La honestidad de Eddy Merckx

Es una de las situaciones más difíciles en la vida: te acusan de algo y sólo sabes que no lo has hecho.

28 DE AGOSTO DE 2014 · 22:00

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	Eddy Mercx 1970 / Chris Protopapas (Flickr - CC BY-SA-2.0)</p>
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Eddy Mercx 1970 / Chris Protopapas (Flickr - CC BY-SA-2.0)

Uno de los mejores ciclistas de toda la historia fue EDDY MERCKX. Además de buen ciclista, Eddy era una persona que competía siempre con deportividad. Merckx ya había ganado el Giro del año 1968 y marchaba en primer lugar en la carrera del siguiente año. Se veía que podía batir el record del italiano Fausto Coppi, que lo había ganado en cinco ocasiones. En una de las últimas etapas, la organización descalificó a Merckx por haber dado positivo en un control antidoping. Nadie creyó lo que estaban diciendo. Meses más tarde se recibió una carta en la que un espectador reconocía haber dado a Merckx un botellín con líquido "adulterado" en el transcurso de la carrera. Eddy Merckx volvió el año siguiente para ganar una vez más la carrera. Es una de las situaciones más difíciles en la vida, te acusan de algo y sólo sabes que no lo has hecho. A pesar de lo que dices, de todas las explicaciones que das y de lo íntegro que hayas sido en el pasado, basta una pequeña mentira para hacer que todos te vuelvan la espalda. Y entonces no sabes qué hacer, porque pocas cosas desaniman tanto como las que no son ciertas, es imposible pelear con fantasmas. Se puede demostrar lo que se ha hecho, pero es muy difícil demostrar lo que no se ha hecho. Y son miles las "pequeñas injusticias" que ocurren cada día. El Señor Jesús pasó también por todo eso: Nunca se dijeron tantas mentiras de alguien como de Él. Nadie había hecho tanto bien a la humanidad (ni nadie lo hará), y sin embargo, a la primera oportunidad todos inventaron acusaciones para condenarle. Demostraban así la envidia del impotente, la rabia del que se sabe inferior, el cinismo del que no es capaz de conseguir las cosas de otra manera. Pequeñas mentiras, pequeñas acusaciones... grandes injusticias. Dios dice que las cosas no terminan así, porque El mismo es quien controla la historia: La del mundo y la de cada uno de nosotros. Por eso nos enseña que no nos preocupemos si dicen mentiras de nosotros por causa de Él. El mismo se ocupará de dejar todo en su sitio y a su tiempo. En el momento más apropiado, porque Dios siempre hace que la verdad triunfe: no permite que el malo domine la historia para siempre. Dios dijo la primera palabra del Universo, y dirá también la última. Sé que es fácil decirlo y difícil vivirlo, pero debemos aprender a contener nuestras reacciones hasta el final, hasta el momento en el que Dios revele públicamente la verdad. Mientras tanto, es necesario confiar en Él, a pesar de las acusaciones en nuestra contra y los malos momentos. Dios nunca ha dejado que las cosas terminen así.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - La honestidad de Eddy Merckx