objetiva, reflexiono fríamente y resuelvo hacer ese balance sin dejarme apabullar por el tintineo del momento.
Son muchas las cosas que a modo personal no me han gustado de mi trayectoria en el 2006, las anoto en mi cabeza con la única intención de darles un buen uso a la hora de proponerme unos ilusionados propósitos de enmienda.
De las definiciones que nos regala el diccionario con respecto a la palabra enmienda me quedo con una que dice: variar el rumbo o el fondeadero según las necesidades.
Es eso exactamente lo que me propongo en este recién estrenado 2007, cambiar el rumbo de muchas situaciones y aspectos de mi vida, luchar para vencer todo aquello que tontamente me estorba, desatar cuerdas, dispersar obstáculos, seguir alimentando sueños y fondear en buen puerto.
Quiero contagiar y ser contagiada, derramar bálsamo de aliento y ser receptora del vigor que me ha de visitar en las horas bajas.
Quiero ser menos oradora y más escuchante, silenciar mi boca y ceder mis oídos.
Quiero crecer en profundidad, acercarme más a Dios dejándome seducir por su magnitud y su soberanía. Cuidar mis momentos para con él, saborearlos con la quietud de un corazón fiel. Deseo menguar para que él crezca, de esa manera poder esparcir amor, consuelo, cariño, esperanza.
Abrigada por esa esperanza quisiera que muchos otros hicieran su particular propósito de enmienda: que los terroristas en un flash de lucidez abandonaran las armas poniendo fin a la desgarradora locura a la cual someten al prójimo. Que quienes maltratan sin piedad fueran dominados por la cordura y dejaran de lacerar sometiéndose al cambio. Que los “poderosos”, los que tienen autoridad para hacer y deshacer se quitaran la venda que los ciega y contrarrestaran el dolor con dosis de bondad.
Que todos pudiésemos vivir una vida con las mismas posibilidades, con la capacidad de soñar no mermada por el hambre, la guerra, el odio…
Que cada ser humano fuese rociado por un buen propósito que cual cadena de favores transfiriéramos de unos a otros.
Como pueden observar en este año sigo siendo igual de idealista, soñando con un mundo utópico, un mundo irreal, un mundo en el que a fin de cuentas a todos nos gustaría vivir.
Sé que los sueños no siempre se cumplen, que a veces son sólo quimeras, pero tengo el deber de soñar, todos deberíamos hacerlo, con un poco de ilusión por nuestra parte la vida puede ser más hermosa.
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