Puentes quemados
Nunca regresaré al punto del cual voy a partir, volveré a otros muchos lugares, pero ahí, no.
24 DE JULIO DE 2023 · 13:09

Cuando quemamos un puente es porque tenemos la certeza de que no vamos a necesitar cruzarlo.
Podría en este día detenerme en un sinfín de pequeños detalles que establecen mi rutina, esas insignificancias que me inundan y van creando pausa a pausa lo que constituye mi vida.
Podría pasear la memoria por entre los mil retazos cálidos y plagados de ternura que han llenado mi redoma de agua fresca; ansiada agua que bebo al regresar de la batalla.
Pero hoy hago una pausa y detengo la mirada en el arrebolado viento que arremete contra mí, ese recio aire que merma mis ganas por seguir caminando, que atolondra mis pasos y me hace tambalear.
Un despavorido viento que grita para que crea que puedo ser presa del miedo, que no tengo la valentía suficiente para plantarle cara a todo lo que ante mí se despliega creando inseguridad.
Me doblego delante de Dios y pido que sea Él quien presente defensa a mi causa, que vuelque de su gracia sobre esta mujer que tan ni siquiera sabe cómo rogar.
Este puente que estoy a punto de cruzar es una de esas pasarelas que nunca imagine tener que franquear. Travesaños de madera que me llevan hasta una orilla que desconozco y en la que debo permanecer no sé cuánto tiempo.
Estoy asustada, tengo miedo y me aferro a la Palabra plagada de verdad que me empuja a tener fe y creer solamente.
Se despliega ante mí una escena teñida de gris oscuro; un color que nunca me ha gustado, una lánguida tonalidad que va del blanco al negro quedándose adormecida en la mitad del camino.
Debo cruzar, llegar al otro extremo y a vez allí esperar.
Desconozco el tiempo que he de permanecer en ese páramo de interrogantes, de preguntas que no tienen una clara y definida respuesta. Todo es confuso, incierto, aleatorio. Yo necesito sentirme segura, confiada, esperanzada.
Tengo que cruzar un puente y una vez cruzado, lo he de quemar, con la certeza de que no lo voy a necesitar para volver a donde estaba. Nunca regresaré al punto del cual voy a partir, volveré a otros muchos lugares, pero ahí, no.
Si supero esta prueba, si alcanzo a ver todo lo que el Padre tiene preparado para mí en esta nueva aventura, de seguro la mujer que soy experimentará un cambio, una transformación hacia y una vida más excelente, me convertiré en una mujer más cercana al corazón de Dios.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Íntimo - Puentes quemados