Dios, el universo y el pasado indígena en los último poemas de Ernesto Cardenal

Luego de estar hospitalizado y de recibir la autorización del papa Bergoglio para oficiar que Karol Wojtyla le retiró desde 1984, Cardenal se recuperó asombrosamente y volvió a su casa para seguir escribiendo.

13 DE MARZO DE 2020 · 09:45

Detalles del velatorio de Ernesto Cardenal.,
Detalles del velatorio de Ernesto Cardenal.

La belleza del universo nos refleja a Dios

y fue creado por él para unirse con nosotros […]

Este mundo no tiene sentido si no hay otro

Vida después de la muerte [1]

E.C., “Lo visible y lo invisible” (2020)

 

Con total justicia y exactitud, Luz Marina Acosta, asistente personal durante 40 años del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, se refirió en una entrevista a dos grandes temas que pueden definir los últimos poemas escritos y publicados por él, Dios y el universo, desde una visión eminentemente mística, que lo poseyó durante buena parte de su vida. Luego del enorme volumen de artículos y notas sobre Cardenal que por todas partes intentaba dar cuenta de la importancia de su vida y obra, esa entrevista abrió una puerta magnífica para asomarse a la última producción del poeta. A la pregunta expresa sobre los textos más recientes, algunos de los cuales alcanzaron a integrarse a la edición de la Poesía completa que se presentó en enero en Madrid, Acosta. 

Ernesto en sus últimos dos años recogió en En el camino de Emaús. Poemas de resurrección un proyecto de libro. Aquí hay cinco poemas que son: “Así en la tierra como en el cielo”, “Hijo de las estrellas”, “Estamos en el firmamento”, “Con la puerta cerrada” y “Lo visible y lo invisible”. Esto es el andar de Ernesto hacia su muerte, habla de la muerte abiertamente, para él era algo natural, era integrarse al universo, y era mayor intimidad con Dios. Él es un ser especial y su relación con Dios era una cuestión que, yo […] no lo podría explicar, porque que él tenía una relación que no podía entender.[2]

Dios, el universo y el pasado indígena en los último poemas de Ernesto Cardenal

Luz Marina Acosta, asistente de Ernesto Cardenal.

Luego de estar hospitalizado y de recibir la autorización del papa Bergoglio para oficiar que Karol Wojtyla le retiró desde 1984, Cardenal se recuperó asombrosamente y volvió a su casa para seguir escribiendo con la mira puesta en la reunión de su poesía, que apareció con un estudio preliminar de María Ángeles Pérez López, con más de 1200 páginas. El poema Con la puerta cerrada (alusión a la presencia del Jesús resucitado con sus discípulos), fechado el 11 de junio de 2019, fue incluido en la última parte (pp. 1153ss). Se trata de un poema extenso, como muchos de la última etapa, que se ocupa parsimoniosamente de la encarnación, la actuación de Dios en Jesús y su resurrección, en su muy peculiar estilo, trazando puentes claros con sus lecturas sobre astronomía, que modificaron profundamente su estilo:

¡Quién creería que el universo crecería tanto!
Con la enorme expansión del universo
la Tierra ya no es su centro
Relegada al anonimato de la inmensidad estelar
Ni la crucifixión lo es
¡Qué mayor materialismo que creer en la resurrección!
La muerte es real pero no una finalidad real
un destino final
nada tiene sentido sin la inmortalidad
todos unidos para la salvación de todos
El cosmos transformado en el cuerpo de Cristo
(su cuerpo)
y el comienzo de una nueva Creación.[3]

El texto obliga al lector a esforzarse para captar las cadenas de asociaciones religiosas, históricas, políticas y científicas, pues en su fluir verbal todo adquiere sentido en la fusión de la imaginación mística y de la acción revolucionaria de Dios en todos los aspectos posibles. Y ni siquiera allí dejó pasar la oportunidad de referirse al gobierno actual presidido por Daniel Ortega y Rosario Murillo, sus antiguos compañeros sandinistas: “La revolución perdida / En el actual régimen de terror y mentira / la familia ha desforestado el país / indefensos en la globalización”. Su visión del “Cristo cósmico” (influida por Teilhard de Chardin desde hace décadas) lo hace referirse a él con un lenguaje exaltado y renovador, aún a estas alturas, sin olvidar su experiencia mística personal:

Un Cristo no sólo de nuestro planeta
sino de todo el universo
antes astronómicamente muy limitado
por quien fue creado todo lo que existe
aun seres inteligentes muy distintos
si los hay
en el que todo se une
y unido se une a Dios
todo enlazado con todo
lo finito abrazado con el infinito
fuimos necesarios para Dios
Es un Dios que abraza
Y me ha abrazado
No descansaste hasta que me hiciste tuyo
No es una idea sino una realidad biológica.

