Vicente Leñero, un escritor católico contra viento y marea

Sin ánimo de “violentar la sensibilidad de los cristianos”, Leñero afirma que, con su novela se propuso, más bien, “acrecentar las enseñanzas que hemos recibido y fortalecer y depurar nuestra fe”.

11 DE DICIEMBRE DE 2014 · 22:50

Vicente Leñero, en imagen de archivo. ,Vicente Leñero
Vicente Leñero, en imagen de archivo.

A José Manuel Mateo, amigo y hermano: él sabe por qué

El gran enfrentamiento de Jesucristo, sobre todo en una sociedad religioso-política como era la de los judíos, con los sacerdotes de su tiempo es continuo. Uno voltea a ver la Iglesia-institución y se pregunta: ¿qué han hecho del mensaje cristiano? Todo lo hemos hecho una gran Ley y esta Iglesia es una gran organización, una gran institución y tiene sus leyes, sus normas, sus apartados contra los que choca todo el pensamiento cristiano. En lugar de una forma de vida se ha convertido en una empresa transnacional. No resiste un análisis evangélico esa Iglesia. Cuando en mi Evangelio se trataba de cuestionar a los curas ni trabajo costaba.[1]

V.L.

Víctima de un cáncer agresivo, el pasado 3 de diciembre falleció en la ciudad de México, a los 81 años, el escritor católico jalisciense Vicente Leñero. Ingeniero y periodista de profesión, becado en España en 1956, y luego por el Centro Mexicano de Escritores y por la Fundación Guggenheim, se subraya su catolicismo, porque a su tarea periodística añadió una notable carrera como novelista, guionista de cine y dramaturgo, en la que no ocultó nunca su pasión por expresar las líneas dominantes de su fe cristiana.

Entre sus libros figuran La voz adolorida (1961), Los albañiles (Premio Biblioteca Breve Seix Barral, 1963), Estudio Q (1965), Redil de ovejas (1973), feroz crítica a los comportamientos sociales del catolicismo mexicano tradicional, A fuerza de palabras (1976), Los periodistas (1978) y, por supuesto, El evangelio de Lucas Gavilán (1979), con su adaptación teatral Jesucristo Gómez (1986), que actualiza ese texto canónico en el ambiente popular mexicano. De 1975 es su edición del volumen colectivo Cuentos de la fe cristiana, reeditado en 1999,[2] y de 2009, Parábolas. El arte narrativo de Jesús de Nazaret, donde hace algunas paráfrasis.

El guión de la película El crimen del padre Amaro (2002) casi le cuesta perder la amistad de Gabriel Zaid, connotado poeta y feroz crítico de las políticas gubernamentales.[3] Además, dirigió las revistas Claudia, Revista de Revistas (del periódico Excélsior) y fue subdirector de Proceso durante dos décadas. Obtuvo los premios Xavier Villaurrutia y Nacional de Ciencias y Artes, ambos en 2001.

La etiqueta de “escritor católico” contra la que siempre luchó, nunca lo abandonó y ése fue el adjetivo con que la prensa se refirió a él ante la noticia de su deceso.[4] “Mis libros pasaban inadvertidos, quizá porque el medio cultural y literario veía como un contrasentido que fuera escritor y abiertamente católico”, dijo en una entrevista.[5] Un episodio relacionado con la revista Vuelta, que fundó y dirigió Octavio Paz, retrata la manera en que un autor como él podía resultar incómodo para el establishment cultural. Enrique Krauze le telefoneó para decirle que había interés en publicar algo suyo, cualquier cosa. En respuesta, envió un fragmento de El evangelio de Lucas Gavilán, precisamente el correspondiente a la crucifixión de Jesús, lo que no agradó en absoluto a los redactores de la revista, pues a las dos semanas recibió otra llamada para pedirle un texto diferente (“Al propio Gabriel... Gabriel Zaid, que es tan católico como tú, no le gustó tu cuento, pero nada”.[6]) Leñero se negó y finalmente el texto fue publicado, pero nunca le pidieron otra colaboración.[7]

Sobre el dilema de ser un escritor con una fe específica, Leñero afirmó en una entrevista con Adela Salinas: “Pienso que el escritor creyente tiene una gran ventaja sobre los demás, si es congruente con su creencia. El buen escritor creyente no juzga. Y al aplicar el principio fundamental del cristianismo, que es el amor por el prójimo, el no juzgarlo, el no condenarlo, el novelista creyente cumple con el principio básico de toda teoría novelística. […] Los postulados de la literatura son, en estos aspectos, los postulados de su fe”.[8]

 

Portada de 'Cuentos de la fe cristiana'.

