Aquello en lo que confiamos

Vivimos equivocados en cuanto al valor del dinero, y esa es una de las razones por las que somos tan infelices.

26 DE JUNIO DE 2023 · 12:25

Un fotograma de la película Valor de Ley (2010).,
Un fotograma de la película Valor de Ley (2010).

“True Grit” (2010), es una película de los hermanos Coen, que en España se estrenó bajo el título “Valor de ley”. La verdad, no recuerdo casi nada del film, pero sí una frase que dice el narrador: “No hay nada gratis en la vida, excepto la gracia de Dios” .

Siempre creemos que lo más valioso es lo que más cuesta, y eso no suele ser cierto. Vivimos equivocados en cuanto al valor del dinero, y esa es una de las razones por las que somos tan infelices. 

Jesús dijo un día que sólo se podía servir a dos señores en la vida: a Dios, o a las riquezas (Mateo 6:24). Lo curioso es que usó una palabra para “riquezas” (“Mammon”), que en el original viene de un verbo que significa “aquello en lo que uno se apoya”. Muy significativo ¿verdad? Lo que quiere decir es que o confiamos en Dios, o en el dinero: toda la vida se resume a eso. 

En aquella época, los emperadores romanos ponían su imagen en las monedas; esa es una de las razones por las que Jesús dijo que le diéramos al Cesar lo que era de él. El contraste es que ¡Dios puso su imagen en cada uno de nosotros! No son las riquezas las que tienen valor, sino las personas. Las monedas quedan aquí, son para quién las quiera, para el Cesar o para quienes sean capaces de dar su vida por ellas (¡Mucha más gente de lo que pensamos!). Las personas somos de Dios, le pertenecemos a Él, ¡llevamos su imagen! Dios nos regaló la eternidad.

Esa es la otra “cara” de la moneda (nunca mejor dicho) de las palabras de Jesús: ¡Dios ama a las personas! Lo que espera recibir es el amor y la entrega de cada uno de nosotros ¡No necesita nuestro dinero! y justamente eso es lo que muy pocos hacen, porque incluso muchos creyentes prefieren dar parte de sus ganancias a Dios, antes de darse ellos mismos.  Olvidan que todo le pertenece a Dios, y Él puede tener lo que quiera; lo que realmente desea es el amor incondicional de personas libres. Igual que nosotros, los amigos que deseamos en nuestra vida son los que nos aman por nosotros mismos, no por lo que tenemos. El profeta Miqueas lo explica perfectamente al describir lo que Dios hace en cada uno de nosotros, en contraste con todos aquellos que no son capaces de confiar en Él: “En cambio a mí, el Espíritu del Señor me llena de fuerza, justicia y valor” (Miqueas 3:8).

¡Las personas somos más importantes que el dinero! Pero nuestra sociedad no lo ve así; el “tanto tienes, tanto vales” es la motivación en la vida de la gran mayoría ¡Espero que los que amamos al Señor no vivamos de la misma manera! ¿Cómo saberlo? Haz un pequeño examen: Tienes una hora para estar con alguien, ¿se la dedicas a uno que está durmiendo en la calle o al dueño de una empresa? A quienes dedicamos nuestro tiempo determina el valor que le damos, esa decisión va mucho más allá de nuestras palabras.

Si ese examen es demasiado personal, pregúntate ¿Quiénes ocupan los primeros asientos de tu iglesia? Quizás nos sorprendamos a nosotros mismos si respondemos sinceramente.

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