“Calvino para el mundo”, de Rubén Rosario Rodríguez (II)

El libro tiene, y esto debe subrayarse puntualmente, un matiz de firme preocupación por los asuntos sociales, políticos y económicos, justamente aquellas áreas que con mayor frecuencia se destacan en los estudios calvinianos.

18 DE OCTUBRE DE 2024 · 07:49

Rubén Rosario Rodríguez.,
Rubén Rosario Rodríguez.

Si Calvino tuvo un genio, fue su mente organizativa, su manera de tomar ideas e implementarlas en un entorno institucional. Algunas de las cosas por las que se recuerda la Ginebra de Calvino son la implementación de hospitales públicos, de escuelas públicas, de una red pública de bienestar social. Estas ideas no eran nuevas. A medida que toda la Europa católica se encaminaba hacia una economía mercantil urbana, se crearon ciertos problemas. Calvino fue capaz de implementar reformas con el hospital público, con el sistema escolar que proveía a los desempleados, a los heridos en las guerras de religión y que no podían trabajar; creó todo un sistema de bienestar social que ahora se supone que es parte del estado democrático moderno.1

R. R. R.

 

En la introducción a su libro Calvin for the world: The enduring relevance of his political, social, and economic theology (Calvino para el mundo: la relevancia perdurable de su teología política, social y económica), el Dr. Rubén Rosario Rodríguez describe muy bien el proyecto de reunir los textos que lo conformanespecialmente el esfuerzo “por corregir los conceptos erróneos acerca de Calvino perpetuados por un conocimiento inadecuado de sus obras” por lo que cada capítulo finaliza con una sección de “lecturas adicionales” que ofrece una selección de las obras calvinianas relacionadas. Asimismo, para actuar en consecuencia, líneas atrás señala: “Al presentar un relato de la teología de Calvino en un contexto histórico, destacando momentos clave en la difusión y recepción global de sus obras y luego proponiendo vías para abordar cuestiones contemporáneas a través de la lente del pensamiento de Calvino, este libro reexamina suposiciones generalizadas y reevalúa los clichés dentro de los estudios de Calvino. presentar al reformador del siglo XVI como un interlocutor atractivo en cuestiones contemporáneas de justicia social, política, racial y económica” (p. xv).

El libro tiene, y esto debe subrayarse puntualmente, un matiz de firme preocupación por los asuntos sociales, políticos y económicos, justamente aquellas áreas que con mayor frecuencia se destacan en los estudios calvinianos, amén de los énfasis teológicos y espirituales que se considerarían como más obligados desde perspectivas más limitadas. La acción y la reflexión teológica calvinianas combinaron admirablemente todos estos aspectos, razón por la cual su vigencia es mayor que la de otros reformadores más restringidos a esas áreas específicas. Siguiendo al teólogo y eticista Douglas F. Ottati, profesor del Davidson College, se refiere así a esa franja de interés en los estudios sobre Calvino:

una visión claramente calvinista de las sociedades humanas “reconoce que, incluso mientras persiguen sus llamamientos legítimos, los políticos, abogados, profesores, empresarios y el resto estarán implicados en las injusticias y corrupciones que estropean todas las sociedades humanas”.2 Si bien todas las instituciones humanas, incluida la iglesia, necesitan arrepentimiento y reforma, las teologías reformadas descendientes de Calvino también afirman con confianza ‘la provisión divina para la justicia y el bien. Juan Calvino sostiene que las voces teológicas pertenecen al discurso público aunque sea sólo para garantizar que la obligación cristiana fundamental de compasión hacia los necesitados se cumpla adecuadamente. Para Calvino y para las iglesias influidas por él, el establecimiento de un orden social justo es parte integral de la vida cristiana. El llamado a ministrar a los pobres, los enfermos, las viudas, los huérfanos, los refugiados y los prisioneros (Mateo 25:34-40) es un asunto de preocupación tanto para la iglesia como para el Estado porque es, ante todo, un mandato espiritual para todos los cristianos de “tomar una posición tan firme como podamos contra el mal. Este mandato se da a todos, no solo a los príncipes, magistrados y funcionarios de justicia, sino también a todas las personas privadas” [Juan Calvino, Sermons on 2 Samuel: Chapters 1–13. Carlisle, Banner of Truth, 1992, 419] (p. xvii, énfasis agregado).

Asimismo, para el caso de América Latina, resulta muy llamativo que el autor señale las posibles afinidades de Calvino, alguien señalado como todo lo contrario de esa vertiente, con algunos postulados de la teología de liberación, retomando la labor de pensadores como Gustavo Gutiérrez y Rubem Alves, representantes siempre cuestionados de la teología reformada en el continente:

En este sentido, la teología de Calvino orientada hacia lo público tiene mucho en común con las teologías de la liberación de finales del siglo XX. Para los pobres de América Latina, la supervivencia es una lucha diaria, la pobreza material equivale a la muerte, y la muerte es contraria a la Palabra revelada de Dios. La disyunción radical entre el Dios de vida que trae buenas noticias de salvación (Lc 4:18-19; Is 61:1) y las aplastantes realidades políticas en las que las vastas “mayorías están desposeídas y por lo tanto obligadas a vivir como extranjeros en su propia tierra” ha creado una situación en la que incluso “los hombres y mujeres que intentan ponerse del lado de los desposeídos y dar testimonio de Dios en América Latina deben aceptar el amargo hecho de que inevitablemente serán sospechosos” [G. Gutiérrez, Beber en su propio pozo].

“Calvino para el mundo”, de Rubén Rosario Rodríguez (II)

Rubén Rosario Rodríguez.

