Tolerancia e integridad
Existe un diálogo permanente entre los conceptos de tolerancia/intolerancia y de integridad/permisividad. Es un diálogo de enorme importancia, ya que afecta a todos los valores de la vida y de la sociedad, y a menudo es utilizado como arma arrojadiza o como demagogia fácil. Intentaremos en este Editorial centrar nuestra postura en esta cuestión.
30 DE MARZO DE 2009 · 22:00

En la experiencia cristiana Jesús nos salva por su sangre -vertida en la cruz- de la justicia de la muerte eterna, y a la vez nos libra de la espiritualidad rígida basada en las normas y la religión fría alejada de lo humano.
Por ello, Jesús es el mejor médico del alma. Llega hasta la más extrema de las medidas cuando de una cuestión de vida o muerte se trata; pero a la vez ama a la persona de manera tal que no le va a imponer reglas ni restricciones innecesarias, salvo las que le convengan para su salud espiritual. En ambos casos Jesús es un médico íntegro con su responsabilidad basada en el amor.
Siguiendo este paralelismo, un médico no es intolerante cuando ofrece a un paciente como única alternativa la cirugía más radical para salvar la vida ante un cáncer; ni cuando pide a alguien enfermo del corazón que deje de fumar o tome una dieta con pocas grasas.
En el lado opuesto, que un médico lleve a un paciente sano a sufrir un proceso de quimioterapia o le ponga una dieta rígida a quien no lo necesita son ejemplos de desconocimiento de la verdad o de rigidez, intolerancia y falta de humanidad.
Por lo tanto, la tolerancia o intolerancia no dependen de las decisiones, la firmeza, o lo drástico de las posturas, sino de lo acertado del diagnóstico sobre la cuestión que se debate. Lo mismo puede decirse de la integridad o la permisividad. Decir a un paciente que no se preocupe mientras su cáncer avanza hasta no tener solución no es tolerante, es un actitud irresponsable cercana al asesinato.
Podemos afirmar que estamos en contra de la intolerancia, pero eso es lo políticamente fácil y correcto: nadie dirá nunca estar a su favor. Lo que es importante es que –también- decimos que estamos en contra de la falsa tolerancia, que impide cualquier postura firme cuando es necesaria.
Lo realmente esencial es que ante una decisión analicemos, debatamos, estudiemos, y reflexionemos en profundidad; en contra de la cultura de lo superficial y light de la sociedad en que vivimos. Debemos partir de posturas racionales y espirituales a la luz de nuestra conciencia y de la Palabra de Dios. Sin simplismos, pero también sin creernos que el campo espiritual no tiene vallas.
Porque nuestro diagnóstico de la situación es vital. A partir de éste será cuando podamos construir nuestra actuación.
Por esta razón este medio de comunicación es un foro abierto a todas las tendencias y posturas, alrededor de los límites que define el “eje” que es la Alianza Evangélica Española (de quien en última instancia dependemos) con su norma de fe.
Nos imaginamos (porque nos ocurre a nosotros mismos desde este Editorial) que hay razones y análisis que nos chocan y molestan. Otros que nos entusiasman y nos edifican. Ningún autor, incluyendo nuestro propio Editorial, acierta ni se equivoca siempre. Lo que podemos asegurar es que ofrecemos una gran riqueza para ayudar a formar la propia opinión.
Esa es una de las principales metas de nuestro trabajo y servicio. No somos tolerantes ni intolerantes. Queremos ser responsables y consecuentes con el amor y la verdad que se contienen en Jesús y su Palabra. Ambos son insustituibles.
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