Programa y meta-grama: el estilo de vida en el pueblo cristiano y en su liderazgo

Se ha confundido la meta de la Gran Comisión: No es hacer convertidos, sino discípulos.

23 DE NOVIEMBRE DE 2024 · 22:25

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“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, será semejante a un hombre prudente que edificó su casa sobre la peña. … “Pero todo el que me oye estas palabras y no las hace, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena. (Mateo 7:24-27 RVA 2015)

 

En la última parte del capítulo siete de Mateo, en la conclusión del denominado “Sermón del monte”, hay varias figuras: un camino ancho con su puerta correspondiente y otro estrecho, también con su puerta estrecha, frutos que identifican al árbol bueno o malo, y las casas que se construyen sobre cimiento firme o sobre la arena. Son metáforas que sirven para identificar el estilo de vida del pueblo de Dios y de sus líderes.

En la figura de los frutos, nos advierte el Señor Jesús de tener cuidado con los falsos profetas. Una característica de todo grupo religioso es que tiene el peligro de convertirse en el feudo exclusivo de algún líder, en la secta de un pastor, lobo vestido de oveja, que exige que todos estén de acuerdo con él y nadie muestre un poco de libertad de conciencia. Son muchos los ejemplos de este tipo venenoso de liderazgo que ha provocado tragedias infames.  

Uno de los principios de las iglesias evangélicas, la libertad de conciencia, consiste en la facultad que tenemos para identificar lobos vestidos de oveja. Consiste en la dependencia directa del Espíritu Santo, para no dar nuestra lealtad a un falso profeta.   

El Señor Jesús nos dice que examinemos los frutos. Se trata del fruto que el Espíritu Santo produce en la vida: el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad. Jesús recalca la primacía del estilo de vida por sobre cualquier otro asunto, la prioridad que tiene la construcción del carácter según el corazón de Dios sobre otras cualidades del liderazgo o de las personalidades fuertes.

Miguel de Unamuno hacía la diferencia entre “programa” y “meta-grama”. Como le gustaba inventar palabras nuevas, Unamuno se refiere a que un programa se concentra en el contenido, en la agenda, en aquello que se piensa hacer y en su ejecución. En cambio, meta-grama (ir más allá de la letra) es la manera de hacerlo, el estilo con el que se lleva a cabo la agenda. Programa es el “qué” de nuestra tarea. Meta-grama es el “cómo”. 

Le rogamos al Espíritu Santo que produzca en nosotros más y más de su fruto, que es amor, que es la mejor manera de llevar a cabo nuestras acciones. Que se note que Cristo vive en el corazón de nuestros líderes, por medio de sus buenos frutos. 

En toda enseñanza sobre el Espíritu Santo, vale la pena subrayar que lo más importante es el fruto y no los dones. Alguien puede tener todos los dones espirituales, pero si no tiene amor, no sirve de nada. Esto es lo que nos enseñan las figuras que cierran el Sermón del monte. 

Es posible que midamos la estatura espiritual de un líder con base en sus grandes capacidades, en las grandes cosas –incluso milagrosas— que puede hacer por el poder del Espíritu. Pero Cristo conoce el corazón, y mira lo que otros no pueden ver. No lo impresionan nuestras grandes hazañas de predicación o de liderazgo en la iglesia. Su atención no se detiene en el programa.    

Con el Señor Jesús lo que cuenta es el estilo de vida, el meta-grama. Seguir a Cristo de verdad se demuestra por medio de una vida vivida haciendo el bien. En el reino los grandes son los que se hacen accesibles, los que escuchan, los que ayudan, los que comparten, los que no son pleitistas, ni les gusta competir, que sirven con el amor que tiene la marca de identidad del Espíritu Santo.  

Le rogamos al Espíritu Santo que llene nuestra vida para vivir haciendo el bien. Que en el día del juicio, el Señor Jesús nos pueda reconocer como suyos por hacer la voluntad del Padre celestial. 

Seguir a Jesús no es sólo cuestión de aceptar una doctrina. No consiste simplemente en cambiarse de iglesia. Por eso en la América hispana el gran crecimiento numérico de algunas iglesias no garantiza el mejoramiento en las condiciones de vida de nuestros pueblos. Se ha confundido la meta de la Gran Comisión: No es hacer convertidos, sino discípulos. Seguir a Jesús es poner en práctica sus mandamientos.

El Sermón del monte debe ser nuestro manual de vida. No podemos pasarlo por alto. Hemos cometido el error de pensar que estos mandamientos no estaban dirigidos a nosotros, que eran sólo para los líderes, o que eran para otra época que no es la nuestra. Jesús concluye diciendo: No seas insensato. No sólo escuches sin obedecer.

Notamos que las tormentas de la vida azotan por igual a cristianos y a no cristianos. Seguir a Cristo no significa que nunca van a venir esas tempestades. Pero Jesús dice que, si pones en práctica estas enseñanzas, tu casa resistirá los embates de la vida. Aguantará los vientos y las corrientes desbordadas de los arroyos y los ríos crecidos.

Hoy en día las compañías de seguro nos ofrecen sus pólizas. Sin embargo, la verdadera seguridad viene de arriba. Buscar primero el reino, confiar en Dios hasta el final, seguir los pasos de Jesús, el resucitado. Esto traerá la mayor seguridad a la vida. Independientemente de las destrucciones físicas de nuestras casas, la garantía que el evangelio ofrece es que ante toda tragedia y catástrofe que nos ocurra, su vara y su cayado nos infundirán aliento, y nos acompañará durante cualquier valle de sombra y de muerte. Su presencia nos infunde de esperanza y nos da recursos para levantarnos después de una catástrofe.    

Rogamos al Espíritu Santo que nos ayude a poner en práctica las enseñanzas del Señor Jesús. Que nos guíe el día de hoy para confiar en el Padre celestial, y que como pueblo del Espíritu podamos dar testimonio de la luz de Dios a todo el mundo. Amén. 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Enrolado por la gracia - Programa y meta-grama: el estilo de vida en el pueblo cristiano y en su liderazgo