Los malos entendidos

¿Por qué frecuentemente nos asaltan los malos pensamientos? ¿Por qué enjuiciamos tan fácilmente?

18 DE ENERO DE 2015 · 15:40

Foto: Constantin Jurcut.,
Foto: Constantin Jurcut.

El episodio narrado en Josué 22: 1-35, que relatamos a continuació,n ilustra perfectamente muchos de nuestros conflictos interpersonales, entre ellos los problemas generados por causa de una comunicación deficiente.

Una vez que Israel ocupó la Tierra Prometida, Josué repartió sus heredades y despidió a las dos tribus y media (rubenitas, gaditas y la media tribu de Manasés) para que tomasen posesión al otro lado del Jordán; tal como habían acordado previamente con Moisés. Una vez que se habían extendido por Canaán, Josué los bendijo y los envió para que se establecieran en sus correspondientes lugares (vers. 1- 8).

Todo estaba en perfecto orden y buena armonía, pero de pronto se infiltró entre el resto de sus hermanos la desconfianza y la sospecha…

A estas dos tribus y media, no se les ocurrió otra cosa que levantar un gran altar (un altar gigantesco), justo antes de pasar al otro lado del Jordán. Este hecho alarmó a todo el pueblo de Israel pensando que, de pronto, estaban apostatando de su Dios y de sus tradiciones y que se estaban desviando tras dioses ajenos (vers. 10-12).

Reconozco que algo parecido nos puede pasar a nosotros cuando vemos u oímos que nuestros hermanos o amigos están haciendo algo aparentemente inesperado o algo que desconocemos por completo, y entonces comenzamos a elucubrar y a pensar mal de ellos, porque tenemos la sospecha de que no están andando correctamente, o quizás podemos llegar a pensar que están traicionando nuestra confianza.

Yo me pregunto por qué no pensaron bien de ellos, en vez de sospechar algo malo de salida. La naturaleza humana es así de mal pensada y, a su vez, desconfiada y esto es producido por nuestras propias inseguridades.

¿Por qué frecuentemente nos asaltan los malos pensamientos? ¿Por qué enjuiciamos tan fácilmente? ¿Por qué caemos en esta trampa una y otra vez? Y lo peor de todo es, que con muchísima frecuencia, nos equivocamos hablando antes de tiempo (vers. 12).

Es curioso ver como el resto de las tribus (nueve tribus y media) se reunieron y hablaron de pelear contra ellos, porque pensaron lo peor acerca de sus hermanos. La imaginación y el mismo diablo nos juegan malas pasadas y, si nos damos cuenta, este tipo de cosas casi siempre suceden o se plantean en clave negativa.

Es llamativo ver cómo se producen los malentendidos y esto genera conflictos entre familias, entre hermanos y por supuesto entre amigos.

Estas dos tribus y media pensaron en levantar un Altar de Testimonio para que las futuras generaciones no llegaran a creer que, aunque estaban al otro lado del Jordán, se encontraban divididos de sus hermanos.

Por lo tanto, su motivación era noble y correcta aunque, totalmente desconocida para sus hermanos (vers. 21-29).

Quizás a estas dos tribus y media podríamos reprocharles la falta de comunicación hacia sus hermanos. Si les hubieran informado de esta impulsiva iniciativa, no se hubiera producido este problema.

Tenemos que aprender a mantener relaciones sanas y transparentes con nuestros hermanos, con nuestras familias y con nuestros amigos.

De esta historia, que se podría haber convertido en algo trágico, aprendemos lo siguiente:

1º) No hemos de dar por sentado nada negativo de salida.

2º) Si tenemos alguna duda respecto a ciertas conductas o situaciones, debemos hablarlo directa y sinceramente, pero con buen talante.

3º) No juzguemos nada precipitadamente, aunque de pronto no lo comprendamos. Incluso lo que podemos hacer es orar por algo que nos preocupe, para que el Señor lo aclare en nuestra mente o lo saque a la luz si es necesario.

4º) Si te parece que algún hermano ha hecho algo indebido (y tienes pruebas de ello), exhórtale con sabia mansedumbre, considerándote a ti mismo/a no sea que tú también seas tentado en lo mismo.

 

LAS LECCIONES POSITIVAS DE ESTE CONFLICTO: vers. 30-33

Hemos de escuchar a nuestros hermanos, familiares o amigos antes de juzgarles mal. Pensar que también pueden tener buenas razones.

-RESPETAR LAS DIFERENCIAS DE PENSAMIENTO

Ellos hicieron algo muy original y muy sensato pensando en el futuro, aunque se olvidaron de algo importante: comunicarse con sus otros hermanos antes de hacer lo que hicieron.

-SER MEDIADORES EN LOS CONFLICTOS HUMANOS

El mundo necesita cada vez más hombres y mujeres de Paz, en los barrios, en las comunidades de vecinos y en las iglesias. Este fue el caso del sacerdote Finees (vers. 30-33).

-PROCUREMOS TODO LO CONDUCENTE A LA PAZ ENTRE PERSONAS

No seas un busca pleitos, aporta soluciones y alternativas para la resolución de conflictos y problemas entre las personas. Sé un conciliador/a. Ayuda a despejar los malentendidos entre hermanos y amigos. Sé un embajador de reconciliación.

Finalmente, ¿cuál sería el Altar del Testimonio que hoy necesitamos levantar? Este altar se llamó Ed, Testimonio. Porque testimonio es entre nosotros que Jehová es Dios. Levantemos pues, hoy también entre nosotros, un Altar de Testimonio y Unidad reconociendo que solo “Jehová es Dios”.

El testimonio es que pasaremos nuestro legado a la próxima generación y que preservaremos la Unidad del Espíritu a toda costa.

Por lo tanto, levantemos el Altar de la Unidad, de la tolerancia y del respeto mutuo…para que el mundo vea y crea, que el Padre ha enviado al Hijo para rescatarnos de nuestros extravíos y de la condenación eterna.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - Los malos entendidos