Pecados inventados

La verdad es que llevo toda la semana dándole vueltas a lo de los pecados sociales. ¿Por qué siete precisamente? ¡Ah… si! para que coincida con el número de los capitales concretados por el papa Gregorio I en el siglo VI. Me da la impresión de que con cinco hubiéramos tenido bastante para hablar de anticoncepción, investigación con células madre, drogadicción, contaminación y enriquecimiento a toda costa. Más allá del posible comentario sobre cada uno de ellos —cosa que no entra en mis planes— m

14 DE MARZO DE 2008 · 23:00

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En general, pecado es una palabra que genera rechazo y para algunos hasta llega a ser maldita e impronunciable. Otros le tienen tal afición al término que al paso de los años le han ido adosando un montón de apellidos. Existe el pecado original que no es un nuevo estilo de trasgresión en el que nadie hubiera pensado, ni una maldad de diseño, sino la naturaleza torcida de todo el género humano. Hay quien lo divide en mortal, grave y venial; y quien lo califica como actual —de acto y no de actualidad— comisión, omisión y material. También lo hay nefando, contra natura y de bestialidad. Hasta existe lo que se conoce como “el pecado de la lenteja” cuando alguien pondera o exagera mucho un defecto leve. Pero no nos podemos olvidar de los famosos “pecados capitales” que, dado nuestro nivel de desarrollo, los podríamos subdividir en provinciales, autonómicos, comarcales, municipales y hasta de estar por casa. Sólo nos faltaban los sociales y ahora no nos podemos quejar porque ya han sido explicitados. Serán los condicionantes de mi propia biografía o como consecuencia de traumas infantiles pero no consigo superar mi recelo ante la “pecavisión”, esa actitud de clasificar, tipificar y desmenuzar los pecados; inventarlos, prefabricarlos y manufacturarlos si no los hubiera. Esa morbosa tendencia a acusar veladamente a los demás mientras se los utiliza como cortina de humo en un ejercicio de sutil autoexculpación. Ni una referencia a la ayuda, la posible solución o el tratamiento del problema. A riesgo de ser en exceso simplista me quedo con la formulación bíblica. Romanos 6:23 La paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús. El pecado entendido como cualquier movimiento de la voluntad humana en contra de Dios, con todos sus derivados y matices, que tiene como resultado la muerte eterna. No es, pues, una palabra gastada o caduca, Denuncia, si, pero la justa para avisar y concienciar a los implicados. Por último y más importante, solución definitiva y eficaz: Dios, en Cristo, que ofrece perdón y vida eterna.

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