De formación religiosa tradicional, pues fue militante de la Acción Católica, tenía una visión sumamente conservadora: “Hoy me acuso de haber sido ciegamente clericalista. Con resabios de la Cristiada, los militantes concebían al gobierno como ateo y maldito, como una fuerza a derrotar, y nosotros éramos sus acólitos, su brazo para hacer proselitismo. Me deslumbraban personajes de la Cristiada como León Toral, capaces de matar por lealtad a su credo”.[9]

Sus lecturas evolucionaron hasta conectar con grandes teólogos protestantes, como lo hace constar su amigo, el también escritor y poeta Javier Sicilia. “Su racionalismo teológico, abrevado en la tradición protestante de Bultmann y de Karl Barth y su teología liberacionista, que le venía más del belga Schillebeeckx que del peruano Gutiérrez, pulida por la lucidez del escritor y el crítico, me hizo descubrir al Jesús narrador”.[10] Sicilia agrega:

“Jesús —me decía— es un narrador espléndido. Su doctrina está hecha de cuentos que no tienen una dirección unívoca. Están hechos para desconcertarnos, para hacernos pensar, para no anquilosarnos en la univocidad doctrinal”. Esa mirada le hizo recopilar todas las parábolas del Evangelio y publicarlas sin la interpretación de los evangelistas en un hermoso libro, Parábolas, el arte narrativo de Jesús de Nazaret. Me enseñó también que la resurrección podía leerse como el descubrimiento de Cristo en el prójimo: ‘El Cristo resucitado es el que está a tu lado, tu prójimo’. Donde nuestras diferencias eran irreconciliables era en su optimismo histórico que le venía de Teilhard de Chardin y de la teología de la liberación.[11]

Esta última influencia es la que aflora evidentemente en El evangelio de Lucas Gavilán, pues, en sus propias palabras, fue la lectura de autores como Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez y Jon Sobrino lo que le ayudó a “abrir los ojos” ante la realidad social. Sin ánimo de “violentar la sensibilidad de los cristianos”, Leñero afirma que, con su novela se propuso, más bien, “acrecentar las enseñanzas que hemos recibido y fortalecer y depurar nuestra fe”.[12] De ella nos ocuparemos con detalle en la próxima entrega.

 

[1] José Ramón Enríquez, “Jesucristo Gómez y el evangelio socialista” (entrevista a V. Leñero), en El Machete, núm. 5, septiembre de 1980, reproducida en V. Leñero, Jesucristo Gómez. México, Océano, 1986, p. 17. Énfasis agregado.

[2] Cf. J. Sicilia, “El novelista y el catolicismo”, en La Jornada Semanal, núm. 432, 15 de junio de 2003, www.jornada.unam.mx/2003/06/15/sem-sicilia.html. Sicilia afirma: “A pesar de que no aparece en ella un cuento que yo habría incluido: ‘La eterna sonrisa’, del olvidado Pär Lagerkvist, el trabajo es magnífico, no sólo por la inquietante muestra que nos echa a los ojos sobre el quehacer de algunos narradores frente al misterio de la fe, sino, sobre todo, por el prólogo que lo encabeza y que nos habla, en la particularidad de la experiencia de Vicente Leñero, del conflicto que por mucho tiempo vivió el católico de cara a la creación literaria”.

[3] J. Sicilia, “Vicente Leñero, mi amigo”, en Proceso, 6 de diciembre de 2012, reproducido por El Diario de Coahuila, www.eldiariodecoahuila.com.mx/notas/2014/12/7/vicente-lenero-amigo-470876.asp.

[4] Yanet Aguilar Sosa, “Vicente Leñero, escritor católico”, en El Universal, 4 diciembre de 2014, www.eluniversal.com.mx/cultura/2014/vicente-lenero-escritor-catolico-literatura-1059333.html. Este diario reprodujo completo el número del suplemento Confabulario dedicado íntegramente al autor de La gota de agua.

[5] Silvia Cherem, “A medio juego. Entrevista a Vicente Leñero”, en Revista de la Universidad de México, nueva época, núm. 28, junio de 2006, p. 8, www.revistadelauniversidad.unam.mx/2806/pdfs/7-18.pdf.

[6] V. Leñero, “La etiqueta de escritor católico”, en La Jornada Semanal, núm. 150, 18 de enero de 1998, www.jornada.unam.mx/1998/01/18/sem-vicente.html.

[7] Cf. V. Leñero, “El evangelio de Lucas Gavilán. Paráfrasis del evangelio de San Lucas”, en Vuelta, núm. 31, junio de 1979, pp. 25-26, www.letraslibres.com/sites/default/files/pdfs_articulos/Vuelta-Vol3_31_06EvLucGVL.pdf.

[8] A. Salinas, Dios y los escritores mexicanos. México, Nueva Imagen, 1997, p. 80.

[9] S. Cherem, op. cit., p. 9.

[10] J. Sicilia, “Vicente Leñero, mi amigo”, en Proceso, 6 de diciembre de 2012, reproducido por El Diario de Coahuila, 7 de diciembre de 2014, www.eldiariodecoahuila.com.mx/notas/2014/12/7/vicente-lenero-amigo-470876.asp.

[11] Idem.

[12] V. Leñero, El evangelio de Lucas Gavilán. México, Seix barral, 1979, pp. 12-13.

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