A ver si nos enteramos (VI)

La experiencia del ghetto es una de las más dolorosas en la Historia de los judíos. Vaya por delante que no todo en ella era negativo. Por supuesto, los judíos tenían restricciones para comerciar e integrarse en la sociedad que los rodeaba, pero, a cambio, contaban con unas murallas que los protegían de agresiones externas, siquiera ocasionalmente, y con cierta garantía de que las autoridades les dispensarían una cierta co"/>

El ghetto evangélico

A ver si nos enteramos (VI)

La experiencia del ghetto es una de las más dolorosas en la Historia de los judíos. Vaya por delante que no todo en ella era negativo. Por supuesto, los judíos tenían restricciones para comerciar e integrarse en la sociedad que los rodeaba, pero, a cambio, contaban con unas murallas que los protegían de agresiones externas, siquiera ocasionalmente, y con cierta garantía de que las autoridades les dispensarían una cierta co

01 DE FEBRERO DE 2007 · 23:00

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Quiero referirme a dos fundamentalmente. Por un lado, una parte creciente de los judíos desarrolló formas de piedad extraordinarias – como fue el caso de los jasidim – pero a cambio de vivir aislados de la sociedad. Los frutos de erudición y vida comunitaria (incluso las manifestaciones artísticas) fueron extraordinarios, pero el desconocimiento del mundo que iba más allá de los muros y, con él, la posibilidad de testificar de las acciones históricas del Dios de Abraham, Isaac y Jacob se vieron extraordinaria, fatal y terriblemente mermadas. La segunda consecuencia fue, si cabe, peor. Cuando los hijos del ghetto, gracias a algunas medidas liberalizadoras, pudieron emerger de aquel círculo cerrado, en multitud de ocasiones se vieron seducidos por las corrientes ideológicas que bullían en el mundo de los gentiles y, poco a poco, fueron abandonando la fe de sus mayores. Los ejemplos, al respecto, son bien reveladores. Karl Marx, por ejemplo, se convirtió en un ateo militante y dio a luz una ideología que tan sólo en el siglo XX causó más de cien millones de muertos. Sigmund Freud articuló una filosofía, sin duda, brillante, pero que atacaba frontalmente el contenido de la Biblia incluso de manera expresa como en su Moisés y los inicios de la religión monoteísta. No fueron los únicos casos, pero sí se encuentran entre los más relevantes y, prescindiendo de su importancia para la Historia de las ideas, no puede negarse que implicaron una clara apostasía de los principios bíblicos. Semejantes comportamientos cuentan con tristes paralelos entre nosotros. No debería extrañarnos porque desde que a finales del s. XIX comenzó la denominada segunda reforma los evangélicos españoles han estado recluidos en un ghetto en el que sobrevivir y pasar a nuestros hijos la verdad bíblica eran metas fundamentales. Pero una cosa es que exista esa mentalidad y otra muy diferente que debamos amoldarnos a ella en lugar de sacudírnosla como el pesado yugo que es. Hace un cuarto de siglo, contemplé con enorme pesar como algunos de los hermanos más queridos para mi se embarcaban acríticamente en las corrientes psicológicas de moda. No aportaron nada a la psicología moderna, pero comenzaron cuestionando la antropología bíblica y acabaron, poco a poco, apartándose de la fe, eso sí no sin arrastrar a otros en su camino. Ahora contemplo ese mismo comportamiento en algunos – pocos, pero haciendo algún ruido – que han decidido abrazar la ideología progre. De manera igualmente acrítica, han decidido, por ejemplo, que el matrimonio entre homosexuales es aceptable para un creyente simplemente porque es la moda; encuentran permisible el aborto y comienzan a defender la eutanasia. Incluso – y eso me inquieta especialmente – dan por bueno un sistema educativo que se dedicará a adoctrinar a nuestros hijos en principios frontalmente anticristianos. Se supone que deberíamos enfrentar esas influencias – cambian de tiempo en tiempo – con la solidez del Evangelio, pero no siempre es así. Estoy convencido, sin embargo, de que esa tarea es posible y, sobre todo es urgente, porque de ella pende el futuro de las futuras generaciones. A ese tema dedicaré mi próxima entrega. Continuará
Artículos anteriores de esta serie:
 1El IVA y el FM de las iglesias 
 2Radios cristianas: ilegales y legales 
 3Evangélicos ante la enseñanza 
 4«Kids on fire» en Digital Plus 
 5Evangélicos y TV 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - La voz - El ghetto evangélico