Propaganda católica de Roca Barea. Apología de Guillermo de Orange (1)

Que esos protestantes en el XVI logran crear una red de propaganda internacional, y los pobres papistas españoles, con su imperio donde no se ponía el sol y todo, no abrieron su boca, es un puro cuento que se puede contar como se quiera, pero es un cuento.

07 DE JULIO DE 2018 · 21:00

Retrato de Guillermo de Orange, por Adriaen Thomasz Key, en 1580. / Wikimedia Commons,
Retrato de Guillermo de Orange, por Adriaen Thomasz Key, en 1580. / Wikimedia Commons

Carlos Martínez Shaw, al referirse a una situación de España bastante calamitosa, ironizaba de poder ser acusado de “inconsciente propalador de la leyenda negra. Cosa esta última que, dicho sea de paso, nos achacaría sin duda la autora de un reciente y virulento best seller contra la supuesta hispanofobia y otras perversas manías de ciertos historiadores que, seguidores de Antonio Pérez y de Bartolomé de las Casas, solo tratan de comprometer el glorioso pasado de España”. (En la reseña de un libro sobre Felipe IV, Babelia, El País, 12/06/2018)

Efectivamente, la señora Roca Barea se ha creído lo que imagina en su sombra, y se ha marcado el proyecto imperial de descubrir que hay una leyenda negra contra España, y descubrirles a los españoles que son tontitos (salvo los que le aplaudan), y se han creído que son como dicen que son esos perversos, hipócritas y materialistas protestantes del norte. “Porque -no hace falta ni decirlo­- el católico ha asumido este paisaje social y habita mentalmente en la cosmovisión de Occidente que el protestante ha dibujado” (p. 392. Ya sabemos que, para la autora, “católico” y “español” es lo mismo.) Todo esto, con la ayuda de (¿serán renegados?) historiadores que ven tan poco de historia que ni la evidente leyenda negra ven (García Cárcel), o de escritores que, exteriorizan “un patriotismo de rompe y rasga que se aviene muy mal con su obediente repetición de los más manidos tópicos de la leyenda negra”. (p. 289 ¡Arturo Pérez Reverte ha sido descubierto y fulminado por el Rayo Áureo!).

De todos modos, ya debería saber, no ha descubierto nada. Su España es la España áurea de la bandera del partido Ciudadanos, que ya la enarboló el PP con Aznar, entregado el mástil por la mano de Fraga. Todo el franquismo fue de oro, y los otros, ya se sabe. Cuando, pues, la señora Roca nos dice que se ha enseñado una historia de España que se corresponde con la leyenda negra, ¿se refiere a los años del franquismo? Debería decir en qué se diferencia su España dorada de la presentada por tierra, mar y aire durante el franquismo. Y no solo en el franquismo, también en la dictadura de Primo de Rivera. Esto lo ha presentado muy bien Jesús Villanueva (Leyenda negra. Una polémica nacionalista en la España del siglo XX, Catarata, 2011)

Las “leyendas negras” son herramientas de siempre usadas como arma política, incluso económica. Y la Leyenda Negra es eso. Tanto desde fuera, en sus localidades y circunstancias históricas, como dentro, para que sea un referente de autoafirmación nacional, según le interese a un sector. Lo vemos hoy mismo en España. Un sector “español” ha creado una leyenda negra contra Cataluña; y otro sector “catalán” ha creado la suya contra España. Son sectores que hacen ruido, con sus medios de comunicación y económicos, pero, al final España es mucho más normal, y a las gentes de sus territorios la única leyenda negra que les interesa es la suya: se ven negros para llegar a fin de mes.

Tenemos, por lo tanto, un proyecto para que la España de oro siga, por lo menos, dorada. Para ello se debe ennegrecer a todos los que han señalado que no era oro todo lo que relucía. Les pongo un ejemplo. Borja Hermoso, en un artículo “Operación: lavar la historia de España”, (El País, Cultura, 28/01/2018) donde explicaba la razón de la reciente creación de la “Fundación Civilización Hispánica”, (Roca Barea, se dice ahí, es asesora) consistente en una iniciativa “nacida para blanquear la leyenda negra de un pasado imperial”, ya señalaba que el proyecto de la fundación es actuar en áreas de influencia en Estados Unidos, México y, por supuesto, España, y llegará al público con su propaganda en los medios, a través de series, exposiciones, trabajos divulgativos, etc. Y contará, según su director, Borja Cardelús, “con el apoyo incondicional del Gobierno por vía de los ministerios de Exteriores y Educación, Cultura y Deporte, así como de los directivos de RTVE”. (Ahora tenemos otro Gobierno; ya veremos.)

