Dietrich Bonhoeffer

Vivió entre una sociedad inmoral, formada por personas buenas que miraban para otro lado sin querer afrontar lo que con su pasividad estaban consintiendo.

08 DE ABRIL DE 2014 · 22:00

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Se cumplen hoy 69 años de la muerte de Bonhoeffer, ahorcado en un campo nazi por oponerse a Hitler. Es una de las personas que dignifican lo que otros muchos corrompen. Vivió entre una sociedad inmoral, formada por personas buenas que miraban para otro lado sin querer afrontar lo que con su pasividad estaban consintiendo. Junto a ellos, malvados que gobernaban a su antojo en un Gobierno democráticamente elegido, y depravado hasta lo más inhumano e inmoral que uno pueda imaginar. Caminó en medio de una Iglesia protestante nominal vendida al poder político imperante, que como una apisonadora imponía su manera de vivir la vida, unos valores alienantes. Una Iglesia que prefería, al igual que la sociedad, no tener problemas y vivir sin cuestionamientos al poder establecido. El formó parte de lo que se llamó la “Iglesia confesante”. La que se atrevió a luchar por defender aquello que creían, por aplicar los principios de Jesús sin importarles el precio a pagar (en contra de la “gracia barata”). La que confesaba a Jesús. Al leer esto, además de una emoción profunda que todos compartimos, deberían surgirnos algunas preguntas que debemos cada uno de nosotros plantearnos a solas con Dios. Y deberíamos responder con integridad, sin importarnos el precio a pagar. Al menos si queremos ser parte de la misma estirpe de quienes formaban la Iglesia confesante.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Editorial - Dietrich Bonhoeffer