Los `herederos de Calvino´ viven en Staphorst, corazón del `cinturón bíblico´ holandés

En Holanda, el que muchos consideran el país del libertinaje, quedan todavía grandes comunidades en las que la ortodoxia es máxima, a veces extrema. Estos herederos del calvinismo prohíben las blasfemias, las mujeres no usan pantalones y la televisión apenas tiene presencia.

STAPHORST, HOLANDA · 06 DE SEPTIEMBRE DE 2009 · 22:00

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Por ejemplo, la ciudad de Staphorst, de 16.000 habitantes, que a estas costumbres no habituales añade otras que son envidiables, como tener una de las tasas de natalidad más elevadas de Europa y la cifra de divorcios más baja de Holanda. HEREDEROS DE CALVINO «Los habitantes se ven como los verdaderos herederos de Juan Calvino», el teólogo protestante francés nacido hace 500 años, explica Jan de Wolde, un historiador octogenario, residente de Satphorst desde hace 54 años. En esta ciudad de 16.000 habitantes considerada como la más conservadora de Holanda, situada a un centenar de kilómetros al este de Amsterdam, «se considera que el resto del mundo es impío», agrega. Un decreto municipal prohibió la blasfemia, aunque a la vez no considera castigarla, y según cifras del proveedor de televisión por cable Ziggo, el 80% de los hogares no tiene televisión. Las mujeres que usan pantalones, «una vestimenta de hombre, no bíblica», según Wolde, son pocas y se ve como algo raro. El domingo en Staphorst los autobuses no circulan. Los negocios y la piscina municipal están cerrados. Pero las calles que llevan a los cinco templos protestantes de la ciudad están repletas de gente. Para asistir al culto, las mujeres tienen que cubrirse la cabeza. «Todo está cerrado el domingo, salvo la iglesia. Es imposible vivir aquí, asfixiante», asegura Vic van Vuuren, un estudiante de 19 años que se proclama ateo y que está ansioso de abandonar su ciudad natal. Pero muchos otros siguen residiendo sin querer marcharse. Aproximadamente mil mujeres usan todavía las vestimentas tradicionales que le valieron el sobrenombre de ´Zwarte kousen´ (´medias negras´) a los calvinistas del ´cinturón bíblico´ holandés, que atraviesa el país en diagonal del suroeste al noreste. «Desde el exterior, todo puede parecer medieval», reconoce una habitante de 66 años. Aunque están al tanto de lo que ocurre a su alrededor, pero a menudo en desacuerdo: la eutanasia, la legalización de la prostitución, el aborto y el casamiento homosexual, que hacen de Holanda un laboratorio del liberalismo social, son tabú en este lugar. Sin embargo, y aunque como en toda ciudad Staphorst tiene «sus extremistas», agrega, «la gente que vive aquí es en su mayoría tolerante con el otro y es reconfortante vivir en una comunidad tan unida». Una buena muestra es el joven ateo Vic van Vuuren, aburrido pero respetado. «Uso falda porque así me siento bien», afirma Ventje Veijer. Esta joven de 21 años nunca visitó Amsterdam, con su famoso ´Barrio rojo´ y sus ´coffee shops´, donde se vende marihuana. ¿La razón? La tiene clara: «porque allí tienen valores diferentes». Durante la guerra de 80 años entre España y Holanda, que terminó en 1648, el gobierno holandés «utilizaba la fuerza para promover el protestantismo como una barrera contra los españoles católicos que invadían el sur», recuerda la historiadora Mirjam van Veen. El ´cinturón bíblico´ de hoy está situado, de hecho, «en la línea de frente» de la época, agrega. A pesar de todo, «el tiempo no se detuvo en Staphorst», asegura Jan de Wolde. Como muestra, cada vez más habitantes tienen internet en sus hogares. En los años 1970, la mitad rechazaba vacunarse, estimando que hacerlo era interferir con la voluntad de Dios. Hoy sólo el 20% lo sigue pensando.

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