Juan Amador, precursor del protestantismo mexicano (I)

Juan Amador fue uno de los precursores del protestantismo, y más específicamente del presbiterianismo, en México.

02 DE JUNIO DE 2012 · 22:00

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	Portada del discurso de Juan Amador en ocasi&oacute;n de la promulgaci&oacute;n de la Constituci&oacute;n de 1857. Fuente: Secci&oacute;n de Panfletos Latinoamericanos, Biblioteca de la Universidad de Harvard, EEUU</p>
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Portada del discurso de Juan Amador en ocasión de la promulgación de la Constitución de 1857. Fuente: Sección de Panfletos Latinoamericanos, Biblioteca de la Universidad de Harvard, EEUU

Declararnos enemigos del papado no es perseguir la religión de Cristo, ya sea que se considere esta última institución como divina o bien como puramente humana. […] Evidentemente el Evangelio es el manantial de donde se derivan nuestras creencias religiosas; así que, todo lo que de él se separe ó se le oponga, es con la misma evidencia una falsedad y una mentira… Juan Amador, El despertador de los fanáticos. Estracto [sic] de los retratos de varios papas (1867) DOS PUNTUALIZACIONES PRIMERA.Comienza esta serie de artículos sobre Juan Amador, uno de los precursores del protestantismo, y más específicamente del presbiterianismo, en México, a raíz de las conmemoraciones de los supuestos 140 años de los inicios de esta vertiente denominacional en el país. E inicia así, polémicamente, porque en realidad el año que se considera como del inicio de las labores de la Iglesia Presbiteriana en México, 1872, fue precedido por otras que no se han incorporado ni a la historia, ni a la historiografía (que casi no existe) de esta iglesia, a pesar de que hay varios antecedentes. Deben considerarse como las fechas más aproximadas del inicio de la presencia evangélica (y, más tarde, presbiteriana) en México aquéllas en las que varios personajes de ideología liberal y anti-católica poco a poco se fueron agrupando en diversas regiones del país. Las recientemente inauguradas Jornadas Presbiterianas (1857-2012) toman como punto de partida cronológico el año tan simbólico de la promulgación de la segunda Constitución Política porque también marcó la aparición del discurso pronunciado por Juan Amador en el poblado de Villa de Cos, Zacatecas (región centro-norte) en esa ocasión. Llama la atención que esta fecha no fuera relevante para los diversos encargados de los libros de historia de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México (inpm) en sus diversas oportunidades (1947, 1951, 1972 y 1993). SEGUNDA. Los años de organización de los primeros presbiterios (Zacatecas, 1883; Tamaulipas, 1884; y Ciudad de México, 1885) muestran muy bien el irrefutable hecho de que el origen de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México (inpm) fue plural y simultáneo, pues los grupos liberales y anti-católicos que derivaron después en la formación de iglesias protestantes siguieron rumbos un tanto azarosos en medio de los conflictos sociales y políticos de la época, como dan fe, por un lado, Jean-Pierre Bastian y Carlos Martínez García. El primero, mediante un sólido esbozo de lo que denomina la relación entre liberalismo y disidencia religiosa;[1] el segundo, con un rastreo personalizado de nombres como los de Manuel Aguas, Sóstenes Juárez y Arcadio Morales, precursores del protestantismo en la capital del país.[2] Otro notable historiador del protestantismo latinoamericano, Hans-Jürgen Prien, ha resumido como sigue esos años iniciales y en su ubicación geográfica original: Hacia 1856 regresó de Philadelphia a México el excombatiente Julio [Grayson] M. Prevost, casándose en Villa de Cos (Zacatecas) con la hija de un liberal culto y dando comienzo a la evangelización, cuyo éxito ya se hizo visible en 1868 con un bautizo en masa de 40 mexicanos. Hasta 1870 su comunidad ya contaba con 170 miembros, de manera que levantaron un templo y pudieron publicar la primera hoja evangélica de México: La Antorcha Evangélica. Su suegro, Severo Cosío, por supuesto no creía —como muchos liberales de su tiempo— en la divinidad de Cristo; pero prestó su ayuda a la edición de la hoja y en la lucha por la libertad religiosa. La congregación de Prevost tenía perfiles presbiterianos y se opuso tenazmente a los intentos de los bautistas de [Nuevo] León de alinearla en el frente bautista.[3] Por todo ello, insistir en que 1872 es el año del inicio formal del presbiterianismo es colocar la herencia misionera como el único fundamento histórico de algo que tuvo antecedentes firmes en diversas iniciativas endógenas, es decir, que surgieron de la propia insatisfacción de sectores sociales que anhelaban experimentar su fe cristiana y que presagiaron lo que vendría más tarde. JUAN AMADOR (1817-1876) Y VILLA DE COS De la pluma de alguien tan insigne como el poeta y patriota cubano José Martí brotó, inopinadamente, la celebración de la vida y obra de Juan Amador. Luego de cotejar y comparar diversas fuentes (incluso cubanas),[4] es posible afirmar con certeza que es el autor del obituario publicado el 8 de junio de 1876 en la Revista Universal, el cual se transcribe completo a continuación: Hay vidas humildes y modestas, cuya historia tiene derecho al respeto de la generación en que han hecho sentir su influencia saludable, y en cuyo sepulcro deben verterse —no lágrimas, que un hombre muerto, si ha sido honrado, no debe llorarse como perdido—, sino bendiciones y siemprevivas, muestra cariñosa del afecto que han merecido sus virtudes de sus contemporáneos. Estas líneas nos inspira la muerte del señor Juan Amador, últimamente acaecida en la villa de Cos, en Zacatecas. Él peleó durante la Guerra de Reforma, él fue soldado en la guerra, y hombre trabajador y útil en la paz. No hubo idea generosa que no acogiera, ni pensamiento liberal que no pusiera en práctica. Se le revelaba lo justo, y sentía, mejor aún que entendía, las necesidades y los impulsos del progreso. Noble corazón, fue ayudado y bien servido en todas sus obras por un cerebro enérgico y activo. Hombre modesto, fiel, sincero, honrado, hizo mucho bien, propagó mucho la idea de libertad, ayudó mucho a la consolidación de la democracia en los lugares que habitaba comúnmente; y, como coronamiento de su obra, cúpole en suerte la propagación del protestantismo en aquellos lugares en que este hombre notable acaba de morir, como si Amador hubiese entendido que el protestantismo no es ahora entre nosotros una secta, sino una época, un adelanto, un progreso estimable y valioso, la ruptura de serviles cadenas, y el comienzo de una era de positiva y pensadora libertad. Ese fue el hombre y él mismo es su elogio. Imitemos su vida, y merezcamos el día de nuestra muerte celebraciones semejantes. No es hombre digno de serlo, el que no merece al morir elogios del pueblo en que nació (Revista Universal, México, 8 de junio de 1876, p. 2, Hemeroteca Nacional Digital de México, www.hndm.unam.mx). Más allá de la innegable importancia de una referencia como ésta, debido sobre todo a quien escribe la nota (que, no obstante, aparece sin firma), máxime si se toma en cuenta que Martí tenía muy poco de tiempo en México, es de llamar la atención la estima y el conocimiento que el poeta cubano tiene por el zacatecano, aunque Bastian consigna que Amador nació en Encarnación, Jalisco. Por lo demás, no existen referencias precisas en los materiales presbiterianos consultados, pues en todos los casos se consignan sólo datos aislados acerca de él, llegando al extremo de que en un caso (en el Libro Conmemorativo de las Bodas de Diamante, de 1947) se incluye la semblanza de un homónimo, pero que nada tiene que ver con él. Bastian es más prolijo al respecto: A principios de 1856, Juan Amador, un escribano de hacienda radicado en Fresnillo, Zacatecas, escribió un violento panfleto anticlerical intitulado “El apocalipsis o la revelación de un sans culotte [sin calzones]”. Amador, allegado del general Jesús González Ortega, defendía los principios revolucionarios franceses de la igualdad, la soberanía del pueblo y la tolerancia religiosa, “sin la cual no podía haber verdadera democracia ni garantías para la inmigración extranjera”. El autor del panfleto denunciaba virulentamente los abusos del clero, así como “su inmoralidad y su riqueza”, exigía la derogación del fuero eclesiástico, la exclaustración de las órdenes religiosas y la separación de la Iglesia y el Estado. El folleto se agotó en pocos días, a pesar de que su precio subió cuando el obispo de San Luis Potosí compró cuantos ejemplares pudo para quemarlos. […] Con la caída del imperio y la ejecución de Maximiliano, el anticatolicismo tuvo mayor libertad de movimiento. En Zacatecas, Juan Amador publicó un nuevo panfleto intitulado Despertador de los fanáticos [1867, también disponible en la biblioteca de la Universidad de Harvard: http://pds.lib.harvard.edu/pds/view/2836678], extracto de los retratos de varios papas, en el que atacaba a todos los pontífices romanos hasta Pío IX.[5] De modo que, como un acto de justicia histórica, y justamente en el inicio de estas celebraciones, debería incluirse el nombre de Juan Amador como el de uno de los principales iniciadores del presbiterianismo mexicano. A su discurso sobre la Constitución de 1857 estará consagrada la siguiente entrega.


