Unamuno

En cuanto a Unamuno, subsiste un magma de tópicos, ignorancias lectoras y prejuicios, especialmente desde la orilla católica, pero también -y esto es lo lamentable- desde el protestantismo. Aquí un homenaje del poeta Alencart.

11 DE MARZO DE 2016 · 15:05

Miguel de Unamuno, de Miguel Elías.,unamuno miguel elias
Miguel de Unamuno, de Miguel Elías.

UNAMUNO

Oh señor de Libreros, señor de Unamuno
el mío corazón comparece ante su creencia
sin estatuas, quijotesca teología del ejemplo
dinamitando religiones ¡Evangelíceme, hágalo
sin estampitas ni mentecatadas! ¿Qué habrá
excomunión? Gracias a Dios, gracias al aletazo
de las cigüeñas sobre la calva del obispo,
gracias a Lázaro de Tejares, por donde duermo.
Ahora le atiendo, profesor sin páginas en blanco,
señor del rectorado para travesías allende el Griego.
Anote el número de este móvil que no tengo
¡Llámeme con su voz que despierta Españas!
¡Persevere, señor de Jugo! Vine de la otra orilla
pero quédome donde se cobijan sus Palabras.

(a Miguel Elías)

 

Unamuno y Borrow, de Miguel Elías.

DOS NOTAS DE PROTESTANTES

“Unamuno perdió el sentido católico de la religión y de la vida a los dieciocho años. Y nunca más los recobró en plenitud. Lo que jamás perdió fue su fe en Dios. Quienes le llaman agnóstico, ateo, racionalista, materialista; quienes niegan a Unamuno la creencia íntima en Dios, o bien no han estudiado a Unamuno en totalidad o están sujetos a su manera de pensar, prejuiciados en contra del formidable pensador vasco”.

JUAN ANTONIO MONROY

 

“No creo que en España exista (en cualquier tiempo histórico) un intelectual, ajeno a banderías, que haya defendido con mayor publicidad los postulados básicos de la Reforma. Cómo no apreciar al vasco de Salamanca, al que dijo ‘…difícilmente sentirá del todo… quien no haya protestantizado su corazón…’. Unamuno está en la cima, porque aún cuando era rector no se cansó de ofrecer sus sermones laicos anclados en el Evangelio”.

ALFREDO PÉREZ ALENCART

 

TRES PERLAS DE M. DE U.

(Extraigo tres fragmentos de las cartas que Unamuno escribiera a corresponsales del otro lado del charco, varios de ellos misioneros protestantes en Cuba o Argentina. Están fechadas entre 1900 y 1904.  Forman parte de un largo ensayo mío, titulado ‘Unamuno y el protestantismo. Correspondencia hispanoamericana”. 

“… Y los pueblos de origen español, triste es decirlo, necesitan de que se los recristianice, de que se les saque a flor de alma el cristianismo que tienen en las entrañas de esta, ahogado bajo inmensa pesadumbre de sentimientos, ideas y prácticas paganas. Hay que combatir eso que llaman la fe del carbonero y enseñar a las gentes que se formen por sí mismas sus propios ideales, leyendo directamente el Evangelio, hay que emancipar la conciencia cristiana...”.

(…) Hace dos años, en Cartagena, dije que nos hacía falta en España una Reforma, una reforma nuestra, indígena, española, no de traducción, pero que fuera a nosotros lo que la Reforma del siglo XVI fue a los países germánicos, escandinavos y anglosajones. Hay que cristianizar a España, donde aún persisten las formas más bajas del paganismo, sancionadas de ordinario por la iglesia. Voy por los pueblos y ciudades predicando contra la mentira, que es lo que aquí nos mata, y diciendo en todos los tonos que vale más error en que de buena fe se cree, que verdad en que no se cree. Y se me respeta. Y aunque sólo logre demostrar que se puede ocupar y conservar un puesto oficial y público como el que yo ocupo y conservo, sin doblar la cerviz a la mentira ambiente y diciendo serena y virilmente lo que se siente, creo haber hecho bastante. No hace aún dos años se me tenía por muchos como un extravagante; empiezan a tomarme más en serio, y espero, con la ayuda de Dios, hacer que las gentes se acostumbren a oír con calma ciertas cosas (…). Es preciso que desparezca esa vergüenza de que en un país que se dice cristiano y donde los 9,999 por cada 10,000 no han leído el Evangelio, sirva éste todavía para que lo recortasen en pedacitos, -el texto latino- los encierren en unas bolsitas bordadas por monjas y llenas de lentejuelas y las cuelguen luego al cuello de los niños a guisa de amuleto, y ese otro de que las mujeres al sentirse con los dolores del parto se traguen un cintita de papel con una jaculatoria. Y cuando se denuncia esto entre sacerdotes, le salen a usted con que son cosas inocentes y que si bien sean supersticiosas, no conviene ir contra ellas pues proceden de buena fe. ¡Vaya una buena fe!...”.

“… y yo me siento protestante, en lo más íntimo del protestantismo (Harnack, Ritschl, Hermannn, etc., me han convencido de ello)… Y yo, se lo repito, me siento con alma de luterano, de puritano o de cuáquero, el ideocratismo latino y su idolatría me repugnan, me repugna su adoración a la forma y su tendencia  a tomar la vida como una obra de arte y no como algo formidable y serio… Pero repito que en el fondo acaso más educadoras que las lenguas veo las religiones, y divido a los europeos, crean o no, sean con la mente agnósticos, o ateos, o deístas, o panteístas, en católicos y protestantes. Y mi alma es luterana. De esto, de esta pobre nación y de nuestra juventud española, qué he de decirle?... necesita un Tolstoi castizo, una castiza Reforma. Inicióse con los místicos, con aquel poderoso anarquista San Juan de la Cruz, pero la Inquisición católico-latina la ahogó en germen…”.

 

Unamuno y su Salamanca, de Miguel Elías.

EXPEDIENTE DE CENSURA ALENTADO POR EL OBISPO DE SALAMANCA

Así empieza el expediente de censura (dictamen o proceso cuasi inquisitorial) impulsado por el obispo Cámara en 1903, en su totalidad poco conocido fuera del ámbito académico. Apreciemos las doctrinas censuradas o  presuntos ‘errores’ de Unamuno, basadas en su carta a Federico Urales. También en su Discurso de Almería y en su libro Tres ensayos:

“I. Declárase protestante: ‘A lo que he vuelto es a cierto cristianismo sentimental algo vago, al cristianismos llamado protestantismo liberal’. Censura: Es hereje. Consta así de las doctrinas que admite condenadas como heréticas, v.g. al impugnar la autoridad de la Santa Sede… Por las doctrinas protestantes que profesa: a) Llama crimen atacar al protestantismo: ‘Estamos aún expiando aquel crimen de haber querido ahogar el renacimiento del espíritu cristiano en Europa’. Censura: Doctrina anticatólica… Véanse los elogios tributados a Felipe II por los Papas Gregorio XIII, S. Pío V, Clemente VIII, por haber perseguido al protestantismo. b) Indica que la Iglesia católica no conserva el espíritu cristiano: ‘Dejé de serlo (cristiano) en puro buscar bajo la letra católica el espíritu cristiano’… Censura: Esto es herejía pura, porque da a entender que la Iglesia puede errar…”. 

Es jugoso en extremo el dictamen completo, firmado por los sacerdotes Eloíno Nácar Fúster y Antonio Pérez Goyena. 

¡Ay de quienes acopian leña para la hoguera!

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Barro del Paraíso - Unamuno