Nina Hagen

La defensa irrestricta de la libertad de expresión, es un ejercicio cotidiano que debemos de realizar, para garantizar un concepto más amplio y totalizador, al que llamamos: Libertad.

30 DE JULIO DE 2010 · 22:00

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Un comentario relacionado con una artista alemana, en el periódico El País, actualiza este derecho, que debe ser respetado cualquiera que sea el tema tratado, tenga o no relevancia, en la vida de la sociedad en la que vivimos. El argumento de que hay problemas mayores que este, no es válido, pues se trataría de una simple coartada para no defender el verdadero fondo de la cuestión. La cantante Nina Hagen, tiene desde hace años una gran notoriedad, no solo por lo que canta, sino también por su estética, que ha originado que se la llame «la madre del punk». Opinar sobre los temas que canta, como los interpreta y aún como se viste, está dentro de lo que la libertad de expresión consagra, puesto que una artista, se expone deliberada y libremente a los juicios o críticas, de quienes hacen su trabajo en los medios de comunicación. Completamente distinto, resulta agraviar de malas maneras, a quién ha hecho de una determinada forma de estética, su señal de identidad profesional. Podrá agradar o no, pero intentar censurarla por eso, resulta además de fuera de lugar, decididamente ajeno, a la libertad de crítica. Sería poco más o menos lo mismo, por ejemplo, que criticar al músico Caetano Veloso, porque no se presenta en sus actuaciones vistiendo traje negro, camisa blanca y corbata negra. Ridiculizar su mensaje desde el escenario, es muy distinto del hecho de no compartir sus palabras y mencionar el tópico de que los alemanes son gente cuadriculada y poco predispuesta para el esparcimiento, es una rotunda prueba de ello. Con el agregado de las torpes alusiones a que está como un cencerro y reírse de otras afirmaciones, vinculadas con sus experiencias personales, son tan agraviantes como innecesarias. Decididamente proclamamos la libertad de expresión, y en el caso del comentario sobre la actuación de Nina Hagen, lo afirmamos sin restricciones. Sin embargo, las alusiones personales descalificadoras, violan un derecho fundamental: el respeto a la dignidad de los seres humanos. La libertad de crítica, nunca podrá ser ejercida, para conculcar los derechos que distinguen a las sociedades civilizadas y democráticas. En este caso particular, además, nos quedamos con la sensación que el autor de este comentario, tiene una profunda animadversión hacia Nina Hagen, por haber hecho pública, su convicción de fe en los postulados evangélicos. O más simplemente, por haber hecho pública una creencia personal. Caso contrario, no se entiende, tanta desconsideración y falta de respeto personal, hacia una de las grandes figuras de la música popular en el mundo. Nos guste o no nos guste.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Diálogos - Nina Hagen