En el valle donde susurran las sombras
A veces la sombra no es más que la prueba de que hay luz cerca, el valle es oscuro, sí, pero no eterno, y lo que se aprende allí, en esa profundidad, no se olvida jamás.
18 DE MAYO DE 2025 · 23:10

“El mundo rompe a todos, y después, muchos son fuertes en los lugares rotos.” Ernest Hemingway
“En medio del camino de nuestra vida, me encontré por una selva oscura, porque la recta vía se había perdido.” Dante Alighieri (La Divina Comedia)
“Es precisamente en lo más oscuro donde aprendemos a ver la luz con mayor claridad.” Victor Frankl
“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.” Salmo 23:4
Hay valles por los que uno no camina, se cae en ellos; son hondos, fríos, y sus ecos repiten las preguntas que más tememos: ¿vale la pena?. ¿saldré de aquí?, ¿dónde estás Señor?, ¿por qué?...
Pero incluso allí, donde la sombra parece tragarse la esperanza, hay algo que no muere, una pequeña chispa. La mayoría de las veces fe, aún sin ver la respuesta; otras, una simple mirada, o una sencilla pero potente palabra. Y eso, simplemente eso, es suficiente.
El “valle de sombra de muerte” no es un lugar físico, es esa temporada del alma en la que todo parece desmoronarse, una pérdida del tipo que sea, una traición, un daño profundo que sólo la persona que lo está experimentando conoce, y que los demás no pueden comprender....
No se trata del miedo a morir, sino del miedo a vivir así, desgastado, a oscuras, sin respuestas. Sin embargo, muchos de los que hemos experimentado esta situación repetidas veces, hemos descubierto que lo que parecía una sombra, en realidad era la silueta de algo más grande que nos esperaba del otro lado.
Cuando Winston Churchill planificó su funeral (él lo organizó con detalle años antes de morir) hizo que se tocara una última melodía desde la cúpula de la Catedral de San Pablo: “The Last Post”, símbolo del fin; pero tras unos segundos de silencio, mandó que sonara otra melodía desde el extremo opuesto del templo “Reveille”, la llamada del amanecer y del despertar.
Un mensaje silencioso pero claro.... ¡Esto no es el fin!
Churchill comprendía el valle de sombra de muerte, pero también creía en la luz más allá de la sombra.
A veces la sombra no es más que la prueba de que hay luz cerca, el valle es oscuro, sí, pero no eterno, y lo que se aprende allí, en esa profundidad, no se olvida jamás.
No tengas miedo a entrar, a caer; porque el que ha caminado por el valle... no camina sólo, y al final, cada sombra es sólo eso, sombra, y nunca tiene la última palabra.
Es Dios quien la tiene. Él es quien permite, quien lo sabe todo, quien conoce nuestras fuerzas, la duración del proceso, todos los porqués y el final.
Me parece realmente precioso y consolador lo que escribe David en el Salmo 139 :11 y 12 ...
“Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz.”
¿Estás atravesando un valle de sombra y no comprendes nada? Te regalo un poema escrito hace años, lo volvería a escribir, porque conozco la fidelidad de mi Señor:
En el silencio de la noche
En el silencio de esta noche a media luna,
miro a tu cielo mi Señor e intento verte;
está oscuro y casi no hay estrellas,
e intento escuchar tus susurros dulcemente
Y escucho tu voz suave en el silencio
diciendo al corazón cuanto me amas,
y esa dulzura tuya en medio de la noche,
calma todo temor y da esperanza
Y escucho sobre el mar brisa suave,
y siento lazos de amor sobre mi alma;
dulzuras infinitas en estrellas,
y beso de melaza en mis entrañas.
Hoy pienso en tantas noches de mi vida
en las que hablaste en susurros a mi alma;
y entre sueño y dulzuras infinitas,
me mostraste la senda que marcabas.
Y hoy quiero escuchar como el profeta,
tan niño que apenas entendía;
quiero sentir tu presencia en esta noche
y tan solo decir, tu sierva escucha en melodía,
Y vuelvo a mirar mi media luna
y este cielo oscuro casi sin estrellas,
y vuelvo a sentir tus lazos fuertes
marcándome la senda que me mandas.
¿Qué quieres que yo haga Señor mío?
¿por dónde me diriges y me mandas?
pues aquí estoy de nuevo sin palabras,
sólo escuchando tu voz hasta que llegue el alba.
Beatriz Garrido
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Follas novas - En el valle donde susurran las sombras