Valores bíblicos rotos. La misión y la fe pasiva

El Evangelio no implica solo mirar al cielo, porque también es el Evangelio de la misericordia y de la projimidad que demanda una fe activa de mano tendida hacia los que sufren.

20 DE MAYO DE 2025 · 15:45

Foto: <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@cikstefan">Štefan Štefančík</a>, Unsplash CC0.,
Foto: Štefan Štefančík, Unsplash CC0.

Cuidado con romper o guardar en el baúl de los recuerdos los valores bíblicos y, fundamentalmente, los valores del Reino que irrumpen en nuestra historia con la llegada de Jesús al mundo.

La fe pasiva es uno de los peligros del cristianismo y de la misión cristiana de la iglesia, pues la fe tiene que ser activa y estar trabajando y actuando a través del amor. Si no, la misión cristiana de ayuda al prójimo es anulada.

Yo valoro mucho a los que se esfuerzan por escribir sobre temas evangélicos sabiendo que muchos de ellos lo hacen como yo de forma altruista y como un voluntariado cristiano. Cuando disiento lo hago con respeto.

A veces pienso que debemos de tener cuidado sabiendo que cuando se trabaja desde la fe pasiva ocurre que la misión cristiana de ayuda al prójimo se considera solo un aspecto social. ¡Cuántas veces ocurre esto! ¡Cuántas veces mutilamos la misión cristiana y no entendemos los campos de misión, aunque sean urgentes y preferentes!

Es entonces cuando podremos echar abajo toda una vida de misión comprometida de algún creyente, sea creyente de a pie, pastor evangélico o, en otras confesiones, un laico, un cura o un obispo.

Esto solo usando el rito o doctrinas que no se han hecho vida en nosotros, que no han sido válidas para lanzarnos al campo de misión, pero que podemos usar como herramientas de juicio y desprestigio.

La misión cristiana de ayuda al prójimo que es una de las bases de la espiritualidad cristiana la dejamos muchas veces en un plano totalmente secundario y juzgamos al prójimo comprometido en la misión cristiana desde el rito o desde algún aspecto doctrinal que nos parece erróneo. Minusvaloramos la misión en compromiso con el prójimo más débil que nos necesita.

Y que conste que esto no es defender la salvación por obras, porque el que, realmente, se dedica a la misión cristiana es eso, un cristiano, un redimido al que su fe le impulsa a trabajar a través del amor entre los más débiles como nos indica la Biblia y, especialmente el Apóstol Pablo con su frase: “La fe que actúa a través del amor”.

El creyente de fe viva no tiene menos que lanzarse a la misión cristiana en la medida de sus posibilidades.

Así, desde posicionamientos rituales o teológicos podemos echar por tierra todo un trabajo de misión de personas que han dedicado su vida a Dios y al prójimo apaleado, empobrecido u oprimido.

A veces buscamos y memorizamos doctrinas, pero con poco corazón. No se hacen vida en nosotros. Recordad: Si por errores teológicos fuera, no nos salvaríamos ninguno, si por dificultad en interpretar doctrinas se nos considerara pecaminosos, no iríamos nadie al cielo.

Y esto no significa que no busquemos y anhelemos la sana doctrina, sino que cuando creamos que tenemos algunos retazos de ella no nos lancemos al desprecio del otro al que creemos errado.

Las doctrinas básicas a comprender son el amor a Dios y el amor al prójimo, ambas en relación de semejanza.

En cuanto a lo trascendente, debemos esforzarnos por la sana doctrina —y si queréis por la teología—, aunque sabemos que en esta tierra podemos ver solo en parte, parcialmente, hasta que conozcamos como seamos conocidos en el final trascendente de nuestra historia presente superando nuestro aquí y ahora terrenal.

Hay que dar mucha importancia a la misión cristiana y acercarnos a los campos de misión preferentes allí donde el hombre sufre como parte integrante e imprescindible de nuestra espiritualidad evangélica.

No podemos ni debemos dar la espalda a esos gritos de sufrimiento y angustia para mirar solo al cielo o memorizar doctrina. Ésta hay que hacerla vida en nosotros a través de la misión cristiana que en el fondo es la fe actuando por el amor cumpliendo el deber de projimidad.

No podemos olvidarnos nunca de las implicaciones humanas al vivir la espiritualidad cristiana, pues los valores del Reino y el cristianismo en general puede ser un elemento de cambio en el mundo que tienda a hacer una sociedad más en línea con el Evangelio sin olvidar nunca los aspectos trascendentes de éste.

El Evangelio tiene mucho de promoción humana pensando en los más desfavorecidos, los pobres, los migrantes, los apaleados de la tierra.

La vivencia de una fe activa que obra a través del amor va a tender a trabajar para dignificar a las personas tendente a la projimidad que nos enseñó Jesús.

Un cristiano que vive la espiritualidad cristiana con efectividad no puede estar de espaldas al dolor de los hombres. El amor al prójimo dando lugar a una fe activa que obra a través del amor debe estar en el centro de toda formulación teológica.

Quizás haría falta una relectura de la Biblia en clave de projimidad, de misión cristiana solidaria. Toda la Biblia tiende a buscar justicia que incluye de forma destacada la justicia social.

Quizás en los profetas y en Jesús mismo se ve esta línea de enseñanza, pero si se lee la Biblia con detenimiento se verá con claridad meridiana que esos valores de justicia y misericordia son transversales en toda la Biblia.

Mirad al mundo: Cada vez es mayor la fosa que se abre entre ricos muy ricos y pobres muy pobres, focos de pobreza y marginación que afectan a enormes capas de la población mundial hasta llegar a unos mil millones de hambrientos ante la mirada indiferente de los cristianos. ¡Eso sí que es un campo de misión prioritario y urgente!

Esto, bíblicamente, no puede ser y, para nada, es cuestión de ideologías políticas o sociales, sino que está implícito en las mismísimas entrañas del Evangelio. La base de la espiritualidad cristiana es el amor a Dios y, en semejanza, el amor al prójimo.

Hemos hecho en muchos casos de la Biblia un libro de piedad insolidaria que nos enseña a mirar al cielo esperando nuestra corona, nuestra recompensa. No nos confundamos.

Releamos la Biblia desde los parámetros de los valores del Reino y de los demás valores bíblicos que muchas veces, aunque los conozcamos no los practicamos.

Menos mal que los principios y valores evangélicos siempre están ahí y podría llegar una evangelización de los propios creyentes o, si se quiere, una reevangelización, una nueva toma de conciencia de lo que implican para los seguidores de Jesús los valores bíblicos que nunca deben ser solo doctrina que toca nuestras mentes pero no nuestros corazones quedando en una situación en la que estos valores no pueden cambiar vidas ni hacer una promoción social solidaria para con los desheredados de la tierra.

El Evangelio no implica solo mirar al cielo porque también es el Evangelio de la misericordia y de la projimidad que demanda una fe activa de mano tendida hacia los que sufren. Mano tendida en compromiso con el hombre pero que implica de forma primaria y fundante el estar en compromiso con Dios mismo.

Solo así seremos una respuesta de amor para el mundo, una respuesta de misión cristiana solidaria, transformándonos en una base para la evangelización de pueblos y naciones sin olvidar nunca las líneas trascendentes del Evangelio de la Gracia y de la Misericordia de Dios.

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