Rookmaaker y el sentido del arte
Muchos seguimos creyendo, como él, que “toda vida y realidad está relacionada con Dios, así que todo pensamiento, obra, acción y sentimiento es en un sentido religión”.
11 DE ENERO DE 2022 · 09:00
Este año es el centenario del mejor amigo de Francis Schaeffer –según la biografía de Colin Duriez, publicada ahora en castellano– que era el holandés Hans Rookmaaker (1922-1977). Este profesor cambió la visión del arte de muchos evangélicos. La mejor introducción a su pensamiento son unas conferencias que publicó Andamio y Producciones Aparte bajo el título de El arte no necesita justificación en 1995. La Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos ha reeditado también el libro publicado por Andamio y Clie en el 2002, Arte moderno y la muerte de una cultura.
Esta obra pretende “mostrar la relación entre la gran revolución cultural de nuestro tiempo y el espíritu general de la época”, con ejemplos provenientes generalmente de la pintura, aunque hay citas también de músicos de los 60 como Bob Dylan o Paul Simon. Su tesis fundamental es que el arte es siempre “una interpretación de cierta visión de la realidad”. Por eso el arte moderno, según Rookmaaker, refleja una cultura agonizante, que parte de la Era de la Razón o Ilustración. Esta obra traza los orígenes de este movimiento de una forma clara y emotiva. No es un libro sistemático. Es de hecho, a veces resulta algo reiterativo, pero tiene un mensaje poderoso.
Rookmaaker significa en neerlandés ‘el que hace humo’, algo bastante apropiado para alguien que todos recuerdan con una imagen tan poco habitual en el mundo evangélico como la de un empedernido fumador. Los estudiantes en Inglaterra solían llamarle cariñosamente Rooky. En Holanda muchos iban a su casa los domingos por la noche, cuando Hans exponía la Epístola a los Romanos, pipa en mano, respondiendo sus preguntas.
Tenía fama de extravagante y excéntrico. En los viajes que hacía a Gran Bretaña desde 1967, el profesor era conocido por sus conversaciones hasta últimas horas de la noche, que eran la pesadilla de los asesores de los Grupos Bíblicos Universitarios que le acompañaban. A los evangélicos estadounidenses les escandalizaban sus charlas, porque solía mostrar diapositivas que incluían a menudo desnudos. Utilizaba además ilustraciones musicales de los Beatles o los Rolling Stones, o incluso del rock más ácido californiano, como Grateful Dead o Jefferson Airplane.
Víctima del nazismo
Rookmaaker venía de una familia no cristiana. Su abuelo era un diplomático que abandonó el protestantismo al casarse con una católica, y anunciar su separación de cualquier iglesia conocida. Sus padres vivían entre Sumatra y Holanda, cuando Hans nació en La Haya a principios de los felices años 20. No había sido bautizado de niño. Era más bien introvertido, y se crió protegido por sus dos hermanas, mudándose siempre de casa. La guerra separó a su familia entre los campos de concentración japoneses en Indonesia y las prisiones nazis de Polonia.
Su padre muere de un ataque al corazón durante la ocupación alemana, cuando tenía 55 años. Se cierra entonces la Escuela de Marina donde estudiaba, por lo que comienza a hacer Ingeniería en Delft. Se hace entonces un gran aficionado al jazz, y en un baile conoce a su novia, una judía llamada Riekie. Sus amigos empiezan a ser enviados a los campos de exterminio, cuando Hans decide empezar a colaborar con la Resistencia, distribuyendo un periódico clandestino, que le llevara finalmente a la cárcel. Su novia morirá mientras tanto en Auschwitz.
En la prisión nazi el único libro que le dejaron a Rookmaaker era la Biblia. En 1943 es deportado junto a diez mil holandeses a un campo de guerra en Nuremberg. Allí pasa hambre, pero empieza a hacer grandes descubrimientos en la Escritura. Luego es llevado a Ucrania, donde es internado al pie de los Cárpatos, para acabar en la costa báltica, continuando sus estudios por correo. Allí conoce a un capitán llamado Mekkes, que luego será profesor de filosofía. Por medio de él llega a ser cristiano.
Amigo de Shaeffer
Al ser liberado, Hans habla de su nueva fe a una de las amigas que sobrevivió el Holocausto. Anky trabajaba como secretaria en La Haya. Iban juntos al cine, pero ella no fue a la iglesia hasta el día en que Rookmaaker fue bautizado en una Iglesia Reformada Libre, una denominación conservadora que había salido de la iglesia reformada que fundó el teólogo y primer ministro holandés Abraham Kuyper. Anky tenía ideas orientales como la reencarnación, pero al hacerse cristiana, se casaron.
En el ámbito protestante conservador en que se movían Hans y Anky, surgió la oportunidad de un trabajo en la primera Conferencia del Concilio Internacional de Iglesias Cristianas que se celebró en Amsterdam en 1948, como una alternativa fundamentalista al Concilio Ecuménico Mundial de las Iglesias que se estableció ese mismo año en esta ciudad. Un joven pastor presbiteriano americano llamado Francis Schaeffer (1912-1984) militaba entonces en las filas del neo-fundamentalismo que este consejo representaba, al separarse de la Iglesia Ortodoxa Presbiteriana y el Seminario de Westminster tras la muerte de Machen, por una discusión por el derecho a la libertad de conciencia de profesores y estudiantes, para fumar, beber o bailar.
