El abrazo a un Dios sin rostro
¿Es un reto para el cristianismo que haya tantos creyentes que no quieren caer en la increencia, pero que quieren vivir su fe alejados de los templos?
28 DE NOVIEMBRE DE 2023 · 10:35
Dios sin rostro, Dios difuso, Dios ajeno al ritual tradicional cúltico. Algo extraño, pero que, quizás, es lo que sienten algunos de los muchos creyentes que abandonan las iglesias. Se abrazan a él para liberarse de un vacío existencial y religioso en el que no quieren caer. Yo creo que ese abrazo a un Dios sin rostro se da, lógicamente, más fuera de los templos que dentro de ellos.
Todos sabemos que hay muchos jóvenes y no tan jóvenes que hoy están abandonando las iglesias, quizás y en algunos casos, por encontrarlas faltas de compromiso con el mundo y aferradas a un ritual que les anula su pensamiento y su creencia de que creer es comprometerse totalmente con el mundo y con el prójimo. Pasan a formar parte de lo que se podría llamar la iglesia fuera de los templos.
Sin embargo, no abandonan sus creencias que habían acogido en el templo y, otros, en su interior perciben que existe algún tipo de ser celestial al que quieren seguir abrazados. Es posible que para muchos de ellos en su vida diaria y en medio de sus rutinas de trabajo o estudio alejados de sus congregaciones, ya no quede tan fija en sus mentes el Dios de la Biblia y que acaben viéndolo como algo más difuso y olvidando un poco ese proclamado Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob que siempre se les presentó en el seno de sus antiguos rituales cúlticos.
¿Es posible que muchos de estos y en sus mentes con el paso del tiempo se vaya configurando la imagen de un Dios sin rostro, pero al que no abandonan ni se dejan llevar por la increencia? Podrían ser la base y el fundamento de la iglesia fuera de los templos, aunque ésta puede ser también mucho más variopinta y diversa.
Por tanto, no se puede decir que todos los que abandonan sus congregaciones o sus iglesias para ir por el mundo sin el apoyo de pastores o líderes religiosos sean totalmente personas que abandonan las creencias, sino que siguen sintiendo en sus vidas a un Dios, quizás y en muchos casos sin rostro o con el rostro difuminado o deformado, al que siguen abrazados como un reto o desafío al ritual cúltico al que han abandonado en muchos casos por rutinario o por falta de compromiso.
No sé si se podría afirmar que esta salida de los templos y, quizás, esta conformación de un Dios sin rostro puede estar configurando nuevos paradigmas religiosos con los que contar para evangelizar al mundo, si es que en la evangelización trabajamos por mostrar el verdadero rostro del Dios vivo que nos compromete o si, en su caso, son las iglesias las que deberían cambiar acentuando mucho más sus compromisos de projimidad con los débiles de la tierra y su responsabilidad frente a un mundo injusto, violento y engañador.
Es posible que en el futuro próximo se vaya ampliando cada vez más la diferencia entre la espiritualidad cristiana vivida en el interior de los templos, en cierta manera bastante rutinaria y falta de compromiso, y esos nuevos paradigmas de espiritualidad de espalda a las iglesias tradicionales, pero que están ahí formando parte de la iglesia fuera de los templos.
¿Es un reto para el cristianismo que haya tantos creyentes que no quieren caer en la increencia, pero que quieren vivir su fe alejados de los templos, sin tanta pasión por la referencia bíblica y dejando de lado el cuidado pastoral? ¿Debe la iglesia plantearse esta situación en el mundo e intentar trabajar por presentar la auténtica imagen bíblica del Dios vivo, o ya no tiene tanta credibilidad? ¿Estamos ante un problema de eficacia y testimonio de la iglesia que no asume en su radicalidad los postulados de una auténtica espiritualidad cristiana en su relación con el mundo y con su mirada puesta hacia arriba en busca de gozo y recompensa?
Algunos pueden pensar que no es tan malo que exista una iglesia dentro de los templos y otra que se dé en la calle, fuera de los rituales cúlticos pero sin caer en la increencia y mostrando al mundo muchos de los valores del Reino que quizás siguen encerrados dentro de los templos.
Lo que paree indudable que hay hoy en el mundo un sentir o experiencia de lo divino en muchas personas ajenas a la vida de la iglesia y quizás también en muchos sectores de esa iglesia fuera de los templos haya una especie de resurgir y avivamiento del sentimiento de pertenencia a un Dios, de un querer religarse a un creador en una especie de nuevo sentimiento religioso extramuros del templo.
No todo en el mundo es ateísmo, increencia y alejamiento de lo divino. Es posible que fuera de los templos también se mueva el Espíritu de Dios al margen de los rituales eclesiales. Quizás muchos de los jóvenes y también adultos de nuestra época no consideren necesario tener mediadores clericales ni conexiones con ningún tipo de iglesia independientemente de la confesión religiosa a la que pertenezcan. Aquí no se juzga si es bueno o malo, sino hacer un análisis aun sabiendo que podemos equivocarnos.
Mundo complejo, pero Dios sigue siendo el mismo y nos llama a tener una relación personal con él independientemente del valor que demos a la iglesia intramuros del templo o a esa posible iglesia que está fuera en las calles, en las plazas, en los centros de trabajo y de estudio. No siempre abandonar el templo y el cuidado pastoral es caer en la incredulidad.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - El abrazo a un Dios sin rostro