Grandes escritores hispanoamericanos: Carlos Fuentes

En casi todas sus novelas hay alusiones, citas y referencias a estas cuestiones trascendentales. Personajes que discuten, aprueban o desaprueban, creen o no creen en la espiritualidad del ser humano.

21 DE DICIEMBRE DE 2023 · 18:00

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Carlos Fuentes fotografiado en 1987. / Gotfryd Bernard, Wikimedia Commons.

Carlos Fuentes, considerado escritor mexicano de primer nivel, nació en Panamá el 11 de noviembre 1928 cuando su padre ejercía como encargado de negocios en la Embajada de México en aquel país.

Realizó estudios universitarios en varios países: México, Estados Unidos, Uruguay, Argentina, Chile, Brasil y Suiza. Siempre quiso llegar a la inteligencia por la inteligencia misma. Se equivocó Amado Nervo cuando dijo que la inteligencia hace seres dubitativos y contradictorios. Fuentes siempre escribió con seguridad y coherencia.

Un distintivo en la producción literaria de Carlos Fuentes es que escribía todos sus libros a mano. Lo explica Juan Cruz, amigo de Fuentes y durante un tiempo su editor: “Lo que queda de él, de aquel entusiasmo, es una obra que escribió a mano hasta que el dedo con el que tomaba el lápiz se hizo curvo”.

A mano escribían también los Premios Nobel Gabriel García Márquez y Camilo José Cela. A mano escribía Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca. A mano se escribieron todas las grandes obras que figuran en la literatura universal.

A mano he escrito yo cincuenta y siete libros y unos tres mil artículos. Por muy suave que sea el teclado del ordenador, distrae mis pensamientos.

Carlos Fuentes estudió la carrera de Derecho en la Universidad Autónoma de México. Tras su graduación fundó la Revista Mexicana de Literatura y colaboró con artículos en otras publicaciones.

Al margen del Derecho y de la Literatura, el Gobierno mexicano le encomendó misiones diplomáticas en Francia, Argentina, Suiza y España. Pasó un tiempo en Cuba, donde quiso conocer a Fidel Castro y el proceso revolucionario que el líder cubano inició en la isla. También desarrollo una intensa vida académica, enseñando en Universidades de España, Harvard en Estados Unidos y Cambridge en Inglaterra. Como Amado Nervo, como Rubén Darío y otros grandes de la literatura hispanoamericana, Carlos Fuentes siempre mantuvo un estrecho contacto con España y con sus más afamados intelectuales de la época. Con frecuencia escribía artículos para periódicos de alcance nacional tales como Diario 16, ABC y, especialmente El País, todos ellos publicados en Madrid. En Estados Unidos solía escribir artículos para el prestigiosos New York Times

Considerado en el mundo de las letras como uno de los principales exponentes de la narrativa hispana, Carlos Fuentes recibió numerosos premios. Tantos que para enumerarlos tendría que escribir muchas líneas. Aquí haré mención de los que, a mi juicio, más destacan. España le concedió el Premio Biblioteca Breve, de la Editorial Bruguera, el Príncipe de Asturias, el de la Real Academia Española, el Internacional Don Quijote de la Mancha. También el premio Internacional Menéndez Pelayo y el Cervantes, máximo galardón de la literatura española. Otros países han premiado la ingente obra de Carlos Fuentes, entre ellos México, Nicaragua, Brasil, Chile y Estados Unidos. El año 2000 se le concedió la Legión de Honor del Gobierno Francés y en 1994 la UNESCO lo distinguió con el Premio Picasso.

¿Qué religión practicaba Carlos Fuentes, si es que practicaba alguna? ¿Creía en Dios? ¿Admitía a Jesucristo como el Verbo de Dios encarnado? ¿Creía en otra vida después de la muerte?

En casi todas sus novelas hay alusiones, citas y referencias a estas cuestiones trascendentales. Personajes que discuten, aprueban o desaprueban, creen o no creen en la espiritualidad del ser humano.

En la novela La campaña, de 1990, hace decir al cura guerrillero Anselmo Quintana: “A Él no se le engaña, con Él no valen jueguitos, Dios es el ser supremo que todo lo sabe, incluso lo que imaginamos sobre Él y se nos adelanta y primero nos imagina a nosotros. Y si nos andamos creyendo que de nosotros depende creer o no en Él, Él también se nos adelanta y ve la manera de decirnos que Él seguirá creyendo en nosotros, pase lo que pase, aunque lo abandonemos y reneguemos de Él".

El libro clave para analizar las creencias e increencias de Carlos Fuentes es el dedicado a su hijo Carlos, muerto a una edad temprana. El título del libro es en sí mismo una afirmación de fe: En esto creo. La primera edición, de la Editorial Seix Barral en su colección "Biblioteca Breve", tiene fecha de mayo del 2002.

En las 350 páginas del libro Fuentes refleja su pensamiento en torno a una serie de temas que van de la amistad a la ciudad suiza de Zurich, pasando por los celos, la familia, la globalización, las mujeres, la política y otros. Así, hasta cuarenta y una voces, de la A a la Z. Según los editores, En esto creo supone el compendio de una trayectoria de escritor reflexivo, y la respuesta de un teórico lúcido y combativo a las acuciantes interrogaciones de la vida.

Entre tantos interrogantes no podían faltar dos temas que constituyen la columna vertebral del universo humano: Dios y la muerte.

Negar la existencia de Dios es tan ilógico como negar la existencia de la muerte. Fuentes inicia el capítulo dedicado a Dios con una conocida anécdota referida a Nietzsche:

–Nietzsche dijo: “Dios ha muerto”.

–Dios tuvo paciencia y un día susurró desde un sanatorio en Weimar: “Nietzsche ha muerto”.

–¿Era humana, demasiado humana, la voz de Nietzsche? Porque nos deja oír una gran contradicción. Si Dios ha muerto, significa que, alguna vez, Dios vivió.

El autor mexicano pone el dedo en la llaga que más duele al ateo: si Dios ha muerto, significa que alguna vez estuvo vivo, que existió.

Al abrir el capítulo sobre Jesús en la página 149 de En esto creo, Fuentes dice: “Busco en vano un personaje histórico más completo que Jesús. Las figuras que con paso más recio han cruzado el escenario del tiempo carecen, por intensa actividad externa, del reino espiritual interno de Jesús”. Más adelante interroga: “¿Se debe ese poder a que, en efecto, Jesús es Dios Hijo, parejo sin embargo en poder y virtud al Dios Padre, y al otro alado miembro de la Trinidad, el Espíritu Santo?”. Ocho páginas después, los juicios de Fuentes sobre Jesús continúan siendo positivos. Escribe: “Jesús extiende los valores de la vida eterna a los valores de la vida en el mundo y allí se vuelve algo más que un frágil Dios que se hizo humano. Se convierte en el Dios cuya fuerza es su humanidad”.

 

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