“La mirada heterodoxa. Política y religión en México: tres décadas de seguimiento y análisis”

En el primer decenio del siglo XXI nos encontramos ante un acontecimiento impensable para la cultura de las sociedades postseculares: la repolitización de la religión.

20 DE MAYO DE 2022 · 09:37

Bergoglio saludando al expresidente mexicano Peña Nieto.,
Bergoglio saludando al expresidente mexicano Peña Nieto.

Está por aparecer, en las próximas semanas, bajo el sello de la Casa Unida de Publicaciones, el volumen La mirada heterodoxa. Política y religión en México: tres décadas de seguimiento y análisis, que reúne ensayos, artículos y notas sobre ese tema apasionante. Amablemente, el sociólogo Bernardo Barranco escribió el prólogo, en el que presta especial atención a algunos de los aspectos desarrollados en ellos. Se presenta aquí un fragmento.

Fragmento del prólogo de Bernardo Barranco

Antes de la pandemia, un buen amigo reprochó fraternalmente mis duras críticas a las posturas conservadoras de los pentecostales agrupados en las versiones del PES, partido evangélico. Mi amigo, brillante historiador, me aconsejaba ser menos beligerante con el desarrollo de estas minorías religiosas. Sus comentarios me calaron porque a lo largo de mi trayectoria intelectual y periodística he socorrido la tolerancia religiosa, combatido la discriminación y he amparado el respeto a la diversidad de creencias de creyentes y no creyentes. ¿Será que mi tradición católica me traiciona? Y me pregunté por qué me pasa la mismo con obispos que abusan del poder y católicos conservadores intransigentes del Yunque, ProVida y ProFamilia. Públicamente he manifestado duros reproches a la derecha católica. También constaté que tengo mucho respeto y amistad con diversos protestantes/evangélicos progresistas. Concluí que mis reparos no son teológicos ni religiosos sino diferencias, a veces irreconciliables, en la manera de entender la construcción social.

En este contexto sitúo mi amistad de larga data con Leopoldo Cervantes-Ortiz. A pesar de contar con trayectorias muy diferentes, quizá nos une una concepción laica del cristianismo. Leopoldo es polifacético y es, sin duda, agudo observador del fenómeno religioso en México y América Latina. He tenido la oportunidad de compartir sus reflexiones en los diversos espacios mediáticos que he conducido. En la radio, en Religiones del Mundo, Leopoldo nos advertía en los años 90 los derechos de las minorías religiosas y del acoso de voces religiosas; así como regresiones en algunas Iglesias, en especial, en el tema de la ordenación de mujeres. En televisión, en Sacro y Profano, del Canal Once, ha sido un invitado frecuente que analiza el comportamiento político de los pentecostales conservadores. Y a nivel editorial, Leopoldo colaboró, en un libro que coordiné, titulado: Los depredadores sagrados (Grijalbo, 2021), con un espléndido ensayo pionero sobre la pederastia en el universo evangélico. De tal suerte que nos acerca una larga trayectoria de encuentros y abordaje de temas político-religiosos de interés común.

Por todo ello, es un honor prologar esta recopilación de ensayos titulada: La mirada heterodoxa. Sin duda, luego de treinta años el país es otro. Las relaciones entre sociedad y religión se han transformado. Justo hace tres décadas, se operaron las reformas salinistas de 1992. La Iglesia católica pasó de ser semi refractaria, y potencialmente adversaria del Estado, para convertirse en aliada política, bajo la hipótesis del salinismo. Imperaba el pragmatismo de la clase política priista y de la jerarquía católica, mientras que el polo protestante/evangélico era apenas visible en la agenda pública. Al leer el primer bloque de ensayos de Cervantes-Ortiz, me llama la atención cómo se ha perdido, entre las jóvenes generaciones, la memoria de la cultura política de los liberales en México, en especial, sus fundamentos situados en la generación de Juárez en el siglo XIX. Por el contrario, celebro constatar que se mantiene retentiva y un registro aún vivaz en sectores protestantes.

“La mirada heterodoxa. Política y religión en México: tres décadas de seguimiento y análisis”

Detalla de la portada de La mirada heterodoxa.

Sin lugar a dudas, el mapa religioso de México ha venido cambiando. En especial en estos últimos treinta años. En 1990, el censo de población reportaba que 89.7% de la población se decía católica. El Censo de 2020 indica que los católicos han descendido a 77.7%, es decir, hay un descenso de 12 puntos porcentuales. La caída ha sido “suave” comparada con diversos países en América Latina. Por su parte, los evangélicos siguen creciendo de manera sostenida: las personas que declararon pertenecer a iglesias protestantes y evangélicas pasaron de 3.2% en 1980, a 7.3 en 2000, y a 11.2 en 2020. Aunque algunos líderes pentecostales quisieran cifras más altas para su lucro político, como el pastor Arturo Farela, de Confraternice, quien vaticinaba que en México había 35 millones de evangélicos. […]

Hace treinta años, la jerarquía católica se jactaba de hablar a nombre del pueblo mexicano como un todo y alardeaba sobre la naturaleza creyente y católica de éste. Con un 90% de población católica, a fin de siglo se abrogaba una representatividad simbólica y política que ahora parecería absurda. La jerarquía chantajeaba con el mito de la Iglesia como apoderada de ese pueblo católico, por lo tanto, era efectivamente un factor de unidad nacional. Dicho retrato se fue desdibujando, al paso de las décadas, con la mayor diversidad de la sociedad en materia de creencias y no creencias.