[1]Cf. J.-P. Bastian, Los disidentes. Sociedades protestantes y revolución en México, 1872-1911. México, Fondo de Cultura Económica-El Colegio de México, 1989, pp. 25-48.
[2]Cf. C. Martínez García, serie sobre Manual Aguas en la revista virtual Protestante Digital. Véase, por ejemplo, “Precursores evangélicos en México: Manuel Aguas”, 12 de mayo de 2012
[3]H.-J. Prien, “La Iglesia Nacional Presbiteriana”, en La historia del cristianismo en América Latina. Salamanca-São Leopoldo, Sígueme-Sinodal, 1985, p. 771. Este texto, junto con varios más está incluido en la antología …Con regocijo segarán. Lecturas de historia presbiteriana en México (1857-2012), de próxima aparición, ed. de L. Cervantes-O.
[4]Carlos E. Bojórquez Urzaiz, “1876: ¿José Martí en La Habana y Yucatán?”, en Archipiélago, vol. 14, núm. 54, 2006, p. 25; Bojórquez ofrece la referencia cubana exacta:José Martí, “D. José Amador”, en Obras Completas Edición Crítica (OCEC), tomo 2, p. 281. También puede consultarse aquí.
[5]J.-P. Bastian, op. cit., pp. 29-30, 37.

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