Leonardo de Chirico: Jesús es mi Señor y mi Dios

Si la Navidad se ve desprovista del milagro de la encarnación del Hijo de Dios, entonces es una fiesta vacía.

  · Traducido por Miriam Borham

07 DE FEBRERO DE 2015 · 21:20

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Nos vamos a Roma para preguntarle a Leonardo De Chirico ¿Quién es Jesús? El Jesús que dijo a Leví: "Sígueme". Y dice Marcos que él dejó el banco de los tributos públicos y le siguió. No preguntó. Es como si Jesús nos dijera que luego de oír su palabra, no nos vale llevar a cabo nuestras propias interpretaciones de acuerdo a lo que más nos conviene, sino obedecer y actuar. Él habla y nosotros entramos en acción. Y cuando nos llama no tenemos otra alternativa más que abandonarlo todo y seguirle, dejando atrás todo lo que nos estorbe en ese seguimiento. Implica obediencia. Abandonar la seguridad de la barca y caminar sobre las aguas. Confirmando nuestra fe.

De Chirico es teólogo y Vicepresidente de la Alianza Evangélica Italiana. Actualmente está liderando un proyecto de implantación y desarrollo de nuevas iglesias en Roma. Conoce de primera mano lo que es y representa el catolicismo-romano, tal como se refleja en su página web: www.vaticanfiles.org. Obtuvo la licenciatura en Historia (en la Universidad de Bolonia), en Teología (ETCW, Bridgend, Gales) y en Bioética (Universidad de Padua). Su tesis doctoral de investigación teológica (PhD) la realizó en el King's College (Londres) y fue publicada como Perspectiva teológica evangélica tras el Vaticano II en el catolicismo romano. Es Director Adjunto del Instituto di Formazione Evangelica e Documentazione (Padua), editor de la revista teológica Studi di Teologia, y director del Centro para la Ética y la Bioética (CSEB).

 

Pregunta.- Si hoy Jesús le preguntara, ¿quién crees que soy yo? ¿Qué le respondería?

Respuesta.- Tomaría prestadas las palabras de Tomás: “Mi Señor y mi Dios” (Juan 20:28).

 

 

Leonardo de Chirico.

 P.- ¿Cómo y cuándo lo conoció? ¿Es para usted un amigo?

R.- Era todavía un niño. El Evangelio acababa de llegar a mi familia y descubrí que era un pecador que necesitaba la salvación de Dios. Me explicaron el Evangelio y experimenté lo que luego pude definir como un llamado: una atracción hacia Jesús unida con un compromiso para seguirle. No me sería fácil llamarle “amigo” pero sé que Jesús llama a sus discípulos “amigos” (Juan 15:15) y uno de mis himnos favoritos es “Oh, qué amigo tenemos en Cristo”.

 

P.- ¿Hay evidencias históricas del paso de Jesús por la tierra? ¿Podemos los cristianos hablar de un Jesús histórico?

R.- Con toda certeza; los evangelios son documentos históricos fiables y creo que ningún académico serio puede tener duda alguna acerca de la historicidad de Jesús.

 

P.- ¿Por qué decimos los cristianos que Jesús es nuestro Salvador personal?

R.- La narrativa bíblica nos describe como perdidos en nuestros pecados y habla de que Dios Padre ha enviado a su Hijo a rescatarnos. Así que sí tenemos necesidad de alguien que nos libere, justifique, redima, sane y salve. El profeta Isaías clamó: “El Señor es mi salvación” (Isaías 12) y los verdaderos creyentes tienen conciencia de que la salvación de Dios, aunque de dimensiones cósmicas y de carácter histórico, tiene una dimensión profundamente personal.

 

P.- ¿Cómo puedo explicarle a una persona que no le conoce, que fue enviado por Dios para salvarle?

R.- Hay algo que no funciona en nosotros y debemos ser honestos al respecto. En el fondo no podemos solucionarlo. También hay algo que va mal en el mundo y nadie duda de ello. Así que tenemos un problema y Jesús vino a resolverlo, y se enfrentó a toda la maldad del mundo y pagó por ello. Él es la solución, la única verdadera y duradera.

 

P.- En las Escrituras dice que Jesús es el intermediario entre Dios y los hombres. ¿Por qué piensa que muchos cristianos buscan otros intermediarios dejándole de lado?

R.- Porque los ídolos quieren su propio lugar y saben que Jesús los echará. Por lo tanto, siempre nos enfrentamos a la tentación de volver a nuestros ídolos, los intermediarios entre nosotros y nuestra seguridad, integridad, propósito y plenitud vital.

