Tranquilidad y buenos alimentos

Pasan unos cuantos años hasta que los niños entienden que los humanos somos mortales. Se necesitan unos cuantos más para que los jóvenes se den cuenta de que no son inmortales y asuman esa realidad.

18 DE SEPTIEMBRE DE 2010 · 22:00

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Los adultos, conscientes de que la inmortalidad no va con ellos, retocan su significado para considerarla como el permanecer por tiempo indefinido en la memoria de las personas, siquiera sean las más allegadas. Eclesiastés 3:11 lo resume diciendo que Dios ha puesto eternidad en el corazón de los humanos. El deseo de longevidad puede entenderse como una escala más reducida y posibilista de la innata aspiración humana a la inmortalidad. La longevidad está asociada a los genes de cada cual -cosa que no controlamos-, así lo declara Elisabeth Blackburn, australiana de sesenta y un años afincada en California, bióloga y premio Nobel de Medicina 2009. Dice que también existen otros factores sobre los que si se puede incidir. En cualquier caso reconoce que los humanos estamos programados para vivir por un tiempo que sitúa en un máximo de ciento veinte años, en coincidencia con Génesis 6:3Serán, pues, los días del hombre ciento veinte años”. El principal motivo de su trabajo al que lleva dedicada muchos años es alargar la esperanza de vida con calidad. En tiempos del rey David la media de edad se situaba entre los setenta y los ochenta años (Salmo 90:10) aunque no exenta de trabajo, fatiga y molestia. Moisés, por su parte, alcanzó los ciento veinte años con una más que aceptable calidad de vida. Él mismo decía “Ya no puedo entrar ni salir” (Deuteronomio 34:7), pero llegó sin haber perdido el vigor y sin que sus ojos se apagaran (Deuteronomio 31:2). Elizabeth Blackburn afirma que si se siguen ciertos pasos y se hacen unas algunas cosas concretas la vida mejora y puede alargarse. Hacer ejercicio físico moderado contribuye a reducir los riesgos cardiovasculares. El estrés psicológico crónico que hace que el corazón lata más fuerte, el cerebro se acelere y el estómago trabaje más de la cuenta, es muy recomendable evitarlo a toda costa, pese a la dificultad que entraña en una sociedad pasada de vueltas como la nuestra. Mantener una alimentación constante, sana y equilibrada es algo que no se puede olvidar. En definitiva, lo mismo que decían nuestros mayores: Tranquilidad y buenos alimentos.

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