Serie sobre bioética (V)

La vida suele entenderse, desde la perspectiva secular, como un fenómeno único e indiferenciado al que sólo puede dársele una posible interpretación. No se hace distinción cualitativa entre la vida de las plantas, los animales o el propio ser humano. Todas serían sustancialmente iguales."/>

Bioética cristiana y tipos de vida

Serie sobre bioética (V)

La vida suele entenderse, desde la perspectiva secular, como un fenómeno único e indiferenciado al que sólo puede dársele una posible interpretación. No se hace distinción cualitativa entre la vida de las plantas, los animales o el propio ser humano. Todas serían sustancialmente iguales.

13 DE JUNIO DE 2009 · 22:00

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Las diferencias visibles se deberían únicamente al grado, pero no a la calidad. La constatación de que todos los seres vivos están constituidos por la misma materia fundamental, por glúcidos, lípidos, proteínas y ácidos nucleicos, legitimaría el trato igualitario de todos ellos. Desde este planteamiento, la ingeniería genética podría aplicarse sin reparos tanto a los animales como a las personas. Cualquier técnica propia de la veterinaria no tendría por qué suscitar escrúpulos cuando se practica en el ser humano. Las fronteras de la bioética se ampliarían así para poder acoger también a la veterinaria. Sin embargo, desde el punto de vista cristiano la vida se contempla como algo diverso, plural y variado. Es cierto que existen notables semejanzas o parecidos entre todos los seres vivos, pero esto no significa que sean iguales. Hay algo que es común en organismos que, de hecho, son cualitativamente diferentes. El apóstol Pablo se refiere a esta misma idea en su argumentación acerca de la resurrección: “No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves... Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual” (1 Co. 15:39,46). La Biblia enseña que Dios ha dado a cada criatura viva un cuerpo físico acorde con el papel que ésta desempeña en la creación. No obstante, cuando se refiere al ser humano hay un énfasis especial en que, además, éste posee una dimensión espiritual propia y característica. La vida humana es análoga a la de los animales y vegetales en su dimensión física, pues está constituida por la misma materia orgánica, pero no es unívoca en el sentido de que no exista diferencia con todos los demás tipos de vida. Las palabras de Jesús infundiendo ánimo a sus discípulos dejan entrever esta diferencia: “Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos” (Mt. 10:31). El ser humano posee un carácter trascendente del que carecen las otras formas de vida. El hombre trasciende el mundo de los objetos, de los fenómenos naturales, de las plantas y los animales porque es persona hecha a la “imagen de Dios”. Desde esta óptica, no es posible tratar de la misma manera a una patata, o una vaca, que a un ser humano. La manipulación genética de vegetales y animales para su mejora, o para beneficio del propio hombre, lógicamente no se enfrentará a los mismos reparos éticos que la intervención científica en el cuerpo humano. Las personas no deben ser usadas como si fueran material de laboratorio para experimentos médicos. El ser humano posee derechos inalienables que deben ser siempre respetados. La bioética cristiana hace especial énfasis en el respeto fundamental a toda forma de vida pero señala también esta matización, que los privilegios no son iguales en los diversos tipos de vida.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - ConCiencia - Bioética cristiana y tipos de vida