“Que partidarios de China y demócratas nos sentemos en comunión, es una declaración al mundo”
Las protestas continúan en Hong Kong con “más y más violencia”, dicen voces cristianas en la ciudad. 36 personas han sido arrestadas durante las manifestaciones de este domingo.
HONG KONG · 26 DE AGOSTO DE 2019 · 11:30
36 personas detenidas y 15 oficiales de policía heridos. Es el balance de la último jornada de manifestaciones en Hong Kong, que ha tenido lugar este domingo 25 de agosto, y según la agencia oficial de noticias del gobierno chino, Xinhua. Las redes sociales se han llenado de vídeos mostrando imágenes de los enfrentamientos entre protestatarios y agentes.
Por ejemplo, el de una policía que, con su arma en la mano, pateó a un hombre que se encontraba de rodillas mientras apuntaba al resto de los manifestantes “y disparaba al cielo”, según Xinhua. Acción que las fuerzas de seguridad de Hong Kong han catalogado de “heroica” y que han justificado como “reacción natural”, tal como publica el medio local Hong Kong Free Press. “Las cosas se han intensificado. Lo que comenzó como protestas pacíficas se ha convertido en más y más violencia”, explica a Protestante Digital el pastor de la iglesia anglicana de Shatin, Heewoo Han. “Hay puntos de inflexión en el movimiento, incluyendo lo que es ampliamente percibido, y correcto en mi opinión, como la colusión de la policía con los gángsters de Yuen Long [uno de los distritos en los que se divide la ciudad de Hong Kong]. La gente ha estado pidiendo justicia y una investigación justa, pero el gobierno no ha respondido”, remarca.
Desde Pekín, el discurso oficial responsabiliza únicamente a los manifestantes de las cargas, asegurando que “la policía de Hong Kong publicó una declaración de no objeción para la manifestación de Tsuen Wan [de este domingo], pero algunos extremistas violentos se desviaron de la ruta original y afearon la protesta”. Una protesta en la que la policía ha recurrido por primera vez a los cañones de agua durante la presente ola de manifestaciones. “Vemos medidas cada vez más agresivas por parte de Pekín para controlar Hong Kong”, afirma Han.
SIN PERSPECTIVAS DE SOLUCIÓN
El anuncio de la jefa del gobierno de la Región Administrativa Especial de Hong Kong, Carrie Lam, de crear una “plataforma para el diálogo” con “gente de todos los ámbitos sociales” no ha generado credibilidad. Lam hizo pública esta promesa, con carácter “inmediato”, justo después de la manifestación más multitudinaria registrada hasta ahora, el domingo pasado, y que reunió a más de 1,5 millones de personas. Una semana después, este domingo los manifestantes han vuelto a la calle.
“Los manifestantes tienen cinco peticiones que son muy populares”, dice Han, refiriéndose a la retirada total del proyecto de ley de extradición que detonó las protestas, la retirada del apelativo oficial de “disturbios” en relación a las protestas del 12 de junio, la liberación incondicional de todos los detenidos, la formación de una comisión independiente para investigar las acciones de la policía y el sufragio universal. Demandas a las que algunos añaden la dimisión de Lam. “En mi opinión, el gobierno no ha cumplido ninguna de las cinco condiciones y no ha hecho un esfuerzo suficiente para calmar la ira y los temores”, señala Han.
Unas reclamaciones que muestran un problema de fondo que no está limitado al movimiento de protestas actual ni al proyecto de ley de extradición exclusivamente. “Por supuesto que hay un esfuerzo a largo plazo para cambiar la opinión pública en Hong Kong , instalando a rectores de universidades favorables a Pekín o aplicando el apalancamiento financiero a compañías que negocian en China. Muchos magnates y compañías se han vuelto favorables a Pekín recientemente, porque no quieren perder sus clientes ni beneficios en China”, añade el pastor.
¿UN NUEVO TIANANMEN?
Muchos medios generalistas han jugado ya la carta de la jugosa relación entre las actuales protestas en Hong Kong y las de la Plaza de Tiananmen (junio de 1989). Una idea que también ha comenzado a ser utilizada por algunos políticos, como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ha condicionado un posible acuerdo en su particular conflicto comercial con China a que el presidente chino Xi Jinping medie en Hong Kong. “Sería muy difícil alcanzar un acuerdo si ellos usan la violencia. Si es otra Plaza de Tiananmen, será muy difícil llegar a un acuerdo”, ha reiterado Trump.
Desde Hong Kong, Heewoo Han advierte contra esta relación de eventos. “No creo que las protestas acaben como Tiananmen”, defiende el pastor. “Hong Kong es demasiado internacional e importante, incluso para Pekín, como para acabar así”, matiza.
LOS CRISTIANOS, UNIDOS EN LA DIVERSIDAD
A principios de agosto, el Consejo Cristiano de Hong Kong, entidad de carácter ecuménico y que reúne a líderes católicos y de diferentes denominaciones protestantes, publicaba un comunicado en redes sociales asegurando que “la fe cristiana nos enseña que debemos tener compasión en cualquier acción”. “Si los cristianos consideran responder a los ataques contra la enmienda, el principio básico es que no deben afectar a los usuarios de servicios, como rescate de emergencias, ancianos, niños o mujeres embarazadas”, añadía la entidad en relación a una jornada de huelga que se convocó entonces en la ciudad, además de considerar que “el gobierno no ha respondido a las apelaciones de los manifestantes” y de prever que “la violencia está aumentando” y que “la sociedad está en peligro de crisis profunda”.
“La iglesia necesita realizar un mejor trabajo denunciando la injusticia y la violencia cuando la vea”, asegura Han. Para el pastor anglicano, “la iglesia en Hong Kong está dividida por esta cuestión política”. “Sin embargo, cada semana nos reunimos juntos en busca de comunión y de paz. El hecho de que partidarios de China y demócratas nos sentemos, los unos al lado de los otros, en comunión, es una declaración política al mundo de que nuestra unidad en Cristo es más importante que nuestras opiniones políticas”, remarca.
Han asegura que habla desde la experiencia de su iglesia, Shatin, y que están preparando “un foro para comprender mejor cada lado” del conflicto. “Quiero intentarlo, a pesar del potencial que tiene de ser incendiario, porque si la gente no puede tener esta conversación en la iglesia, ¿dónde la tendrá?”, se pregunta.
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