Sobre el teólogo brasileño, la referencia procede de uno de sus libros menos citados, justamente uno de los que representa el nuevo estilo teológico y escritural que lo caracterizó desde entonces:

Crítico de la comodidad de la clase media del protestantismo tradicional, el teólogo de la liberación Rubem Alves recuerda a los creyentes cristianos que el Espíritu Santo elige vivir y habitar en los lugares más humildes: “Dios ama al mundo entero. Pero Dios muestra claramente una parcialidad hacia los que sufren. Jesús se declara presente en el prisionero, pero guarda silencio sobre los prisioneros. Dice que sufre con los hambrientos, pero no tiene alegría con los que están hartos de comida. Parece que las cosas son difíciles para los ricos y poderosos desde la perspectiva del Reino de Dios. ¿Qué piensa usted de esto?” [Creo en la resurrección del cuerpo]. En el contexto de una dictadura militar represiva respaldada por la iglesia presbiteriana brasileña, Alves dio voz a los débiles y marginados al articular una teología neocalvinista informada por la obra del teólogo reformado del siglo XX Karl Barth, convirtiéndose en el primer teólogo en emplear el término “teología de la liberación” en forma impresa (pp. xvii-xviii).

En esta línea y como prueba de la forma en que Rosario Rodríguez se ha sumergido en el universo calviniano, no está de más citar algunas de sus afirmaciones en relación con el libro y que muestran con claridad los enfoques que desarrolló en varios de los temas más llamativos asociados a la figura del reformador francés y que ha entresacado de la revisión minuciosa de su amplia producción (tratados teológicos, sermones, cartas, etcétera). Sobre la teología, por ejemplo, afirma:

Juan Calvino escribió la Institución como un manual para pastores sobre cómo leer e interpretar la Biblia. Para Calvino, no había diferenciación entre la teología bíblica y la sistemática y la ética. Todo era doctrina. Si está en la Biblia, tenemos que entenderlo, y luego tenemos que enseñarlo. En última instancia, lo que lo caracteriza en cada área, ya sea la ética social, el pensamiento económico o la predicación, es que uno mira el mundo a través de la lente de la Biblia. Y luego, cuando lee la Biblia, la mira a través de la lente de Cristo.

Acerca del libre mercado traza puentes con las ideas calvinianas:

Calvino apoyó la necesidad de una industria bancaria, pero no era partidario de esta idea de un libre mercado sin restricciones. Estaba en contra de las prácticas crediticias predatorias. De hecho, sólo creía que una vez que una empresa comenzaba a generar ganancias, solo entonces comenzaba a pagar el préstamo. Es muy diferente de las prácticas crediticias modernas, porque para él todo está bajo este gran paraguas de la ética social cristiana. Lo que se busca no son las ganancias de los inversionistas, sino el bien común.

Acerca del préstamo con interés, un tema tan debatido en los análisis económicos y que propicia comparaciones entre la ética católica y la protestante:

A lo largo de la historia cristiana, la usura, el préstamo de dinero a cambio de intereses, se consideró malo. No sólo Aquino, sino el propio Lutero se pronunció en contra de ella. Calvino la abordó de manera muy diferente. Reconoció que se estaba produciendo un cambio de la economía agraria de la Edad Media a una economía urbana y mercantil, y que con ello surgió la necesidad de crear un sistema bancario y una forma de transferir capital a cambio de bienes. El préstamo es una forma necesaria de desarrollar y promover el bien común, porque permite a quienes carecen del capital necesario participar en el sistema económico de crecimiento”.

“Calvino para el mundo”, de Rubén Rosario Rodríguez (II)

Douglas Ottati.

Sobre el Estado “secular”, otro asunto polémico, señala: “Lo que hizo Calvino en Ginebra fue quitarle a la iglesia la administración de los hospitales públicos. El clero no estaba capacitado para la administración y los negocios. Y básicamente reclutó a líderes empresariales exitosos de la comunidad, líderes laicos en la iglesia, y les pidió que se convirtieran en diáconos y supervisaran las finanzas del hospital”. En relación con el gobierno, afirma:

Dondequiera que se vea una resistencia al autoritarismo, a un uso centralizado y unilateral del poder, ya sea en la vida de la iglesia o en la vida del estado, veo a Calvino. Calvino no confiaba en la naturaleza humana. Debido a que la humanidad ha caído, no podemos confiarle a la humanidad la toma unilateral de decisiones. Siempre es necesario que haya controles y contrapesos. Y así, no sólo hay controles y contrapesos en el gobierno de la iglesia, sino que él argumentó que, aunque se puede ser cristiano en una monarquía, se puede ser cristiano en una república, en última instancia, alguna forma de democracia representativa es la mejor forma de gobierno porque permite mantener mejor los controles y contrapesos (ver aquí).

En memoria del Dr. Bernardo Campos, pionero de la pentecostalidad protestante.

 

Notas

1 R. Rosario Rodríguez, “Instituciones”, en “From the mind of Calvin”, en Common Good, 26 de julio de 2024versión propia.

2 D. Ottati, “What Reformed theology in a Calvinist key brings to conversations about justice” (“Lo que la teología reformada en clave calvinista aporta a las conversaciones sobre la justicia”), en Political Theology, vol 10, núm. 3, 2009, p. 451.

 

Por un año más
¡Protestante Digital te necesita! Tenemos por delante un gran reto económico. Por eso, hoy te invitamos a ser parte comprometida de esta misión y desafío para asegurar y potenciar la continuidad de Protestante Digital y Evangelical Focus en 2024.

Puedes encontrar más información en apoya.protestantedigital.com.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ginebra viva - “Calvino para el mundo”, de Rubén Rosario Rodríguez (II)