En estos 30 años, resalta la primera generación de reformas jurídicas que incubó el salinismo en 1992 y que modificaron sustancialmente la relación entre el Estado y las Iglesias. Carlos Salinas de Gortari reconoció que la iniciativa era parte de un amplio proceso de reconciliación nacional. Era evidente que contar con el apoyo y peso político de la jerarquía católica le otorgaba mayor legitimidad y robustecería políticamente su proyecto. Las reformas se promulgaron el 28 de enero de 1992. El propio Carlos Salinas de Gortari, repara que en su radar no existía la diversidad de Iglesias cristianas y tuvo que reconocer que dichas Iglesias cristianas aglomeraban un considerable número de adherentes. En su libro, así lo reconoce: “Un destacado conocedor del tema Roberto Blancarte, me lo hizo notar muy pronto. En un artículo publicado en La Jornada a los pocos días de arranque de mi gobierno” (México, un paso difícil a la modernidad. Plaza y Janés Editores, 2000, p. 269). […]

En los ensayos de La mirada heterodoxa, de Cervantes-Ortiz, no se pasa por alto la segunda generación de reformas; me refiero a la reforma de los artículos 24 y 40 constitucionales sobre libertad religiosa y el carácter laico de la República. La tóxica reforma del 24 fue calificada por Leopoldo como “contrarreforma”. El tránsito de dicha reforma sobre libertad religiosa fue tortuoso: 2011-2013. Su origen fue un acuerdo político entre Carlos Aguiar, entonces presidente de la conferencia de los obispos mexicanos, el presidente Felipe Calderón y el candidato priista a la presidencia Enrique Peña Nieto, puntero en las encuestas. […]

A treinta años se verifica un cambio en las agendas. La Iglesia católica, hasta fines del siglo pasado, reivindicaba los temas sociales en torno a la pobreza, injusticia, migración y crítica a la corrupción. Actualmente la agenda política de la jerarquía católica se ha centrado en el debate sobre los principios morales de la sociedad. Hay una cercanía tácita con pentecostales conservadores para politizar la discusión sobre los valores. Estas Iglesias se han autodenominado instancias tutelares de los principios morales de la nación. Condenan, culpabilizan y chantajean en temas como el aborto, la sexualidad, el nuevo tipo de parejas, la homosexualidad, la eutanasia, etcétera. Esto las ha llevado a confrontarse ya no con el Estado, sino con significativos sectores de la sociedad civil y algunos intelectuales.

La nueva topografía religiosa después de treinta años es absolutamente diferente. Hoy impera la diversidad con nuevos retos de convivencia. Están mutando los principios que rigen a una sociedad moderna, democrática y cada vez más secular, con preceptos obligados tales como el respeto a la pluralidad, la tolerancia y el acatamiento al régimen de libertades. Este modelo descansa en los derechos humanos universalmente reconocidos por las naciones y, entre todos, sobresalen las libertades de pensamiento y de conciencia, así como la libertad religiosa. […]

En el primer decenio del siglo XXI nos encontramos ante un acontecimiento impensable para la cultura de las sociedades postseculares: la repolitización de la religión. Frente al pronóstico de la extinción de la fe religiosa ante el avance de la ciencia y del progreso técnico, los análisis sociológicos actuales revelan nuevas formas de religión pública, desarrollando debates políticos y culturales relacionados con la interacción entre laicidad y religión. México no escapa a dicho fenómeno, que Cervantes-Ortiz indaga con particular interés. Es decir, la apuesta política de los evangélicos en su mayoría pentecostales mediante la creación de partidos políticos que sigan la secuela de muchos países latinoamericanos. Surgen muchas interrogantes: ¿la religión es un asunto exclusivamente privado?, ¿son compatibles la democracia laica y la religión pública?, ¿se pueden establecer sinergias entre ambos o necesitamos impulsar políticas de privatización y expulsión de la religión de la vida pública? El texto de Cervantes-Ortiz nos muestra que lo religioso tiene una fuerza cultural y política significativa. La constitución de las identidades colectivas y la organización de los comportamientos sociales están muy marcados por la religión como un factor activo. […]

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ginebra viva - “La mirada heterodoxa. Política y religión en México: tres décadas de seguimiento y análisis”