 

P.- ¿Cuál fue la misión que se le encomendó al bajar a este mundo? ¿Es integral esta misión, es decir, incluye las necesidades básicas del ser humano, desde su necesidad de Dios, pero también su necesidad de alimento, educación, salud, relaciones, amor...?

R.- En su rol de segundo Adán, Jesús vino a pagar por la humanidad rota causada por el primer Adán y a encarnar la nueva humanidad. De la correcta relación con Dios derivan todos los demás aspectos de la vida humana. En ese sentido, su misión era y es holística.

 

P.- ¿Por qué piensa que Dios le envió como si fuera cualquier ciudadano de a pie... Se esperaba a un rey poderoso que acabara con el yugo romano...

R.- En su primera venida el Mesías pasó desapercibido como un siervo-rey que experimentó la muerte y la resurrección. En su segunda venida el Mesías vendrá a nosotros como un Rey victorioso en plena y completa majestad.

 

P.- ¿Por qué piensas que Jesús pone como ejemplo a los niños en medio de una sociedad que los ignoraba?

R.- Porque la Palabra nos enseña que nacemos al reino de Dios en una especie de alumbramiento. Tenemos que pasar por un re-nacimiento y una infancia para poder entrar en el reino.

 

P.- Mucha gente piensa que esa actitud choca con las situaciones injustas que se suceden en el mundo: pobreza, llanto, violencia, corrupción, desastres ecológicos... ¿Qué podemos decirles?

R.- Al contrario, Jesús se acerca a todos aquellos que experimentan la amargura del pecado y les da una esperanza para el futuro. Jesús se identifica con todos los que sufren y les ofrece una vía para escapar de la esclavitud del pecado.

 

P.- ¿Qué significan las Bienaventuranzas pronunciadas por Jesús? ¿Quién es el hombre citado en las mismas?

R.- Las bienaventuranzas son el acta constitutiva del reino de Dios. Las bienaventuranzas se refieren a aquellos que pertenecen al reino de Dios.

 

P.- ¿Cómo podemos vivir las Bienaventuranzas aquí y ahora?

R.- En primer lugar, debemos asegurarnos de que nosotros mismos pertenecemos al reino de Dios. Después debemos moldear nuestras vidas de acuerdo a sus valores.

 

P.- ¿Se comprometió Jesús con la realidad que le tocó vivir?

R.- Se comprometió por completo con el mundo, al tiempo que aún era el Hijo de Dios: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”, Hebreos 4:15.

 

P.- ¿Fue una estrategia el renunciar al poder que poseía? ¿Cuál fue su alternativa al dominio y poder e este mundo?

R.- Sin Dios el poder humano se convierte en explotador y mortal. Jesús quiso mostrarnos qué significa para Dios ser poderoso, esto es, justo, misericordioso, santo y lleno de gracia. Él encarnó el poder de Dios.

 

P.- ¿Cómo encaja en lo anterior su muerte y posterior resurrección? ¿Cuál su importancia para el hombre?

R.- Su muerte es la manera impredecible de Dios para vencer al pecado y la muerte. A través de su sufrimiento y muerte Él pagó por el pecado, y a través de la resurrección, su victoria fue justificada.

 

P.- Podemos concluir que el hombre es de suma importancia para Jesús, el Hijo, y para el Padre que lo envió. ¿Cómo debe entonces ser el papel de la iglesia frente al hombre y todas sus necesidades?

R.- Hombres y mujeres son criaturas de Dios, creadas a su imagen y semejanza, es decir, ocupan una posición única en la creación. Por lo tanto cada ser humano es precioso para Dios y debería ser así también para la iglesia. La iglesia está llamada a mostrar la preocupación de Dios por la humanidad, predicando y encarnando el evangelio.

 

P.- ¿Cuál debe ser la respuesta del hombre?

R.- Cuando Jesús proclamó que el Reino de Dios había llegado, exhortó a la gente diciendo “arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1: 15). El arrepentimiento y la fe son siempre la respuesta correcta.

 

P.- Acabamos de celebrar la Navidad, con muchos preparativos. ¿Hemos entendido su verdadero significado?

R.- No lo creo. Si la Navidad se ve desprovista del milagro de la encarnación del Hijo de Dios, entonces es una fiesta vacía.

 

P.- ¿Cómo se celebra la Navidad en su casa?

R.- De manera muy sencilla. Alabamos a Dios Padre por el don de su Hijo y compartimos la comunión de su Espíritu.

 

Finaliza la entrevista. Grazie, Leonardo, por dedicarnos un tiempo a mostrarnos cuál es tu experiencia con Jesús.

(Traducción del inglés al español por Miriam Borham, profesora de la Universidad de Salamanca)

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