Martín Lutero y el Papado
Las opiniones que tuvo Lutero del Papado se desarrollaron a lo largo de toda su vida, desde una admisión inicial hasta un rechazo final y total.
24 DE MAYO DE 2015 · 14:57
Lutero y el Papa han sido percibidos durante mucho tiempo como la representación de los dos enemigos en el seno del cristianismo de Occidente. Sus personas encarnaban los conflictos religiosos que tuvieron lugar en el siglo XVI y que dieron origen a la Reforma Protestante y a la Contra Reforma. Antes de que Lutero rechazara al Papa, el Papa ya había descalificado a Lutero condenándolo primero en 1520 y después excomulgándolo en 1521. Por lo cual es difícil establecer quien rompió primero la comunión con el otro. En realidad, antes de quemar la bula Papal Exsurge Domine de 1520 que contenía su condenación, Lutero era un católico romano devoto y apreciaba mucho al Papa. Su aceptación del Papado era totalmente incondicional. Creía que el problema estaba en la curia que rodeaba al Papa, no con el Papa en sí mismo. Incluso después de clavar las 95 tesis en 1517 tenía esperanzas de sostener una audiencia con el Papa concerniente a la necesidad de corregir ciertos abusos morales y errores doctrinales. En las Tesis Lutero estaba principalmente preocupado por limitar los poderes del Papa, porque no consideraba que fuese autorreferencial e ilimitado, sino que debía estar bajo los estándares del Evangelio (p.e. la Tesis 5). Por ejemplo, los Papas no tienen poder sobre las almas que están en el Purgatorio, sólo lo tiene Dios (Tesis 22 y 25). Los Papas no pueden dar la absolución si Dios no la ha concedido (Tesis 6). Los Papas sólo pueden actuar dentro de los límites establecidos por la Palabra de Dios.
En esta fase, Lutero empieza a contrarrestar las absolutas reivindicaciones de la primacía del Papa o de los Concilios con la primacía de la Escritura. Cuando escribe contra el teólogo católico Johannes Eck en 1519 Lutero desarrolla su actitud crítica hacia el Papado con el conjunto más completo de argumentos (Resolutio Lutherana… de potestate papae) [Resolución Luterana… de la autoridad del Papa]. La autoridad de los Papas y de los Concilios debería estar subordinada a la de la Biblia. El Papado no fue instituido por Cristo; fue establecido por la Iglesia en el curso de su historia. Por lo tanto, el mismo no proviene de la “ley divina”, sino de una institución humana. La “roca” de Mateo 16 no es una referencia a Pedro, sino que es la confesión de Jesús en nombre de toda la iglesia o del mismo Cristo. Sólo El es la sólida fundación de la Iglesia. Los Papas Romanos no tienen nada de “petrino”, ni hay nada “papal” en Pedro. El Papado no está ordenado ni previsto en la Escritura y, por consiguiente, la obediencia a la Palabra de Dios debe tener precedencia sobre la obediencia al Papa. Si el Papa desobedece la Escritura, los cristianos fieles deben seguir la última sin vacilación. Los cristianos no están obligados a obedecer a un Papa infiel.
A pesar de que el debate se estaba volviendo cada vez más acalorado, fue sólo después de su definitiva excomunión en 1521 cuando Lutero elaboró su crítica más radical del Papado. Al llegar a este punto Lutero se convenció de que el más sobresaliente adversario de la fe cristiana era su representante supremo, o sea, el Papa. El Papado se había convertido en una estructura de poder y ya no podía servir más a la causa del Evangelio, sino que en su lugar servía a los intereses carnales de la Iglesia. En su respuesta a Ambrogio Caterino (un monje dominico italiano que escribió en defensa del Papa y contra lo que Lutero había publicado acerca del tema) el reformador alemán convirtió su oposición al Papado en una discusión apocalíptica. Al comentar sobre Daniel 8:23:25, Lutero identifica al feroz rey del pasaje que destruye a los santos como el Papa. Jugando con el doble significado de la palabra griega anti, Lutero argumenta que el Papa está contra Cristo y toma su lugar afirmando actuar en su nombre. Es un Cristo falsificado. Es, por tanto, el Anticristo. Según Lutero, sus tiempos estaban marcados por el inminente fin del mundo; entonces, eso exigía que la situación se pintara en blanco y negro. El Papa y los turcos eran los representantes del Anticristo y se estaban centrando en su ataque final sobre la Iglesia de Cristo.
En 1534 Lutero redactó los Artículos de Esmalcalda, que son un resumen de la doctrina cristiana desde una perspectiva luterana. En el art. 4, Lutero habla del poder del Papa como “falso, malicioso, blasfemo y arrogante”, interesado principalmente en los “asuntos diabólicos”. Su crítica, sin embargo, no se reduce a su experiencia contemporánea del Papado, sino que se basa en argumentos históricos y teológicos. En el mismo artículo escribe: “es manifiesto que la santa Iglesia ha existido sin el Papa durante más de quinientos años, e incluso hasta el día de hoy las iglesias de los griegos y de otras muchas lenguas no han estado ni se encuentran bajo el Papa. Además, como se ha comentado con frecuencia, es un producto humano que no está ordenado y es innecesario e inútil; para el santo cristiano [o católico] la Iglesia puede existir muy bien sin tal cabeza, y ciertamente hubiera permanecido mejor [habría sido más pura y su carrera más próspera] si esta cabeza no hubiese sido levantada por el diablo. El Papado tampoco sirve de nada a la Iglesia, porque no ejerce ningún oficio cristiano; por consiguiente, es necesario para la Iglesia continuar existiendo sin el Papa”. Una iglesia sin el Papa captura la visión de Lutero en este momento.
En 1545, un año antes de morir, Lutero escribió sus feroces reflexiones finales sobre el Papado. En su obra Against the Papacy at Rome, Founded by the Devil [Contra el Papado de Roma, Fundado por el Diablo] es consciente de que la hora escatológica final ha llegado. El Papa es un hijo de Satanás que quiere destruir la Iglesia mediante la espada de los turcos y a través de las mentiras del Papa. Es una emergencia escatológica que está alcanzando su etapa final. No es posible conseguir ningún compromiso bajo estas circunstancias y tiene que denunciarse al diablo y luchar contra él implacablemente.
Las opiniones que tuvo Lutero del Papado se desarrollaron a lo largo de toda su vida, desde una admisión inicial hasta un rechazo final y total. Sus puntos de vista apocalípticos se utilizaron para derramar una siniestra luz sobre el Papa y dieron forma a su duro lenguaje contra él. Sin embargo Lutero, que fue un soberbio erudito bíblico, era también un excelente teólogo cristiano que desmanteló fácilmente los argumentos teológicos bíblicos superficiales a favor del Papado. A causa de su valioso despliegue de sabiduría cristiana, su radical criticismo no puede explicarse en términos psicológicos como si fueran impulsados únicamente por el resentimiento. Sus evaluaciones teológicas marcaron la pauta para la evolución del movimiento de Reforma más amplio.
Nota del autor: El texto de este artículo es un fragmento de mi libro, A Christian’s Pocket Guide to the Papacy [Guía de Bolsillo del Papado para los Cristianos] (Fearn: Christian Focus Publications, 2015).
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