La mano del maestro
Un poema de Adela Torres de Vázquez (selecciona Isabel Pavón)
12 DE FEBRERO DE 2016 · 10:00

—Un violín ¿quién lo compra?—
dice el subastador.
—¿Quién da cincuenta duros?...
¡Ofreced, por favor!...
¿Quién lo toma por treinta?...
¿No hay aquí un comprador
que lo lleve por veinte?
Lo doy por tres... por dos...
Lleváoslo por uno
—grita con ronca voz.
—¿Nadie contesta nada?...
¡Ofreced, por favor!...
—¡Echadlo a un lado! —dicen—.
¡Mostrad cosa mejor!
Nadie compra basura;
es trasto sin valor.
Andando tembloroso
saliendo de un rincón,
se aproxima un anciano
quien con cansada voz
exclama ansiosamente:
—Si es que nadie lo compra,
prestádmelo, señor.
Lo toma sonriente,
lo limpia, lo acicala,
prueba su diapasón;
ajusta las clavijas,
lo pone en posición,
toma en la diestra el arco
y lleno de emoción
arranca de las cuerdas
los acordes más bellos
que oído humano oyó;
algo que dejó atónitos
a los cien circunstantes
que llenos de estupor,
comentan su ignorancia
y su equivocación.
—¡Es una joya! —dicen—.
¡Joya de gran valor!
—Doy cien duros —dice uno.
—¡Yo los doblo, señor!
—Yo quinientos cincuenta
—dice otro comprador.
—¡Yo doy mil... Mil quinientos!
—Tomadlo y termino
por hoy este remate
—dice el subastador.
Y se preguntan todos:
—¿Qué le dio tal valor?
—La mano del maestro
—contestó un caballero,
casual espectador.
Y continuó: —Señores,
como ese violín, yo
fui un ente deleznable,
inútil, sin valor.
Despreciado de todos
por mi vil condición,
sin fe y sin esperanza
anduve en mi dolor
Mas la mano piadosa
de Cristo me tomó,
me levantó del polvo
y amante me limpió.
Mis quejas y tristezas
tornolas en canción,
y una nueva esperanza
mi espíritu alentó
Desde entonces, gozoso
por mi transformación,
alaba agradecido
mi humilde corazón
la mano del Maestro
que obró el feliz milagro
de mi restauración.
Adela Torres de Vázquez
Tomado de la revista Puerto Rico Evangélico.
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