Antonio Cruz: "¡A defender la fe!"
Segunda parte de la entrevista con el doctor Cruz, donde habla de apologética y de los grandes desafíos del cristianismo contemporáneo.
30 DE NOVIEMBRE DE 2014 · 06:00
¡Saludos hermanos y hermanas!
Aquí está la segunda parte de nuestra entrevista con el Dr. Antonio Cruz. Si no leísteis la primera parte, aquí tenéis el enlace. Hoy Cruz nos hablará sobre las huellas de Dios en el universo, su fe cristiana, la importancia de la apologética, los grandes desafíos para el cristianismo contemporáneo y un par de consejos para nuestros jóvenes en España.
¡Espero que os sea de gran ánimo! ¡Un abrazo digital para todos! Os paso con el hermano Antonio de nuevo.
WG: ¿Podría nombrarnos algunas huellas de Dios en el universo/ mundo?
La primera huella la constituye la propia existencia del universo porque de la nada absoluta, nada puede provenir. La mejor respuesta que poseemos a la pregunta de: ¿por qué existe algo en vez de nada? es precisamente porque hay un Dios creador eterno y externo a la materialidad espaciotemporal que lo ha hecho todo con infinita sabiduría, partiendo de la nada. Esta explicación no agrada a quien se resiste a aceptar la realidad de Dios, pero es la mejor de todas las posibles soluciones. La teoría del Big Bang que hoy acepta mayoritariamente la ciencia, con sus requerimientos acerca de que el universo tuvo un principio y la evidencia de un misterioso ajuste fino de las constantes físicas del cosmos, supone también un espaldarazo a dicha explicación.
La segunda huella viene constituida por el hecho de que la naturaleza obedece leyes. ¿Cómo llegaron a existir tales leyes físicas? Si el mundo se hubiese originado al azar, sin ninguna planificación previa, lo más lógico sería suponer que fuese caótico y no estuviera sometido a leyes o constantes como las que detectamos en el universo. La respuesta obvia es que la existencia de estas leyes demanda así mismo la de un supremo legislador.
Otra huella que apunta a la necesidad de Dios es la existencia de la propia vida. ¿Cómo pudo emerger este singular fenómeno de la vida a partir de lo no vivo? La sofisticada complejidad de hasta las más pequeñas células, como pueden ser las bacterias, -no digamos ya las células eucariotas como, por ejemplo, los glóbulos blancos de la sangre-, no puede ser explicada apelando a la pura casualidad de las mutaciones al azar y la selección natural, como hace el darwinismo. No se trata de apelar al dios tapagujeros para explicar aquello que la ciencia aún no conoce, es precisamente al revés, lo mucho que ya conocemos de la biología y bioquímica celular nos prohíbe recurrir a los mecanismos de la teoría de la evolución para dar cuenta de tamaña complejidad citológica. Se requiere mucha información, planificación e inteligencia previa para hacer las estructuras y mecanismos biológicos que observamos en los seres vivos. Una vez más, la mejor respuesta es la existencia de una Mente sabia que lo diseñó desde el principio.
También la conciencia humana es como una huella que apunta a Dios. ¿Por qué somos conscientes de que somos conscientes? ¿Cómo pueden unas pequeñas células como las neuronas del cerebro producir la conciencia? ¿Por qué cuando estas mismas neuronas están en el tronco encefálico no producen conciencia? La realidad suprafísica de la conciencia, así como del pensamiento y el “yo” personal determinan que sólo una conciencia cósmica divina, como la del Dios que se revela en la Escritura, es capaz de dar razón de ellas.
WG: ¡Qué interesantes! Son cuatro pistas impresionantes: la existencia de algo en vez de nada, leyes, la vida y la conciencia. Ahora bien, más allá de las evidencias objetivas para la existencia de Dios. ¿Me permite hacerle una pregunta más subjetiva, más personal? ¿Por qué es usted cristiano?
Porque durante mi adolescencia me enamoré de Jesús. Sus enseñanzas conmovieron mi alma y me hicieron reconocer mis muchas deficiencias personales. Desde entonces, comprendí que el mejor sentido de la vida humana está en descubrir y vivir a diario el propósito que Dios tiene para cada criatura. Creo que a un Creador tan bondadoso y sabio, que se manifiesta en Jesucristo para comunicarse con el ser humano, conviene hacerle caso. Es fundamental para nuestra existencia estar en paz con Dios.
