“Soñar, luchar, vivir: una teología desde la praxis y la visión de una mujer cubana”, de Ofelia M. Ortega (I)
Su amplia trayectoria llegaría a representar la enorme contribución de las mujeres en ese ámbito tan restringido en otras épocas a los varones.
15 DE MAYO DE 2020 · 09:45
La tradición de la iglesia ha proyectado en su lectura de la Biblia prejuicios antifeministas que no sólo han ocultado la riqueza de estos testimonios de mujeres, sino que le han quitado fuerza espiritual al conjunto de la palabra de Dios, debilitando su eficacia histórica. La mujer en la contemporaneidad hace una lectura militante de la Biblia, recuperando y desarrollando la experiencia colectiva de aquellas que hoy, como ayer, se juegan la vida por la liberación del pueblo y el anuncio de esa buena nueva.[1]
O.M. Ortega
Pocas veces en la vida de un/a representante genuino del protestantismo latinoamericano ha coincidido tan felizmente la triada que forman la teología, el ecumenismo y el género, como en el caso de la cubana Ofelia Miriam Ortega Suárez (Cárdenas, 1936). Su amplia trayectoria, que comenzó como cualquier experiencia de las mujeres evangélicas de mediados del siglo pasado, sin la posibilidad real de alcanzar reconocimiento formal (léase, la ordenación) de sus oficios o tareas al interior de una iglesia, llegaría a representar la enorme contribución de las mujeres en ese ámbito tan restringido en otras épocas a los varones. A ello contribuyó, sin duda, haber sido la primera mujer ordenada como Presbítera Docente o pastora en la Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba, en 1967. Antes, se había graduado en Educación Cristiana en el Seminario Evangélico de Teología de Matanzas y en Lengua Inglesa, para luego cursar Teología. Su estancia en el Instituto Ecuménico de Bossey le permitió conocer el ambiente multieclesial de manera directa.
A partir de entonces se abrieron las puertas para que su labor educativa, teológica y pastoral la proyectase a los niveles mundial y latinoamericano, en ese orden, pues ejerció como profesora en Bossey (1985-1988) y fue responsable para América Latina del Programa de Educación Teológica Ecuménica del Consejo Mundial de Iglesias (CMI, 1988-1996). Luego de ejercer esos cargos, de regreso en su país fue rectora del SET (1996-2004) y diputada en la Asamblea Nacional del Poder Popular (2008-2018), además de encarnar fehacientemente la lucha por la igualdad de género en diversos espacios de estudio y promoción de la dignidad de las mujeres. Fue vicepresidenta en la entonces Alianza Reformada Mundial y presidenta por del CMI para la región. Quizá el símbolo de sus aportaciones a la teología feminista sea el volumen colectivo Women’s voices: Theological reflection, celebration, action (Voces de mujeres: reflexión teológica, celebración, acción) publicado por el CMI en 1995.
En 1998, durante el Festival de la Década Ecuménica de Solidaridad de las Iglesias con las mujeres en Harare, Zimbabwe, las jóvenes participantes la nombraron como una “madre espiritual” para las nuevas generaciones, que ven en ella la incansable teóloga que luchó porque otras mujeres lograsen también alcanzar sus metas. En esa ocasión, celebró que gracias a la Década se crearon cátedras acerca del tema de la mujer en muchas instituciones teológicas de América Latina y el Caribe.
Debe agregarse que Ortega Suárez es una precursora de los movimientos cristianos feministas que ha conseguido, sobre la marcha, el reconocimiento eclesial y social tan buscado en medio de la compleja situación de dominio patriarcal.Otras contemporáneas y colegas suyas como la guatemalteca Julia Esquivel (1930-2019) y la rioplatense Beatriz Melano (1931-2004, primera Doctora en Teología en el ámbito protestante), vivieron algo similar y, sin saberlo, formaron parte de la vanguardia teológica feminista protestante latinoamericana. Ellas y otras más prepararon el terreno para el despegue de esta importante veta del pensamiento cristiano que se desarrollaría enormemente y que ha conjuntado creativamente los tres aspectos enunciados al principio de este texto. En el contexto ecuménico, la teología protestante latinoamericana tiene ya un rostro femenino propio gracias a las contribuciones de las continuadoras de estos esfuerzos pioneros.
