¡Los burros vuelan!
Cualquier cosa es posible hoy en día; lo que nos podría parecer inverosímil tiempo atrás, ahora es más creíble que nunca.
07 DE SEPTIEMBRE DE 2024 · 19:00
Muchos años atrás, esta jocosa afirmación hubiera parecido totalmente absurda y hasta una tontería dialéctica, pero estamos asistiendo a una serie de acontecimientos sociales, políticos y tecnológicos, que no dejan de impresionarnos constantemente y que nos hacen pensar en novelas premonitorias de antaño que predecían el mundo del futuro, como “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, “1984” de George Orwell, “La peste” de Albert Camus, “Fundación e imperio” de la trilogía escrita por Isaac Asimov y más recientemente “Los juegos del hambre” estas entre otras, son diferentes distopías literarias que presagiaban un mundo deshumanizado e incierto. A esto hay que añadirle las grandes utopías de redenciones políticas, nuevas visiones artísticas y literarias que cambiaban paradigmas, y grandes avances científicos que pretendían salvar a la humanidad de las injusticias y de todos los males que nos aquejan. Lo sorprendente es que muchas de estas iniciativas de tantos visionarios idealistas del pasado se han convertido en realidades, en algunos casos han sido beneficiosas para el progreso de la humanidad, pero en muchos otros, han sido episodios crueles y aterradoramente devastadores producidos, en su mayoría, durante el siglo pasado.
Actualmente nos encontramos ante una verdadera explosión de ideas y descubrimientos realmente asombrosos en todas las disciplinas del saber humano. Sin embargo, también nos invaden las sombras de inquietantes alteraciones planetarias que alteran nuestro ecosistema y la aparición de nuevos agentes patógenos que amenazan nuestra supervivencia humana. La inteligencia artificial y la manipulación genética nos muestran avances tan verosímiles que ya no nos cuesta creer que la robótica desafía a sus propios creadores (la ficción ya está comenzando a superar la realidad).
La Biblia nos narra la historia del profeta Balaam y la burra que tuvo que reprenderle con voz audible por su manifiesta insensatez y desobediencia. Esta historia entre otras nos muestra un precedente completamente anormal, pero muy cierto para los creyentes: “que los burros hablan, los muertos resucitan y que el tiempo se detuvo en Gabaón por la fe de un simple hombre”.
Sobre el fin del mundo y los sorprendentes acontecimientos que ya le están precediendo y que seguirán ocurriendo inevitablemente, porque así está profetizado en las Sagradas Escrituras, se encuentran, más allá de la legión de escépticos, intérpretes de todas las tendencias habidas y por haber y por legiones innumerables de charlatanes y falsos profetas del desastre que intimidarán a los incautos con sus fabulaciones. No obstante, lo que está predicho en la Palabra por los santos hombres de Dios en anteriores generaciones, acerca de los terribles juicios finales sobre la humanidad, se cumplirán con escenas terriblemente caóticas y alteraciones sociopolíticas nunca vistas.
Las nuevas generaciones del siglo XXI ya están en condiciones de creer que “los burros vuelan” porque cualquier cosa es posible hoy en día; lo que nos podría parecer inverosímil tiempo atrás, ahora es más creíble que nunca. Esta hipérbole popular nos muestra que aun los incrédulos, subjetivamente, pueden aceptar que “cualquier cosa es posible” hoy en el mundo actual, visto lo que estamos viendo.
La moraleja para los creyentes incrédulos de nuestra generación es que “para el que cree todo es posible”. Esta afirmación es de labios del propio Jesús y no tiene otra interpretación más que esta, para desafiar nuestra poca fe y poder rogarle a Dios que aumente nuestra fe para que lleguemos a la firme conclusión que lo que es imposible para los hombres, para Dios es absolutamente posible hoy, aquí y ahora.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - ¡Los burros vuelan!