Para “lavar” la leyenda negra, hay que poner de negro a los otros. Eso lo hace Mª Elvira Roca, y no sería sino una más en la procesión, y ahí la dejaría, si no fuere por las burradas que dispensa contra el protestantismo. En esas burradas es donde mejor aparece que se lo ha creído. Por eso no puedo pasar sin ponerle un texto de uno de los renegados, que tanto la fastidian, el bueno de Francisco de Enzinas. “Si al hombre loco le pusieres en un mortero y le molieres hasta que sea desmenuzado, como suele ser molido el trigo en el almirez, no por eso se apartará de su locura”. Aquí “loco” se refiere a necio, al que no razona. Corresponde a los textos que tenía preparados para su edición completa de la Biblia, así reconozco la labor de Iñaqui García Pinilla rescatando la memoria y trabajos de algunos de estos renegados, dirigiendo estudios e investigaciones (en este caso, de Alba Mª Caballeo Bravo). Efectivamente, en nuestro Libro (es una cita de Proverbios) se dice eso del necio: sin remedio. Pero como la señora Roca mira con su ojo áureo y ve todo el mal, ¡que está en su ADN!, del protestantismo, y su mirada proviene no de lectura e investigación, sino de gusto y opinión decisoria, demostrando que Narciso fue generoso en extremo, conviene en este caso dos tazas; y le pongo otro texto del citado renegado: “Si vieres algún hombre que se tiene por muy sabio y muy discreto, concibe en tu ánimo mejor esperanza del que es manifiestamente loco que de este tal fantástico y presuntuoso”.

A base de repetirlo, lo mismo hasta ella se lo cree, pero Mª Elvira Roca dice y dice y dice, que la iglesia católica no ha sido capaz de responder con la adecuada propaganda a la mezquina propaganda protestante. En esto se ve su dorada visión de dicha iglesia, pues el papado no necesitaría “propaganda”, sólo exteriorizar sus virtudes; pero no ha sabido hacerlo, nunca. Y si no llega a ser por Roca Barea, hasta se podía perder esa perla de gran precio que solo ella parece que reconoce (¡ni el papa sabe de qué va eso del catolicismo!) Por supuesto, “papado” y “España” son lo mismo, de ahí que en su argumentario España tampoco ha sabido responder. Como gran imperio, y eso les pasa a los imperios, quizás no ha sentido ni la necesidad de hacerlo, pero por esa desidia, miren cómo ha quedado su nombre en la historia.

Antes de seguir, tengo que señalar algo evidente, para quien tenga ojos para ver, y es que la señora Roca, que presume de no haber caído en la trampa de creerse lo de la leyenda negra contra el papado/España, pues su mente está por encima de esas debilidades, realmente es un ejemplo de mente que se ha tragado todas las propagandas del catolicismo. ¿De dónde saca que el papado “es la iglesia verdadera”, y si uno se sale es cismático? ¿De dónde ha sacado que las posesiones del catolicismo eran legítimas, y si las tomaba otro era un robo? ¿Se habrá tragado eso de la “donación” de Constantino? (¿Será eso un robo?) ¿Que el ADN de la iglesia romana no es la imagen y la publicidad? ¿Qué son las procesiones, la iconografía de los templos, los rituales, el ropaje…? [Mejor se sientan porque esto es de pasmo] ¿Qué propaganda no se habrá tragado la autora de Papadofilia cuando dice; “Esta manía de los católicos de llamar a las cosas por su nombre [ya les avisé, mejor se sientan] es una fuente de tergiversaciones y malentendidos a dos niveles, interno y externo… No importa cuál sea la realidad, sino qué palabras se usan para referirse a ella. Luego el lenguaje hace el resto del trabajo. No hay forma de entender el fenómeno de la leyenda negra más que desde el punto de vista del lenguaje y la manipulación del lenguaje. Esto el mundo católico no ha sido capaz de verlo ni de analizarlo nunca. Y mucho menos de responder adecuadamente a ello”. (p. 387) La señora Roca, sobre la Inquisición, llega a plantear lo siguiente: “Había, pues, documentación por quintales, y la Iglesia [ya saben, “la Iglesia”, no hay otra], en los últimos tiempos, ha abierto los últimos archivos inquisitoriales que quedaban cerrados, consciente de que la verdad no podía sino beneficiarla”. (p. 266) De manera que ya sabemos que a usted eso de las leyendas no le afectan; todo choca contra su mente, nada entra. Eso del papado fundado en la verdad, sin ocultaciones, sin engaños, nítido, que realmente le interesa que se sepan sus actuaciones, donde no hay secretos, ni dobles lenguajes, ni triples, ni cuádruples, ese dorado del papado es oro puro. Y de su Inquisición, no digamos, que eso del secreto nunca le convino. Que ya sabemos lo del juramento de transparencia (¿o era de secreto?, con el que iniciaba cualquier actuación dentro del proceso. Todos tenían que jurar transparencia; justo al salir debían publicar la honradez y verdad de las cosas que allí se decían o hacían. Era así ¿no, señora Roca? Explíquelo, que ahí tiene una mina de transparencia, donde cualquiera puede ver cómo era la Inquisición. Cualquiera, parece, menos usted.