A Schaeffer le llamó la atención este estudiante que fumaba en pipa y le preguntaba sobre la música negra. Su conversión en la guerra, le impresionó. Recorrieron la ciudad, tan interesados en la conversación, que Hans se olvidó de recoger a Anky. Se inició así una amistad que duraría toda la vida. Schaeffer fue luego enviado como misionero a Europa para trabajar con niños. Allí tuvo la crisis de fe que le llevó a comenzar una comunidad en las montañas en 1954, que llamó L´Abri (Refugio). Rookmaaker pasó mucho tiempo allí hablando con no creyentes acerca de la fe. Su pensamiento está detrás del libro de Schaeffer, Arte y Biblia, que publicó José Grau en Barcelona con Ediciones Evangélicas Europeas en 1974.
Arte, música y cine
Hans estudió Historia del Arte, haciendo su doctorado sobre Gauguin. Enseñaba en un instituto y hacía críticas de arte para un diario, mientras Anky continuaba trabajando como secretaria en un hospital. No tenían mucho dinero. Él se gastaba mucho en libros y discos. La verdad es que era poco práctico, pero su fe llenaba toda su vida. Empezó una reunión de oración en su iglesia, donde fue elegido anciano en los años 60. El teólogo y primer ministro de Holanda, Kuyper había fundado la Universidad Libre en Ámsterdam, inspirado por su fe cristiana. Allí es hecho Rookmaaker catedrático de Historia del Arte. Era muy popular entre los estudiantes, que venían de muchos países a estudiar con él. Salía con ellos a ver galerías, e incluso hacían excursiones a Alemania.
En los años 60 visita varias universidades norteamericanas y asiste a iglesias negras, llegando a conocer a la famosa cantante de gospel Mahalia Jackson. Publica entonces un libro sobre Jazz, blues y espirituales, llegando a ser responsable de la conocida colección de discos llamada Riverside, que recuperaba grabaciones de este tipo de música para el sello Fontana. A Rookmaaker le gustaba Bach, pero luego no le interesaba prácticamente nada hasta los orígenes del jazz. En esto como en tantas otras cosas, no era nada convencional. Su mujer solía levantarse temprano, pero él era prácticamente intratable hasta media mañana. Su vida nocturna le hacía incapaz a esas horas de proferir palabra alguna, como no fuera un gesto de irritación.
Rookmaaker leía mucho, pero no novelas, excepto las de C. S. Lewis. No entendía nada de deporte, pero era un gran aficionado al cine. Llegó a formar parte incluso de la junta estatal de censura de películas que había en Holanda. Sus decisiones eran tan curiosas como grande era su aversión al moralismo. Prefería una visión honesta de la vida por ejemplo, aunque mostrará una clara permisividad sexual, a la violencia gratuita de las películas de acción. Aprobaba por eso las películas de Buñuel o Fellini, y rechazaba las de Kung-Fu. En el año 1962 publicó un libro sobre arte y entretenimiento, que muestran sus criterios de valoración en ese sentido.
Su legado hoy
En el año 1970 publica este libro sobre el arte moderno, dos años después de hacer otro sobre el arte y el público hoy. La obra que está en castellano, fue traducida a muchos idiomas. El periódico británico Observer la escogió como uno de los libros del año 1972. Aquí encontramos una auténtica perspectiva bíblica de la Historia del Arte. No mucho después, en 1977 Rookmaaker partía con el Señor con un repentino ataque al corazón, a los 55 años. En su funeral se escuchó, tal y como él quería, uno de los espirituales de Mahalia Jackson.
Uno de sus discípulos ingleses le sucedió en la Universidad, Graham Birtwistle. Otros continuaron su trabajo, como Marc de Klijn, un pintor y pianista de jazz que venía de una familia artística de judíos no creyentes, y había llegado a ser cristiano por medio Rookmaaker. Aunque ahora vive en Israel, enseñó ilustración a mi esposa en la Academia Cristiana de Bellas Artes que se fundó a finales de los 70 en la ciudad de Kampen –donde yo estudié teología, siendo miembro de su iglesia–.
Una hija de Rookmaaker, Marleen estudió musicología. Tuve oportunidad de conocerla hace unos años, en un congreso sobre la Reforma en Wittenberg. Ella publicó sus obras completas en inglés en seis tomos. No hay duda de que su legado sigue vivo hoy. Porque “la fe no es sólo una cuestión de religión –como decía él–, del alma, y su salvación en el cielo, sino de la salvación de toda la persona, un modo de vida y pensamiento que afecta a todos los aspectos de la vida humana”.
Muchos seguimos creyendo que “toda vida y realidad está relacionada con Dios, así que todo pensamiento, obra, acción y sentimiento es en un sentido religión”. Por lo que “no es solo el alma en un estricto sentido religioso la que pertenece a Dios, sino toda la vida”. Esos “grandes principios bíblicos de la Reforma dan respuesta no solo a la cuestión de cuál es la actitud cristiana ante la cultura, sino también cuál ha de ser la actitud del creyente ante una cultura no cristiana”.
Yo creo como él, que “Dios quiere que su pueblo viva, ya que Él es Dios de vida, vida plena, en toda realidad humana”. Y que “sus mandamientos no son simplemente religiosos o éticos, sino principios básicos de vida”. Como Rookmaaker, para mí el arte no es cuestión de gustos, sino que lo que me pregunto siempre es qué dice de la vida humana. Y en ese sentido creo que está su significado.
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