WG: Amén. ¿Y piensa que es importante la apologética para el cristiano?
La defensa de la fe ha sido siempre necesaria e importante a lo largo de la historia y hoy lo continúa siendo. Tanto una apologética externa, frente a los ataques de los incrédulos, como otra apologética interna que enfrente los errores o desviaciones doctrinales dentro de la propia Iglesia. Ahora bien, la verdadera defensa de la fe debe huir de toda agresividad y de cualquier dinámica de lucha fratricida -por desgracia tan frecuentes en el mundo- para ejercerse con mansedumbre y respeto por las personas. Los cristianos debemos esforzarnos por desarrollar este tipo de apologética que es capaz de denunciar el error pero, a la vez, con reverencia y respeto hacia el ser humano.
WG: Y en su opinión, ¿cuáles son los grandes desafíos y las grandes necesidades del cristianismo contemporáneo?
Ante la cultura científico-técnica en la que vivimos hoy, que ha generado en el ser humano esa fascinación por sus propios logros materiales y por poseer bienes perecederos, la fe cristiana se entiende a veces como algo innecesario o superfluo para alcanzar la felicidad. ¿Para qué se necesita a Dios cuando las personas confían en sí mismas y se consideran dioses en potencia? Desgraciadamente, esta cultura del consumismo y del bienestar fomentada por la publicidad ha penetrado también en las iglesias, provocando la acomodación de los creyentes a los valores materialistas y hedonistas. Si a esto se añade esa otra tendencia de los tiempos, la búsqueda de la libertad individual que, en ocasiones, se entiende como contraria a la fe en un Dios capaz de limitarla, es fácil comprender el enfriamiento de la fe cristiana en los países europeos o en Norteamérica. Junto al pluralismo religioso e ideológico, yo creo que éste es uno de los grandes desafíos actuales.
Por todo ello, necesitamos reencontrar a Dios en medio de una cultura que lo ha relegado. Los bienes materiales no pueden colmar las necesidades del alma humana y cuando se distribuyen injustamente generan violencia. La libertad que se convierte en libertinaje o en individualismo egoísta es incapaz de promover la paz entre las personas. El cristianismo debe continuar mostrando a Jesucristo de manera asequible, desde el propio testimonio personal, para que las personas vean que sólo en él residen las verdaderas respuestas que el hombre de hoy necesita para alcanzar su auténtica plenitud personal y espiritual.
WG: Sí, estoy cien por cien de acuerdo. Y para ir terminando con una última pregunta, hermano. Puesto que muchos de nuestros lectores en Protestante Digital pertenecen a la generación juvenil, ¿qué consejo le daría usted a un creyente joven en nuestros días aquí en España?
Lo primero que le diría es que se formara todo lo que pudiera. Estudiar, prepararse adecuadamente en la profesión que más le atraiga, conocer bien la Palabra de Dios y sus argumentos para poder defenderlos, así como estar al día de los acontecimientos y el funcionamiento del mundo contemporáneo, todo esto son requerimientos necesarios para servir mejor a Dios, en el lugar que él nos ha colocado. No permitir que las dudas o las preguntas sin respuestas se enquisten en el alma y permanezcan ahí como un tumor latente. Hay que buscar siempre soluciones satisfactorias. No dejarse impresionar por los argumentos de los profesores ateos sino aprender a profundizar en ellos hasta que nos muestren su verdadera esencia.
Debemos también usar la tecnología y los medios materiales con sabiduría, en nuestro provecho intelectual y espiritual, sin permitirles que nos esclavicen o nos hagan perder el tiempo en cosas banales. En el mundo contemporáneo es menester desarrollar criterios personales para saber elegir constantemente entre aquello que nos enriquece como personas y lo que nos perjudica. Y, sobre todo, mantener firme la fe y la confianza en el Señor.
WG: Excelente. Muchas gracias por sus palabras y por su tiempo, hermano Antonio. Qué nuestro Dios le siga guidando y usando aquí en España y en el resto del mundo. Le agradezco en el nombre de todos nuestros lectores. God bless you, brother!
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