El verdadero último poema está fechado el 20 de enero pasado, día de su 95º cumpleaños que se celebró en la embajada de México en Managua. Acosta narró los entretelones de este texto: “Le pregunté: —¿Poeta ya no voy a decir que es el último poema?, porque yo llevaba tres o cuatro veces diciendo, ‘Con la puerta cerrada”, yo creía que era el último poema, y resulta que después me salió con ‘Hijos de las estrellas’, y después con otro poema. Entonces digo, ya no vuelvo a decir que es tu último poema, y tenés un último poema después de este penúltimo, pues. Y sí, hay versos, que los dejó en una cajita de madera donde hay múltiples líneas, o versos, o fragmentos de un poema que seguía armando, porque me dijo: —Mientras tenga más que decir, lo voy diciendo”.

Lo visible y lo invisible está enormemente cargado del lado de la ciencia, de la observación y celebración del cosmos como espacio de revelación divina, pues la obsesión por ligar ambas realidades es constante:

Otra vez en mi poesía los números pavorosos

el abismo que pasmó a Pascal

galaxias y galaxias en todas direcciones […]

Donde hay estrellas hay planetas

con animales galácticos en evolución

Dondequiera estrellas de remotos pasados

Y civilizaciones no todas al mismo tiempo

(¿qué nos dirán de Dios?) […]

La religión del futuro es la evolución

En un mundo en evolución

es más fácil creer que hay Más Allá:

un mundo no definitivo sino creación constante.[4]

Las palabras finales son conmovedoras afirmaciones de fe se alguien que veía cerca la luz de la fusión con lo sagrado, con lo profundamente inefable:

Haciéndolos un animal social

el fuego fue la primera unión

y con el fuego el primer lenguaje

la maravilla de poder hablar

sentados juntos hablaron mejor

Lenguaje también para hablar con Dios.

A estos dos temas omnipresentes en su poesía, Cardenal añadió otro, el pasado indígena mesoamericano, dominante en el último libro publicado en vida, Canto a México, que presentó en la capital de este país el 5 de diciembre de 2019, al lado de los poetas Dolores Castro (1923, antigua compañera suya en la UNAM) y Marco Antonio Campos, y el director del Fondo de Cultura Económica, Paco Ignacio Taibo II. (aquí el vídeo completo). Todo un acontecimiento, dicho acto representó la última aparición pública en la que Cardenal leyó poemas del libro, una auténtica recreación lírica exteriorista (término con que definió su obra) que recuerda inevitablemente tantos otros ejercicios suyos de recuperación del lenguaje, la cultura y la religión precolombina, como es el caso de Homenaje a los indios americanos (1969). El esfuerzo por retomar el impulso poético y lingüístico antiguo fue bien destacado por Campos, quien afirmó:

Para escribir los poemas lo hizo desde una triple perspectiva: la primera, como si fuera uno más de los poetas del altiplano mexicano y se reuniera, por ejemplo, con Ayocuan, Tecayehuatzin o el desdichado Cuacuauhtzin; la segunda, utilizando imágenes y metáforas de la poesía náhuatl para describir una situación del siglo XX y el siglo presente, y una tercera, la más breve, escrita desde una perspectiva puramente actual. […]

Cardenal utiliza muy bellamente las metáforas de la poesía náhuatl, para hacer sentir los temas principales: la fugacidad de la vida, la vida como préstamo, la otra vida que quizá sea la verdadera, las bellezas de la amistad y la hermandad de los poetas, la poesía como un puente para que hable por nosotros el Señor del Cerca y del Junto…

Como si Cardenal escribiera también su parte en el solo poema de la poesía del México antiguo, crea, a partir de los poemas de los Cantares mexicanos y los Romances de los señores de la Nueva España, variaciones bellísimas.[5]

Dios, el universo y el pasado indígena en los último poemas de Ernesto Cardenal

Portada de la Poesía completa de Cardenal, publicada por Editorial Trotta.

