¿Vergüenza ajena o propia?
No caigamos inconscientemente en el “fariseísmo” moderno.
03 DE MAYO DE 2025 · 22:00
![Foto de [link]Caleb Woods[/link] en Unsplash,](https://media.protestantedigital.com/imagenes/6815dc629833b_caleb-woods-VZILDYoqn_U-unsplash.jpg)
“A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lucas 18:9-14).
El predicador sigue emitiendo exhortaciones desde el púlpito. Tú sigues mirando y escuchando lo que dice. Pero tus pensamientos están en otra parte…
Sí, estás pensando que eso que acaba de decir es justo lo que necesita escuchar tal o cual persona.
Es más, lo que dijo antes también le viene que ni pintado a Fulanito porque ese sí que tendría que poner las cosas en orden…
Y, aparte de eso, lo que se ha dicho no tiene nada que ver contigo porque no se aplica a tu caso…
No caigamos inconscientemente en el “fariseísmo” moderno. Recordemos:
“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” (Gálatas 6:1).
En vez de autoevaluarnos como santurrones sobresalientes, humildemente reconozcamos que nosotros también tenemos puntos débiles y somos propensos al pecado porque somos pecadores igualmente. Si no, aunque no lo aparentemos, podemos estar albergando un corazón orgulloso. Eso es un problema:
“Altivez de ojos, y orgullo de corazón, y pensamiento de impíos, son pecado” (Proverbios 21:4).
Es muy cierto que todos somos pecadores (Romanos 3:23). No apilemos pecados pensando en esas líneas y que nadie llegue a la conclusión que los cristianos se consideran mejor que los demás. No es el caso. Precisamente, escuchamos las amonestaciones porque somos conscientes de que somos pecadores igualmente y necesitamos la Palabra de Dios para guiarnos. La única diferencia entre los cristianos y los que no lo son es el reconocimiento del pecado propio y el hecho de que hemos acudido al Salvador Jesucristo. Nada más que eso.
Te creas mejor que los demás o reconozcas tu pecado, estás a tiempo de venir al Señor diciendo: “Dios, sé propicio a mí, pecador”.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Pensamientos - ¿Vergüenza ajena o propia?