El caso Paula
Paula es una joven que a sus veintipocos años ha acumulado más desgracias que otros en varias generaciones. Desde abusos sexuales, padres separados, familiares con necesidades importantes a atender, hasta una enfermedad física reciente invalidante. En medio de eso hubo periodos de entrega espiritual y servicio consagrado a Dios.
18 DE MARZO DE 2006 · 23:00

Ahora su petición es: orad para que el Señor se me lleve ya.
Es difícil saber qué decir en una situación angustiante como esta. Probablemente lo mejor sería decir poco o nada, aparte de ofrecer el soporte que cada uno pueda dar.
¿Y cuál será la oración que se deba hacer?
No voy a pedir que muera, pese a ser solicitado por ella.
Tampoco voy a luchar por un milagro, aunque yo lo desee. Tengo claro que en los planes de Dios está el respetar las normas que rigen en el marco de la tierra, y que el milagro es, por ello mismo, excepcional y no “normal”. No voy a entrar en argumentos autoconvincentes de que Dios puede, de que nada es imposible para él. Porque esto no es lo que está en cuestión. Tampoco voy a hacer disquisiciones acerca de la calidad de mi fe, lamentando que, de ser más alta, quizá Dios atendería mi petición.
Pero sí puedo pedir misericordia y bendición. Que en esa compleja ecuación de la vida donde hay múltiples variables como nuestra naturaleza frágil, el pecado y la presencia del Maligno, Dios intervenga en su soberanía permitiendo que puedan darse las circunstancias para que se alivie su situación, que pueda seguir adelante sin el amargo desespero actual.
Aunque parezca que haya arrojado la toalla, Paula busca y pide ayuda. Al hacerlo, muestra que, pese a los límites frustrantes de su situación y de su historia, hay un margen de mejora que desea disfrutar.
Sí, pidamos bendición. Para ella y para otros tantos casos a los que ella ilustra.
Carlos
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