10 mandamientos para la Iglesia de los últimos tiempos

El desafío para nosotros hoy es convertirnos en los mensajeros de esperanza para esta generación final.

07 DE NOVIEMBRE DE 2020 · 22:00

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Imagen de Tom Verdoot en Pexels.

Antes de proponer lo que considero principios con categoría de mandamientos divinos para nuestra generación, a modo de preámbulo, quisiera extraer una aplicación muy valiosa que se encuentra en el libro de Ester y que me parece extrapolable para nosotros en este tiempo de tantas agitaciones sociales y de señales inequívocas de la pronta venida del Señor Jesús para clausurar la historia y conducirnos al tan anhelado Reino eterno en un tiempo no muy lejano.

En medio de tantas crisis humanas como las que estamos viviendo, percibimos grandes amenazas no solo para el verdadero pueblo de Dios, sino incluso para la propia humanidad sorbida por sus propias mentiras y alentadas por el gran engañador del mundo entero que es el mismo Satanás, la serpiente antigua.

Mi reflexión resume las palabras de Mardoqueo a la reina Ester, en una situación de gran emergencia humanitaria y espiritual para la supervivencia de los judíos en el vasto imperio medo persa: “Quién sabe si para esta hora naciste y llegaste hasta aquí”. Y este mismo desafío para nosotros hoy nos convierte en los mensajeros de esperanza para esta generación final, realizando un llamamiento urgente al mundo que nos rodea, anunciando de que corren un grave peligro de perdición eterna y que queda muy poco tiempo para suplicar perdón y poder reconciliarse con Dios antes de que sea demasiado tarde: “Porque todo el que invocare sinceramente el nombre del Señor en este tiempo, será salvo”.

Por esta importante razón, me permito avanzar abreviadamente parte del libro que estoy escribiendo, considerando de forma muy relevante diez pautas bíblicas para despertar una gran expectativa en los cristianos de esta inquietante generación, para mantener nuestras lámparas encendidas en esta oscura noche de la humanidad. Veamos las siguientes consideraciones al respecto:

1) “Estad preparados… y mucho más cuando veis que aquel día se acerca”. Esta es una llamada a vivir en estado de alerta: “Por eso, también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre”. “Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad”. El espíritu de vela, tal como Jesús nos manda, casi ha desaparecido de la iglesia actual. Hoy más que nunca necesitamos recuperar el sentido de una santa expectación ante su venida: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven… El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús”. Este ha sido el reclamo del Espíritu siempre para santificar a la Iglesia y renovar su esperanza.

2) El segundo mandato es adoptar una mentalidad combativa como buenos soldados de Jesucristo. En estos tiempos tan turbulentos que nos ha tocado vivir, nos encontramos ante fuertes cambios de paradigmas morales diseñados en la antesala del mismo infierno. La voz divina resuena hoy con fuerza en nuestros corazones: “Mira que te mando que te esfuerces y que seas valiente…”, sabiendo que nuestra fe no es una fe claudicante, sino una fe victoriosa y combativa en esta lucha espiritual.

3) La tercera premisa es una llamada a estudiar los manuscritos proféticos hoy más que nunca: “¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro”. La Palabra nos exhorta a no menospreciar las profecías, sino a examinarlo todo y retener lo bueno.

4) Esta premisa más que un mandamiento debiera de ser una imperiosa necesidad para quienes declaran amar al Señor con todo su corazón. Se trata de entrar en el santuario diariamente  y aquí se puede cumplir aquella inspirada salmodia de David: “Una cosa he demandado a Jehová, esta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová y para inquirir en su templo”. Esta necesaria cultura de intimidad con nuestro Amado se tiene que convertir en una deleitosa y santa disciplina en nuestra cotidiana vida espiritual.

5) Este siguiente mandamiento nos desafía a huir de las contaminaciones del mundo en esta perversa generación tal como nos recuerda el apóstol: “Cómo aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir”. “Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas (de la venida del Señor y del mundo venidero), procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles en paz”. “Porque sin santidad nadie verá al Señor”.

6) Este mandamiento nos desafía a hacer lo que Jesús haría en cada circunstancia de nuestra vida. ¿Qué hizo Jesús? “Anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos del diablo”. “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo”. Ser como Jesús y hacer lo que Él mismo haría hoy en nuestro medio: bendecir, ayudar y ministrar.

7) Este es un imperativo del reino de Dios para todas las generaciones, se trata de servir a la Iglesia, porque servir a la Iglesia es servir a Jesús. Él mismo lo describe magistralmente: “…De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis (ayudando y sirviendo) a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mi lo hicisteis”. “Servíos por amor los unos a los otros”.

8) El mandato más relevante del Señor Jesús a la Iglesia de todos los tiempos ha sido y sigue siendo predicar el Evangelio a toda criatura… y especialmente, ahora más que nunca. Por lo que estamos viendo y oyendo con gran asombro en los albores de este tercer milenio, nos apercibimos de que el fin de todas las cosas se acerca más precipitadamente que nunca antes y la gran comisión está a punto de alcanzar hasta los confines más remotos de la tierra en nuestra generación; dando, de ese modo, cumplimiento a una de las señales inequívocas del final de los tiempos: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”.

9) Este mandamiento está insertado en el alma mater de la Iglesia, amar su venida apasionadamente. Hay una promesa de galardón divino al respecto y la vemos en la carta a Timoteo: “La corona de justicia, dará el Señor, juez justo, en aquel día… a los que aman su venida”. Más allá de nuestra sincera devoción al Señor, esta premisa también contiene una bendición extraordinaria para la Iglesia expectante, tal como las vírgenes prudentes.

10) Y el último mandamiento para nuestra supervivencia espiritual en estos últimos tiempos es, sin duda alguna, vivir en armonía con el Espíritu Santo  para no sucumbir antes las intensas llamaradas del infierno contra los santos en este presente siglo malo; por tal razón, se nos instruye de forma imperativa a “Ser llenos del Espíritu Santo”. Nuestra comunión con el Espíritu es la corriente viva del cielo para conectarnos con el corazón de Dios y empoderarnos ante lo que viene.

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Ester 4:14; Romanos 10:13; Mateo 24:44; Lucas 13:37; Apocalipsis 21:17,20; 2ª Timoteo 2:3-4; Josué 1:9; 1ªJuan 5:4; Apocalipsis 22:7; 1ª Tesalonicenses 5:20-21; Salmo 27:4; 1ª Pedro 1:15-16; 2ª Pedro 3:14; Hebreos 12:14; Hechos 10:38; 1ª Juan 2:6; Mateo 25: 40; Gálatas 5:13b; Mateo 24:14; 1ªPedro 4:7; 2ª Timoteo 4:8; Efesios 5:18; 2ªCorintios 13:14.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - 10 mandamientos para la Iglesia de los últimos tiempos