El plan de paz de Trump para Israel, lejos de ser el definitivo

La propuesta no cuenta con respaldos internacionales significativos, y la ONU la ve “sesgada”. En Israel, diferentes voces académicas califican el acuerdo de polémico.

Jonatán Soriano

BARCELONA · 25 DE FEBRERO DE 2020 · 10:00

Donald Trump ha presentado su propuesta de pacto de paz para Israel y Palestina como el acuerdo del siglo. / Twitter @realDonaldTrump,
Donald Trump ha presentado su propuesta de pacto de paz para Israel y Palestina como el acuerdo del siglo. / Twitter @realDonaldTrump

“Así es como puede verse un futuro Estado Palestino, con una capital en partes del este de Jerusalén”, escribía Donald Trump en redes sociales junto a la imagen de un mapa de la zona, después de presentar su plan de paz para el conflicto entre Israel y Palestina. Este “acuerdo del siglo”, según la Casa Blanca y que representa, en palabras del presidente de los Estados Unidos, su visión de “paz, prosperidad y un futuro mejor para israelíes y palestinos”, no ha tenido muy buena acogida en la comunidad internacional.

Aunque algunos miembros históricos de la Liga Árabe han recibido positivamente el plan, como Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Omán o Bahréin, la propuesta ha topado con la Unión Europea, que ha manifestado que el acuerdo no encaja con las líneas de acción aceptadas a nivel internacional para poner una solución al conflicto, o con la ONU, que lo ha calificado de “sesgado hacia una de las partes del conflicto” y que no es más que “una solución de un Estado y medio”, en palabras de su relator especial para los derechos humanos en Palestina, Michael Lynk

La propuesta de Washington tampoco ha generado mucho impacto en Israel. Mientras que la Autoridad Nacional Palestina ha reaccionado rompiendo las relaciones con Estados Unidos y su vecino israelí, reiterando su “no” a la Casa Blanca y pidiendo una participación más influyente del resto de la comunidad internacional, la sociedad israelí, que se encuentra en el proceso de afrontar sus terceras elecciones generales en menos de un año y medio, no parece muy dispuesta a un nuevo debate. De hecho, más allá de las voces del Likud y de Azul y Blanco, a favor del acuerdo, y de sectores de la izquierda, en contra, no se encuentran muchos pronunciamientos más al respecto. 

“Una cuestión de reciclaje”

“Histórico. Dramático. Altamente controvertido. Y lleno de sorpresas”. De esta manera describía el ‘acuerdo del siglo’ el escritor y analista Joel Rosenberg en el medio digital israelí Kehila News

También desde Israel, el profesor de relaciones internacionales de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Arie Kacowicz, ha asegurado a Protestante Digital que “no es una acuerdo de paz, sino una ‘visión’ o ‘plan’” y que “no significa mucho para Israel”. La propuesta de Trump, dice el académico, “da lugar a diferentes interpretaciones” a nivel de política nacional y considera que, aunque no sea la idea de Washington, el “Likud (el partido en el gobierno) y la extrema derecha lo ven como una carta blanca para anexionar el 30% de Cisjordania”. 

El reparto territorial y la delimitación de las fronteras sigue siendo el punto donde el acuerdo encalla. Según el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, “la Administración de Trump deja claro que está trabajando con el gobierno israelí para imponer un Israel más grande más allá de la solución de los dos Estados de 1967”. Kacowicz confirma que “el plan favorece la línea oficial de Israel y también la postura de centroderecha del partido Azul y Blanco, ofreciendo a los palestinos 70% de la Cisjordania bajo ciertas condiciones, y a Israel la posibilidad de anexionar 30% de la región, incluyendo el 97% de la población de colonos que viven allí”. 

En 1993, los Acuerdos de Oslo firmado por Yitzhak Rabin y Yaser Arafat, con William Clinton en el centro, establecieron un pacto histórico que se vio truncado en el 2000, tras el asesinato de Rabin. / Wikimedia Commons

En 1993, los Acuerdos de Oslo firmado por Yitzhak Rabin y Yaser Arafat, con William Clinton en el centro, establecieron un pacto histórico que se vio truncado en el 2000, tras el asesinato de Rabin. / Wikimedia Commons

Según el académico, el plan contiene “elementos pragmáticos y realistas” pero “no les da el equivalente territorial del 22% de la Palestina occidental a los palestinos”, rechazando el retorno de los refugiados y manteniendo el statu quo actual en Jerusalén, “sin ninguna presencia salvo una entidad turística multinacional” y preservando en manos de Israel “la mayoría de la parte oriental de la ciudad, como el Monte del Templo o la Ciudad Vieja, a diferencia de los planes que presentaron William Clinton y John Kerry en 2000 y 2016”, dice. Aunque también recuerda que utiliza elementos de los planes del expresidente y del ex-secretario de Estado demócratas. “Es todo una cuestión de reciclaje. No es la última oportunidad ni mucho menos. A la larga, se debe buscar un punto de equilibrio entre el Plan de Paz de la Liga Árabe y esta propuesta, que no debe ser completamente descartada”, añade.

Un acuerdo con tintes electorales

El anuncio del acuerdo se produjo durante el tramo final del ‘impeachment’ contra Trump, coincidiendo con la oficialidad del proceso de imputación del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que había sido previamente anunciado por el fiscal del Estado. “La motivación del ‘timing’ ha sido la política interna, tanto en Estados Unidos como en Israel. Trump, en el año de su posible reelección, fijándose en los evangélicos; Netanyahu, afrontando unas terceras elecciones en marzo. El plan ya estaba preparado hace más de un año y medio pero se postergó por cuestiones electorales”, considera Kacowicz. “Para Netanyahu está siendo de ayuda en la campaña electoral, cambiando la agenda de temas de índole sobre la corrupción al conflicto sempiterno con los palestinos”, remarca.

“No va a ser el último plan de paz para Oriente Medio”

Además de la reflexión política, el conflicto entre Israel y Palestina abarca inevitablemente una dimensión religiosa. “Trump prácticamente está diciendo [con el acuerdo] que Jerusalén es para Israel”, lamentaba Abbas poco después de conocer los detalles de la propuesta. La capitalidad de Jerusalén es uno de los elementos más polémicos en este sentido. Desde la perspectiva religiosa, el teólogo y colaborador de Protestante Digital José Hutter recuerda que “independientemente de como queramos entender el versículo en Isaías 26:1, no tiene nada que ver con el plan de de Trump”. “Me cuesta comprender la actitud que siempre usa la Biblia como cantera para sacar versículos de su contexto con la idea de ‘comprobar’ que estamos ante el cumplimiento de alguna profecía”, señala. 

Hutter lamenta las faltas de prudencia a la hora de abordar esta cuestión y cree que existe “un pésimo historial de interpretaciones” al respecto. “Es muy contraproducente este tipo de sensacionalismo continuo”, defiende el teólogo al mismo tiempo que afirma que es preferible “una exégesis sólida que toma en cuenta el contexto de un texto en vez de usar un texto como pretexto para hacerle decir lo que no dice”. 

“El plan de paz de Trump es el enésimo que hemos tenido en los últimos 70 años. Dentro de unos años Trump va a ser historia y también su plan. No va a ser el último plan de paz para Oriente Medio”, enfatiza el teólogo. De hecho la proximidad de las campañas electorales tanto en Israel como en Estados Unidos ha dejado la propuesta en un reposo más que incierto. 

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