“A pesar de sus temores, las iglesias del Líbano encuentran soluciones creativas para ofrecer hospitalidad y atención a los desplazados”

Martin Accad, presidente de un seminario teológico en Beirut, analiza la crítica situación sobre el terreno. “Aunque a menudo nos sentimos impotentes, nunca nos sentimos desesperanzados”, dice.

Joel Forster , Redacción PD

BEIRUT · 21 DE OCTUBRE DE 2024 · 14:58

Trabajadores de la Cruz Roja entre los escombros de un bombardeo en Líbano, este otoño de 2024. / <a target="_blank" href="https://www.redcross.org.lb/">Red Cross Lebanon</a>.,
Trabajadores de la Cruz Roja entre los escombros de un bombardeo en Líbano, este otoño de 2024. / Red Cross Lebanon.

Líbano, país mediterráneo que limita al sur con Israel, se ha visto envuelto en una nueva guerra.

En el primer mes de un conflicto a gran escala, con los bombardeos israelíes dirigidos contra las milicias chiíes de Hezbolá, más de 1,5 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares y buscar refugio más al norte del país. Miles de civiles han muerto o resultado heridos como consecuencia de los ataques.

“Como siempre, en tiempos de amenaza externa para el país, los libaneses tienden a unirse ante el peligro”, ha asegurado a Evangelical Focus Martin Accad, presidente de la Near East School of Theology (NEST), un seminario teológico cristiano ubicado en la capital, Beirut.

En sus respuestas a Evangelical Focus, Accad ha explicado las tensiones de un país en el que una población resistente trata de encontrar motivos para la esperanza. Entre sus peticiones de oración figura el “valor” para que los cristianos libaneses “no huyan del país, sino que permanezcan para servir a su pueblo”.

“A pesar de sus temores, las iglesias del Líbano encuentran soluciones creativas para ofrecer hospitalidad y atención a los desplazados”

Martin Accad, presidente de la Near East School of Theology en Beirut (Líbano). / EF.

Pregunta: ¿Cómo están reaccionando la sociedad y los medios de comunicación libaneses a la guerra en este momento, tanto en la región del Sur como en el resto del país?

Respuesta: Como siempre en tiempos de amenaza externa para el país, los libaneses tienden a unirse ante el peligro. Los intentos de Israel de provocar la división entre las distintas facciones libanesas han fracasado hasta ahora, como ocurrió en la guerra de 2006 de Israel contra Hezbolá.

A nivel popular, tenemos todo tipo de reacciones, desde la ira hacia Hezbolá, pasando por una extensión de la ira hacia la comunidad chií en su conjunto, hasta la plena solidaridad y el abrazo a los ahora 1,5 millones de desplazados internos.

En el plano político, las reacciones han sido claramente controladas. Las voces políticas que tradicionalmente se han manifestado en contra de Hezbolá, han evitado intencionadamente cualquier discurso de incitación contra el grupo o cualquier prejuicio contra la comunidad chií. Entienden que esto podría provocar un conflicto interno, que nadie desea. Por otra parte, esas voces también han hecho un llamamiento a los dirigentes chiíes para que abandonen lo que denominan “agendas externas” (en referencia a Irán) y aprovechen esta oportunidad para volver al orden estatal.

Los medios de comunicación tradicionales se han alineado en su mayoría con las posiciones políticas de sus patrocinadores. En cuanto a las redes sociales, reflejan las diversas voces que se encuentran entre la población en general, como se ha descrito anteriormente.

 

P: ¿Cuántos cristianos evangélicos hay en el Líbano? ¿Y cuáles son los sentimientos en las iglesias?

R: Es difícil dar cifras definitivas de protestantes/evangélicos en el Líbano, sobre todo porque muchos de los que asisten a iglesias evangélicas permanecen legalmente en sus comunidades de nacimiento. Pero podemos estimar que alrededor del 0,5% de la población es oficialmente protestante, mientras que el número real de asistentes a iglesias protestantes puede estar más cerca del 2%.

Las iglesias evangélicas, desde el desplazamiento interno de 2006, y luego los refugiados sirios que inundaron el Líbano desde 2012 hasta la actualidad, han adoptado un modo instintivo de empatía, solidaridad y hospitalidad hacia los desplazados.

En la crisis actual, sin embargo, hay que tener en cuenta la mayor desconfianza y preocupación de que los chiíes desplazados puedan ser blanco de ataques con misiles israelíes. Por ello, cada vez hay más iglesias que dudan en acoger a chiíes en sus locales por temor a exponer a sus comunidades cristianas al peligro. No obstante, las iglesias son creativas a la hora de encontrar soluciones para ofrecer hospitalidad y atención a los desplazados, a pesar de sus temores.

 

P: En tu caso, en vuestro seminario, ¿qué medidas habéis tomado en medio de la tensión y el sufrimiento diario de estas semanas?

R: En NEST hemos tomado medidas de emergencia inmediatas para garantizar la seguridad de nuestros estudiantes, personal y profesores. Hemos equipado nuestro edificio con alimentos, agua y botiquines de emergencia.