Mire, señora Roca, por aquello ya mentado de que el necio no se lo vaya a creer, que dice nuestro Libro, usted es una creación de la propaganda papal. Tan bien hecha que se piensa que es libre de ella, que la mira desde fuera. Y dentro de esa propaganda está la fabricación en el imaginario de “leyendas negras” para que sirvan de soporte a intereses propios. Nadie hoy necesita esas leyendas contra España, solo una parte de esa España, para asentar su identidad presente en una gloria pasada. Como esa gloria, ese tiempo áureo, lo fue como brazo de la Contrarreforma, es necesario mantener vivos los tiempos y resucitar protestantes del XVI y colocarlos en el XXI por todas partes. De esa España que necesita una leyenda negra en su contra para existir, solo queda un retazo, la mayoría es mucho más normal. Y en ese retal, usted es una vendedora eficaz. Seguramente será un gran honor, pero no es más que una vendedora de propaganda; y encima, como mejor lo desean los que quieren vender su producto, sin que el vendedor sepa las carencias del mismo, sólo el folleto publicitario. Piensa que ofrece oro puro, pero no es más que latón con un pegote de purpurina barata.

El cuento se puede contar de muchas maneras, pero que esos protestantes en el XVI logran crear una red de propaganda internacional, y los pobres papistas españoles, con su imperio donde no se ponía el sol y todo, no abrieron su boca, es un puro cuento que se puede contar como se quiera, pero es un cuento. Que los contendientes en cualquier parte usen de propaganda, pues sí: todos. Y España con su papado no es diferente. Un ejemplo: ¿quién llevó a Lutero a Latinoamérica? ¿quién llevó allí al epítome del diablo? ¿No es eso propaganda y leyenda negra contra los protestantes? ¿No usaron los papistas de la literatura, y de herramientas más populistas como la pintura, la música, el teatro, a favor de su causa y contra sus enemigos? ¿Ha leído algo de la propaganda nacional, con el rey y sus católicos al frente, en Francia contra unos cartelitos donde se negaba el sacrificio de la misa? En enero de 1535, en París se ofrece una de las mayores muestras de propaganda papal frente a los protestantes. Ha quedado como ejemplo en crónicas por su esplendor, riqueza, tiempo de preparación, reliquias sacadas en procesión, etc. ¿Eso es o no es propaganda? Efectivamente, la propaganda fue mutua. Aunque la señora Roca nos dice que la que triunfa de verdad, por sus mentiras, es la protestante. Y en ese espacio, una sobre todas, la Apología de Guillermo de Orange, pilar fundamental de la leyenda negra, según cuenta la autora.

Mª Elvira Roca sabe que poner a unos protestantes tan sabios y poderosos controlando con una especie de Wikipedia del XVI, y por otro lado a unos católicos silentes y sentados, sería un cuento demasiado cuento, y nos pone que también por la otra parte hubo algo, pero muy poco y por individuos. “Mucho antes de Juderías, otros escritores españoles y extranjeros sabían de la virulencia de la propaganda antiespañola [ya sabemos, es igual que antipapal] y procuraron responder a las calumnias con que se difamaba a este país. Quevedo fue si no el primero, sí de los primeros con su España defendida.” (p. 38)

Por supuesto Quevedo, que con el título ya se ve. Pero cuente usted a tantos otros. Los puede encontrar, si quiere, en el trabajo erudito y recomendable, de la profesora de la universidad de Ámsterdam, Yolanda Rodríguez Pérez, (The Dutch Revolt through Spanish Eyes. Self and Other in Historical and Literary Texts of Golden Age Spain (c.1548-1673), Oxford, Peter Lang, 2008) Ahí verá que incluso se publica una “antiapología”, nada más salir la de Orange. Pero eso nos queda, d. v., para la próxima semana, donde veremos las mentiras, de parte y parte (¿o solo de una parte?, señora Roca), y las verdades, que también interesan.

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