La mirada de Dios
Los ojos del Todopoderoso son la radiante luz de la Verdad, que traspasan nuestras mismas almas y que nos pueden cautivar por completo.
21 DE JULIO DE 2024 · 15:00

Uno de estos días amanecí con la sensación de que estaba siendo observado por Dios mismo. Y lejos de sentirme intimidado o extrañado por ello, comencé a tener la bendita sensación de una cariñosa cercanía divina, más que si de una fiscalizadora mirada se tratara, mientras venían a mi mente las palabras del salmista: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos. Y ve si hay en mí camino de perversidad; y guíame en el camino eterno” Salmo 139: 23-24. Siempre me ha resultado muy beneficiosa y saludable tanto la práctica de someterme voluntariamente a una prospección divina como la realización de una íntima introspección de motu proprio para evaluar mis verdaderas motivaciones personales. Este precioso salmo, que nos describe tan magistralmente la omnisciencia y la omnipresencia de Dios, tiene perlas como la siguiente: “Mi embrión vieron tus ojos” Salmo 139: 16, y en su libro de diseño genético estaban descritas todas mis características más singulares. Dios me vio a mí y te vio a ti desde nuestra génesis más incipiente. Dios pensó en mí y determinó todos los detalles de mi vida, que yo fuese único e irrepetible y que pudiera, además de nacer, tener un proyecto de vida propio. ¡Qué fascinante y maravillosa me resulta esta poderosa revelación de mi singularidad!
Este antropomorfismo sobre los ojos de Dios nos sugiere una inmediata y consciente presencia del Señor en torno a nuestra vida terrenal y también respecto a los sucesos de toda la historia de la humanidad. Dios no solo está presente, además de no estar callado, sino que nos ve en lo más profundo de nuestros corazones con su poderoso y perceptivo escáner visual.
Cuando leo y medito sobre los ojos de Dios me percato que Él observa a todo ser viviente, “Porque sus ojos observan los caminos del hombre, y Él ve todos sus pasos” Job 34: 21. Sus ojos atalayan las naciones, este buen Dios ve lo que nadie puede ver, “Porque no hay cosa creada oculta a su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” Hebreos 4: 13. Sentirse bajo la escrutadora mirada del Eterno es percibirnos como criaturas importantes, no abandonadas en los vaivenes de la vida ni echados a perder en los caprichosos designios del azar, como diría el filósofo Martín Heidegger.
“Los ojos del Señor están sobre los justos…” Salmo 34:15, esto tiene que ver con los que hemos sido declarados justos por la pura gracia de Dios. Quiere decir, absueltos de la culpa moral de nuestros diferentes pecados que nos sentenciaban a la muerte eterna, que es la peor de las muertes. Esta es la mirada protectora de Dios sobre los suyos, pues Él vela por nuestro bienestar y está pendiente de nosotros en todo momento porque es un Padre amante de sus hijos.
Hay una última mirada que es la más penetrante de todas y unos ojos que expresan el deslumbrante brillo de la verdad. La siguiente escena entre Jesús y Pilato me parece uno de los momentos más impresionantes de la corta vida terrenal de Jesús de Nazaret: “Pilato entonces le dijo: ¿Así que tú eres rey? Jesús respondió: Tú dices que soy rey. Para esto yo he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. Pilato le preguntó: ¿Qué es la verdad?. Y habiendo dicho esto, salió otra vez adónde estaban los judíos y les dijo: Yo no encuentro ningún delito en Él” Juan 18: 37-38. La silenciosa respuesta de Jesús al prefecto de la provincia romana de Judea fue su poderosa mirada, sus ojos penetraron en los oscuros ojos del cruel Poncio Pilato y por momentos iluminaron su aprisionado mundo interior y su entenebrecida conciencia. Eran los ojos de la Verdad suprema. Los ojos del Todopoderoso son la radiante luz de la Verdad, que traspasan nuestras mismas almas y que nos pueden cautivar por completo. Por eso, hoy, mañana y siempre no perderemos la consciencia de que el Dios de dioses siempre nos ve.
Por un año más
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