Ir a ninguna parte

La pasividad nunca es buena. Uno sólo puede mantenerse al margen de ciertas situaciones cuando decide hacerlo, pero no por dejarse llevar.

09 DE SEPTIEMBRE DE 2024 · 09:00

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Imagen de Jakub Żerdzicki.

El grupo The Moody Blues tocaba en Stockton (norte de Inglaterra), en un club después de varios años de carrera musical; de hecho ya habían grabado varios discos y llegado a los primeros puestos de las listas, pero estaban en un momento descendente de su carrera. Al final del concierto, un hombre se aproximó a ellos y les dijo “Sois el peor grupo que he escuchado en mi vida” He pagado 12 libras con mi mujer, vengo todos los sábados y jamás había escuchado una porquería como la vuestra”. Cuando volvían en el autobús, se dijeron unos a otros: “Quizás tenía razón”... Así que comenzaron a ensayar en serio y a componer. Al poco tiempo presentaron una de las más conocidas melodías en la historia del pop: Nights in white satin.

A veces es bueno rectificar y cerrar algunas puertas: no porque seamos orgullosos o porque nos enfademos con alguien, sino simplemente porque no llevan a ningún lugar. Vivimos demasiado tiempo “dejándonos ir” sin preocuparnos si la inercia nos está llevando a dónde no queremos. Al final los años van pasando y terminamos viviendo con esa sensación de que hemos perdido el tiempo en situaciones en las que no hacíamos nada. 

Eso sí es una mala decisión: dejar que los días se sucedan uno tras otro incluso a veces “pasándolo bien”, pero sin ir a ninguna parte, “regalándonos” mutuamente el tiempo con amigos que no quieren hacer otra cosa que recorrer la vida de los demás y hablar de ellos, o simplemente mirando el horizonte como si de allí apareciera alguien que nos sacase de la rutina y el aburrimiento. Tiempo derrochado sin pensar, sin imaginar, sin crear, sin ayudar a nadie que lo necesite, sin transformar el mundo…

La pasividad nunca es buena. Uno sólo puede mantenerse al margen de ciertas situaciones cuando decide hacerlo, pero no por dejarse llevar. Nuestro mundo sigue dominado por personas que hacen el mal, mientras muchos de nosotros somos sólo espectadores. A veces la vida se convierte en un infierno, no tanto por los que hacen que sea así, sino por los miles de personas que simplemente se sientan a ver lo que pasa y critican lo que ven, pero nunca mueven un solo dedo cambiar: como la orquesta del “Titanic” cuando el barco se hundía, siguen tocando su música de una manera insensible, sin preocuparse de lo que sucede a su alrededor, sin comprender que el mundo se va a pique y miles de personas se desesperan sin que nadie les ayude.

Deberíamos pararnos y pensar. Decir sinceramente “quizás tengan razón”, como Pablo magistralmente escribe: “Cambiad vuestra manera de pensar, para que así cambie vuestra manera de vivir y lleguéis a conocer la voluntad de Dios” (Romanos 12:2). Yo no puedo decirte cual será el deseo específico de Dios para tu vida, pero si te aseguro que tiene muy poco que ver con el “dejar que pase el tiempo”, y no hacer nada. Los hijos de Dios están diseñados para transformar la naturaleza, las circunstancias, las personas, el mundo… Fuimos creados para disfrutar de una vida tomada en serio.

 

 

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