Lavapiés: la triste ausencia de evangélicos
Todas las culturas y religiones presentes, pero falta la iglesia evangélica, la presencia protestante, el testimonio de los seguidores de Jesús a los que un día también iluminó la Reforma.
19 DE JULIO DE 2022 · 12:46

Lavapiés, en pleno centro de Madrid, a dos pasos de la Puerta del Sol y recibiendo halagos de revistas tanto nacionales como internacionales que lo tachan de ser uno de los barrios más “cool”, más internacional y más interesantes del mundo, un barrio lleno de cultura musical, artística, ambientes interculturales con una convivencia ejemplar a pesar de ser el barrio de todas las culturas y mosaico de razas, colores y lenguas, apenas tiene presencia evangélica. Solo ha permanecido Misión Evangélica Urbana que ya está ubicada allí desde hace unos treinta y cinco años.
Si uno mira por un lado hacia la Puerta del Sol, por el otro hacia Atocha, poer el otro hacia embajadores y por el otro hacia el rastro, Puerta de Toledo y Mercado de la cebada, no se encuentra ni una iglesia evangélica. Terreno no trabajado por misioneros ni evangelistas, terreno enorme en el centro de la ciudad no abonado por el Evangelio.
Yo vivo en Lavapiés desde hace casi treinta años. He visto todos los cambios de un barrio castizo un tanto deteriorado, hasta convertirse en el barrio de todas las culturas. He visto las grandes inversiones que se han hecho desde la Comunidad Europea, el Ministerio de Fomento, Ayuntamiento y Comunidad de Madrid. Se han vaciado sus calles con grandes máquinas y todo es nuevo: Alcantarillado, plazas, parques, estructuras de comunicación, fibra óptica, fachadas e interiores que también han sido subvencionadas. Un barrio nuevo que, a pesar de todo no ha atraído estructuras, organizaciones ni asociaciones o iglesias evangélicas.
Yo quería animar desde aquí a misioneros, pioneros evangélicos que piensan en abrir obra nueva, en aquellos que vienen desde infinitas distancias a plantar iglesias, que se den un paseo por esta zona con los límites que yo he definido en las anteriores líneas. Es verdad que los precios de los locales y viviendas se han disparado. Recuerdo que llamé un taxi y el taxista me dijo: ¿Por qué no vende su vivienda y se va al pueblo a vivir como un rey? Es que saben del encarecimiento de estas zonas. Hay infraestructuras culturales nuevas como Aularios, Bibliotecas y otras dependencias de la UNED, el Centro Dramático Nacional, nuevos hoteles, calles a las que algunos llaman las playas de Lavapiés, porque siempre están llenas de mesas en las aceras en donde sirven bares, restaurantes y hoteles.
Lavapiés: Encuentro intercultural de los ciudadanos del mundo. Lo mismo me puedo beber un vino griego que comer en un restaurante hindú, árabe o un mesón asturiano… y yo echo de menos a mis correligionarios los protestantes, mientras que veo mezquitas por doquier y en donde se podría vivir situaciones y facetas interreligiosas casi sin buscarlo mucho. En Lavapiés se profundiza en lo humano, en lo variopinto de nuestro planeta, quizás también en lo cósmico, pero sin presencia evangélica. Hay una fuerte condensación de lo cultural y de lo humano en general. Retazos y extensiones de historia humana. Todas las culturas y religiones presentes, pero falta la iglesia evangélica, la presencia protestante, el testimonio de los seguidores de Jesús a los que un día también iluminó la Reforma y Martín Lutero.
Muchas iglesias se plantan o fundan en los extrarradios, incluso en polígonos industriales. Otras están en barrios donde los feligreses evangélicos no viven, aparecen allí con sus coches los domingos o algún día entre semana para algún que otro culto de oración, pero terminado el culto desaparecen… y no son, no pueden ser parroquia. Recuerdo que a uno de los usuarios de la Misión yo le orienté a una iglesia por el barrio donde él se movía y me dijo: “¡Ah, sí, esa que siempre está cerrada!”.
Lavapiés, barrio vivo, mezcla de personas diferentes tanto en el ámbito económico, social, cultural y religioso, pero que ahora también tiene grandes grupos de jóvenes. Ya no es el barrio de personas envejecidas, que bienvenidas las que quedan, aquellas que, cuando se iniciaba toda la rehabilitación de Lavapiés, ponían pintadas en sus fachadas como “Nos tiran las casas”, “ricos fuera del barrio”, “mi barrio necesita de todo, menos policía”… A muchos los albergaron en otros barrios y, finalmente, se hizo toda la rehabilitación de Lavapiés. Ha habido cambios en los vecindarios. Se pueden encontrar músicos, actores, teatros, hispanistas extranjeros de reconocido nombre como Ian Gibson, muchos profesionales y mucha renovación en general.
Solo falta algo para mí muy importante… quizás una iglesia evangélica, quizás que algún colectivo español o de misioneros en España algún día piensen en Lavapiés como campo de misión preferente y urgente. ¿A quién enviarás, Señor? Para ti no hay judío ni griego, árabe o hindú, pobre ni rico, extranjero o natural de este barrio. ¡Envía a alguien, Señor!
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