La mezcla de elementos ancestrales y modernos fue una de las mayores características del trabajo poético de Cardenal. Este libro completo, dedicado a su “segunda patria”, tal como lo dice en el prefacio, es un cierre muy digno para una obra que siempre estuvo en expansión, a la manera del universo que veía con la mirada de la fe y de la esperanza en cambios sociales profundos. Las 13 secciones del volumen (alusiones directas a autores, lugares y prácticas culturales) son un recorrido empático, minucioso y por la cultura mexicana antigua, en diálogo continuo con el presente del país y del contexto latinoamericano. “La flor y el canto” (In Xóchitl in Cuícatl, en el idioma originario), como denominaron los antiguos pueblos nahuas a la poesía, de desdobla en un discurso poético que atravesó múltiples registros y que, aun cuando fue catalogado como “conversacional”, “coloquial” y de otras maneras, no abandonó nunca la experimentación formal dando fe de una sólida asimilación de las principales corrientes renovadoras del siglo XX. Todo cabía en esa poesía que no dejó nunca de arriesgarse ideológica y políticamente hablando. Vaya una muestra de esta última producción tan arraigada en la cosmovisión mesoamericana:

La poesía es divina, viene de arriba,

Del interior del cielo.

De la pareja suprema de donde proceden todas las parejas.

El principio Masculino-Femenino inventó a los hombres

como los tlamatinimes inventan sus pinturas-poemas.

Y por pinturas-poemas, la palabra de los tlamatinimes,

la historia de esa creación, transmitida

de generación en generación…

Por eso la poesía es divina, palabra “diosada”.

La poesía es el “camino”.

(In Xóchitl in Cuícatl, p. 44)

Jorge Boccanera, poeta argentino amigo de Cardenal, con larga estadía en México, escribió así sobre él:

La originalidad de su poesía tiene que ver con un ejercicio de montaje del verso de amplio período que introduce en la respiración del poema el tono del coloquio, pero, además, consignas políticas, letras de canciones, onomatopeyas, largas enumeraciones, datos de la botánica, la astronomía, la economía; palabras indígenas, cifras, salmos, comentarios, partes de guerra, marcas comerciales, siglas, telegramas y apuntes de viaje. Y sobre todo ajustadas descripciones que semejan guiones cinematográficos, con una fuerte impronta visual que, al decir del poeta cubano Cintio Vitier, dan “proféticos cantos” que parten de “un realismo revolucionario y místico” y funcionan como documentales y reportajes. […]

Ya lo dijimos: los hilos temáticos de la poesía de Cardenal —Dios, la revolución, la naturaleza— se refunden en uno: el amor. Un amor no exento de erotismo. […]

La poesía de este maestro espiritual, como lo llamó Thomas Merton, puede leerse como un registro de la identidad americana donde se percibe el rumor de las culturas precolombinas, el esplendor de las ciudades indígenas que no tenían murallas ni cuarteles ni usura. En su celebración siempre estará la vida recomenzando una y otra vez: “la momia aún aprieta en su mano seca su saquito de granos”. Y la lucha recomenzando una y otra vez: “el héroe nace cuando muere/ y la hierba verde renace de los carbones”.[6]

Notas

[1] E. Cardenal, Lo visible y lo invisible, en Confidencial,8 de marzo de 2020

[2] Carlos F. Chamorro, Los últimos poemas de Cardenal: la fusión con Dios y el universo, en Confidencial, 9 de marzo de 2020

[3] E. Cardenal, Con la puerta cerrada, en Confidencial, 2 de marzo de 2020

[4] E. Cardenal, Lo visible y lo invisible.

[5] M.A. Campos, El Canto a México, de Ernesto Cardenal, en La Jornada Semanal, núm. 1298, 19 de enero de 2020, pp. 8, 9

[6] J. Boccanera, El diálogo del alma y la sangre: Ernesto Cardenal in memoriam, en La Jornada Semanal, 8 de marzo de 2020

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