La adicción, cosa asquerosa

El pecado puede resultar tentador al principio, pero acaba ocasionando repulsa al darnos cuenta de lo que ocasiona.

24 DE MAYO DE 2025 · 21:00

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Foto de Arun Anoop en Unsplash

Cuando he hablado con fumadores, casi todos suelen afirmar que desearían dejar de fumar. Los drogodependientes que superaron su adicción también comparten su victoria con una sonrisa en el rostro. Han aprendido por las malas que el pecado puede resultar tentador al principio, pero que acaba ocasionando repulsa al darnos cuenta de lo que ocasiona:

“Y allí os acordaréis de vuestros caminos, y de todos vuestros hechos en que os contaminasteis; y os aborreceréis a vosotros mismos a causa de todos vuestros pecados que cometisteis” (Ezequiel 20:32).

El pecado tiene la capacidad de enganchar, de generar adicción y de dejarnos insatisfechos buscando cada vez más alivio. Pasamos a ser esclavos de lo que engancha:

“¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (Romanos 6:16).

Y todo porque queremos más. Se describe la misma sensación pero en otro contexto en la Biblia:

“Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed” (Juan 4:13).

Eso es precisamente lo que genera la adicción. En vez de buscar en las cosas atrayentes que acaban siendo asquerosas, fíjate lo que Jesús siguió diciendo en el siguiente versículo:

“mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:14).

Dios es capaz de liberarte de todos esos vicios que tanto te cuesta superar. Sea droga, alcohol, pornografía, costumbres pecaminosas, etc. De nuevo en un contexto diferente, mira lo que dice la Biblia. Si estás intentando liberarte de algo, lee con esperanza:

“Luego que clamaron a Dios en su angustia, los libró de sus aflicciones; los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte, y rompió sus prisiones. Alaben la misericordia de Dios, y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Porque quebrantó las puertas de bronce, y desmenuzó los cerrojos de hierro. Fueron afligidos los insensatos, a causa del camino de su rebelión y a causa de sus maldades; su alma abominó todo alimento, y llegaron hasta las puertas de la muerte. Pero clamaron a Dios en su angustia, y los libró de sus aflicciones. Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina. Alaben la misericordia de Dios, y sus maravillas para con los hijos de los hombres” (Salmo 107:13-21).

 

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