Ahora que ha alcanzado, luego de varios años de estudio y esfuerzo el Doctorado en Ministerio por parte del Seminario Teológico de San Francisco (en un acto que se llevó a cabo en el SET, en Matanzas, en agosto de 2019), se publica en México una amplia recopilación (400 pp.) de sus textos dispersos que la muestran en pleno despliegue de su vocación teológica, pastoral, ecuménica, feminista, liberadora. El volumen está prologado por Elsa Tamez, referencia obligada de la teología feminista, que puede considerarse continuadora directa de la obra de Ortega. Sus palabras son sentidas y entrañables:
Ofelia es así: sencilla, honesta, humana. Desde que la conocí, a finales de los años 70, me di cuenta de que ella es pura energía que contagia. […]
Ofelia es mujer cubana y escribe como tal. Su compromiso con las mujeres nació desde antes que la teología feminista latinoamericana se desplegara en los años 80. […] Muchas mujeres del mundo, no solo latinoamericanas y caribeñas, le debemos que haya abierto camino […]
Algo notable en su obra es que su teología y pastoral se distinguen por su énfasis en lo comunitario antijerárquico. Eso se observa en no pocos artículos, y por eso insiste en “una teología de las relaciones”, “de conexiones”; “comunitaria”, “inclusiva”, “multidimensional” y “holística”. En mente tiene una teología e iglesia donde quepan todas y todos: personas de diversos géneros, iglesias de distintas confesiones, vivencias espirituales inclusivas al nivel de religiones; pensamientos distintos. Eso se logra con el respeto y reconocimiento de la dignidad de cada persona (pp. 13-14).
Ortega misma, en la introducción, se refiere a su caminar teológico y subraya la importancia que representaron los 12 años que pasó en el CMI, adonde se sintió “llamada a representar la reivindicación de la vida, la justicia y la solidaridad. Fue entonces cuando intuición y laboriosidad conceptual; sospecha y articulación teórica se afianzaron al poner mi empeño en el empoderamiento y la educación teológica de las mujeres” (p. 15). Su lista de influencias es vasta: Karl Barth, Emil Brunner, Paul Tillich, Dietrich Bonhoeffer, John A. Mackay, Josef L. Hromádka, Richard Shaull, Sergio Arce, Mauricio López, Giulio Girardi, Leonardo Boff y Frei Betto Y, entre las mujeres, numerosas teólogas feministas con las que ha dialogado, y quienes han sido un inmenso estímulo: Elsa Tamez, Ivone Gebara, Ada María Isasi-Díaz, María Pilar Aquino, Elisabeth Schüssler Fiorenza, Mary E. Hunt y Letty M. Russell (a quien dedica el libro junto con su profesor David C. White).
Los diversos textos retratan de cuerpo entero, pues reflejan sus preocupaciones constantes Las tres secciones del nuevo libro (“Visión teológica y pastoral”, artículos y ensayos; “Para no olvidar”, homenajes varios; y “Huellas de una vida”, entrevistas) son estaciones obligadas que permiten apreciar los momentos vitales que han propiciado esta reflexión teológica orientada siempre hacia la transformación de la iglesia y de su praxis a través de las personas que sean capaces de experimentar el impacto del Evangelio de Jesucristo. Ortega Suárez es, como se lo expresó un grupo de 12 lideresas reunidas en el SET en 1997 durante una reunión de la Comunidad de Educación Teológica Ecuménica Latinoamericana y Caribeña (Cetela), la “madre de la teología de la liberación” (p. 128) en el ambiente protestante, algo así como su correligionario brasileño Rubem Alves, quien, un año después de la ordenación de Ortega como pastora, dio a conocer su trabajo teológico seminal desde esta matriz eclesial.
Notas
[1] O.M. Ortega, Soñar, luchar, vivir: una teología desde la praxis y la visión de una mujer cubana. México, CUPSA, 2020, pp. 59-60.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ginebra viva - “Soñar, luchar, vivir: una teología desde la praxis y la visión de una mujer cubana”, de Ofelia M. Ortega (I)