Hemos ideado medidas de seguridad para adoptar en caso de ataques directos e indirectos. Hemos revisado la accesibilidad y preparación de nuestros sótanos para utilizarlos como refugios antiaéreos. Y estamos en proceso de mejorar nuestra situación de seguridad instalando mejores mecanismos de control de acceso a nuestra propiedad.

Desde el punto de vista académico, hemos dado a nuestros alumnos la libertad de volver a sus casas temporalmente y hemos habilitado nuestros programas a distancia. Además, hemos iniciado una evaluación de las necesidades en nuestro barrio y empezado a hacer planes para responder a esas necesidades.

Estamos comprobando regularmente el bienestar de las personas desplazadas en nuestras inmediaciones y hemos iniciado conversaciones con un hospital vecino para habilitar el edificio de nuestro seminario como lugar de “desbordamiento” para el personal médico de urgencias en caso de que las condiciones de seguridad pasen al siguiente nivel de peligro.

Nuestra misión principal como seminario teológico es proporcionar un entorno de aprendizaje saludable. Pero como institución situada en el corazón de Beirut, también nos sentimos llamados al ministerio de la hospitalidad y la buena vecindad. Por ello, buscamos continuamente la manera de estar a la altura de estas peticiones.

 

P: ¿Cómo ayuda el Evangelio a tener esperanza en estos tiempos de violencia?

R: El Evangelio exige que seamos fieles representantes de Cristo en esos momentos. Estamos llamados a ser las manos y los pies de Dios, sus ojos, sus oídos y su boca para todos los que nos rodean. Por eso, nuestra experiencia es que Dios siempre nos da el coraje necesario en esos momentos para que no nos sintamos intimidados ni excesivamente temerosos.

Cuando llegan estos tiempos difíciles, descubrimos que Dios nos da la fuerza y la perseverancia para servir bien a todos los que nos rodean. Nuestra visión de la vida está fuera del rango del optimismo o del pesimismo.

A menudo nos sentimos impotentes, pero nunca desesperanzados. Estamos convencidos de que Dios tiene el control último de la historia, y experimentamos su cuidado y aliento cuando vemos el resultado de dirigir nuestros esfuerzos hacia fuera, hacia los necesitados, en lugar de centrarnos en nuestros propios miedos y ansiedades. Experimentamos paz personal al servir a los demás en tiempos de peligro e incertidumbre.

 

P: ¿Ves alguna posibilidad de resolución y pacificación en el conflicto entre Israel, Gaza, Hezbolá e Irán?

R: Personalmente, no veo ninguna solución inmediata al conflicto actual. Como muchos de mi generación, crecí durante la guerra civil libanesa y nunca he conocido un periodo prolongado de paz. Por eso hemos abandonado la idea de que la paz llegará mediante maniobras políticas. Hemos aprendido constantemente a adaptarnos a una “nueva normalidad”. Es la única manera de que podamos funcionar de forma creativa y constructiva en un país como el Líbano.

No hay solución a corto plazo para el conflicto actual porque las raíces de estos conflictos regionales se remontan muy atrás en la historia moderna. Son, en gran medida, el legado del colonialismo y del comportamiento egoísta y brutal de los imperios. Así pues, las soluciones a largo plazo para el Líbano pasan por soluciones regionales, ante todo para las trágicas injusticias que sufren los palestinos. Las circunstancias que llevaron a la creación del Estado de Israel van más allá de la región y esta situación nos fue impuesta por potencias mundiales. Hasta que Israel no renuncie a sus ambiciones coloniales, y hasta que las potencias mundiales no dejen de suministrarle armas y de incitarle a continuar en su proyecto de colonos, no habrá paz.

Mientras tanto, el papel de la Iglesia en todos los bandos del conflicto es practicar la pacificación desescalando los sentimientos de odio y venganza entre las nuevas generaciones. Pero esta tarea es desconcertante cuando la violencia continua perpetúa una pérdida inimaginable de vidas, medios de subsistencia y propiedades, produciendo decenas de miles de huérfanos en comunidades que lo han perdido todo y no tienen nada más que perder.

 

P: ¿Cómo se puede orar ahora por el Líbano?

R: Orad por la seguridad de todos los libaneses, por espacios seguros para los desplazados internos, especialmente ahora que se acercan los fríos meses de invierno.

Orad para que la guerra disminuya y haya espacio para iniciativas de construcción de la paz a largo plazo a nivel de base. Roguemos para que los mediadores internacionales sean fuertes y audaces, y que impongan un alto el fuego por la fuerza a todas las partes beligerantes a través de presiones diplomáticas y económicas.

Pidamos por el coraje de la Iglesia en el Líbano, para que los cristianos no huyan del país, sino que permanezcan para servir a su pueblo. Es a través del servicio de la iglesia que el nombre de Cristo será glorificado y su Señorío reconocido.

Oremos para que la iglesia mundial experimente una profunda compasión y dé generosamente para apoyar el trabajo de la iglesia libanesa entre los que sufren.

Oremos por sabiduría especial para una nueva generación de pacificadores que intervengan y faciliten las negociaciones entre las partes beligerantes.

 

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