‘Reyes y reyezuelos’, por Stuart Park

Los años viviendo en España han convertido a Stuart Park en una voz fundamental del pensamiento español, modelada mediante un vasto caudal literario, como demuestra en este su último libro.

29 DE SEPTIEMBRE DE 2022 · 20:13

Reyes y reyezuelos, Stuart Park, Ilustraciones de Anna Kús Park, Ediciones Camino Viejo, Valladolid 2022, 132 páginas.,libro reyes y reyezuelos stuart park
Reyes y reyezuelos, Stuart Park, Ilustraciones de Anna Kús Park, Ediciones Camino Viejo, Valladolid 2022, 132 páginas.

Decía Pío Baroja que le gustaban los autores que se expresan con claridad, con precisión, con rapidez y, al mismo tiempo, con los mayores matices.

Este es, exactamente, Stuart Park. El inglés afincado en España desde años y años, que escribe directamente en idioma español tan bien como su muy admirado amigo José Jiménez Lozano, nacido en tierras de Castilla.

El niño S. Stuart vino al mundo en 1946 en Preston, condado de Lancashire, Inglaterra. De joven ingresó en la Universidad de Cambridge, donde obtuvo una licenciatura en Filología Románica. Atraído por España y por el idioma que encumbró a Cervantes se trasladó a Estados Unidos. Allí, en la Universidad Temple, de Philadelphia, fue coronado doctor en Literatura Española.

Educado en un ambiente cristiano, al concluir sus estudios universitarios sintió el llamamiento misionero y respondió como Isaías: “Heme aquí”. Aquí era él; allá era España, donde se instaló para anunciar la alegre noticia de la salvación de Cristo.

Instalado en Valladolid, lleva muchos años dedicado a la escritura de libros. No sé cuántos ha dado a la imprenta, él no lo dice, pero por los que yo llevo comentados, estimo que se acerca a la veintena.

En Reyes y Reyezuelos cuenta con la aportación de una exquisita ilustradora, su nuera Anna Kús Park, polaca licenciada en Bellas Artes.

El filólogo y poeta Juan Carlos Martín, en un sentido y documentado prólogo, dice: “Nos convoca un alborozado aleteo en la república de los pájaros, anuncio de que Stuart Park presenta nuevo libro en torno a sus reflexiones, su fe, sus recuerdos, la Biblia, nuestra cultura y las nobles avecillas que tildan sus mañanas y atardeceres en tierras pucelanas o asturianas”.

De la tal avecilla dice el autor del libro: “Quien la haya visto sobrevolar las serranías de la Península Ibérica no dudará en reconocer la magnificencia del águila real, o del águila imperial que frecuenta el sur de España, pero quien haya tenido la suerte de observar al pequeño reyezuelo, que se acerca a nuestros jardines de cuando en cuando, sin miedo, habrá quedado prendado de su bonita vestimenta y de la raya dorada que corona su cabeza”.

Las 152 páginas de Reyes y Reyezuelos están estructuradas en torno a 52 capítulos cortos. Mi mayor placer sería comentar estos deliciosos capítulos uno a uno, pero abarcaría un espacio que el director de Protestante Digital, don Pedro, no me autorizaría o me devolvería las muchas páginas que debería escribir. Aún así tiempo sí me queda para examinar algunos capítulos donde sobresale la espiritualidad, el sentido de la vida, la filosofía de la existencia, Dios, Cristo, la fe, la eternidad, las reflexiones intelectuales, la aproximación a escritores españoles y extranjeros, el poder de las fuerzas espirituales en nosotros, el desaliento, la superación de la ansiedad, la chispa que inflama el corazón, el gran abismo entre el entendimiento y el instinto, la purificación de nuestros sentimientos.

Salpica el libro una ingente cantidad de científicos, escritores, filósofos y músicos tanto españoles como extranjeros.

Tras la lectura de los dos últimos párrafos alguien podría pensar que Park ha escrito una pequeña enciclopedia con multitud de temas. Podría ser, afirma Park, que “la medida de fe corresponde a nuestra capacidad de desarrollar los dones que nos ha dado Dios, lo que somos, y lo que aspiramos ser”.

En un tema muy tratado en la actualidad por sociólogos españoles, la vejez, Park reflexiona con estas letras: “La vejez, que parece tan lejana en los años de la juventud, se acerca inexorable a todos. Nadie retrató esta realidad como el sabio Qohélet, con su urgente recomendación de acordarse de Dios, es decir, de tenerle en el corazón mientras se pueda”.

El autor se refiere a sus tiempos de desánimos, el mal de nuestra época, que estaba seguro de vencer “en la realidad de la providencia de Dios, en quien deposita su confianza y su esperanza: Sé que volveré a sentir desánimo, agrega, volverán momentos de angustia, pero en aquel breve espacio de tiempo fui consciente de su providencia”.

En su libro Jeannot et Colin, el célebre filósofo francés François-Marie Arout, Voltaire, uno de los mayores prestigios de la Europa del XVIII, dejó escrito que todas las grandezas de este mundo no valen lo que un buen amigo.

Es el tipo de amistad que existe entre Stuart Park y el escritor José Jiménez Lozano. El inglés cita con frecuencia en sus libros al castellano, a quien alaba en el capítulo La Biblia como Libro, diciendo de él que suele denunciar “la marginación histórica de la Biblia en España” y que emplea “la referencia bíblica para plantear los interrogantes duros de la vida”.

No obstante su origen inglés, los años viviendo en España han convertido a Stuart Park en una voz fundamental del pensamiento español, modelada mediante un vasto caudal literario, como demuestra en este su último libro. De cuantos he comentado escrito por él este constituye un ejemplo de alta espiritualidad y pureza artística e intelectual.

En Reyes y Reyezuelos Stuart Park toma una determinación de gran trascendencia para su trayectoria literaria. La remembranza, el recuerdo, la memoria, tienen un vaho de hermosura y nostalgia que traspasa la propia anécdota.

Terminado el último capítulo Park escribe un breve epílogo en el que dice, entre otras cosas, que mientras escribe en la madrugada escucha música inconfundible del mirlo, “que lanza un canto desde las alturas”.

Park dedica este su último libro a la memoria de Jacqueline Alencar, quien “por su modestia y encanto, su inteligencia y calor, será recordada siempre”.

La muerte de Jacqueline, por inesperada, desgarró el corazón de quienes fuimos sus amigos cercanos.

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